jueves, abril 25, 2024

Barandal

•PRI, la hora de la unidad

•Tres derrotas consecutivas

•Posible, un mejor mundo

Luis Velázquez

ESCALERAS: En el PRI es la hora de la unidad. La unidad, “a prueba de bomba”. La unidad indestructible.

En menos de un año perdieron la gubernatura, la mayoría en el Congreso y la mayoría de las presidencias municipales.

Ahora, están en riesgo la gubernatura de 6 años, las diputaciones locales y federales, las senadurías y la presidencia de la república.

Hay, y como en todos los partidos políticos, un voto duro priista, pues, y como dice el viejito del pueblo, cada sacerdote tiene su parroquia y su feligresía y sus devotos.

Falta, sin embargo, y como siempre, convencer a los indecisos y que significan la mayoría.

Y las elites rojas se unen “en un haz de voluntades” como era el estribillo comunista, o de lo contrario, llegará el peor de los mundos para el invencible partido fundado por “El turco” Plutarco Elías Calles.

De lo contrario, mucho, demasiado está en riesgo:

Uno. Está en riesgo, por ejemplo, una derrota más para el PRI, con todo y que Jorge Uscanga Escobar siempre ha dicho que en política no hay hombre muerto, ni tampoco partido político.

Dos. Está en riesgo una fuente de empleo descomunal para las cúpulas y la militancia.

Y tres. De perder la gubernatura, por ejemplo, una vez más vivirían “en el error”, es decir, fuera del presupuesto, como decía César “El tlacuache” Garizurieta.

Y estar fuera del presupuesto de aquí hasta el año 2024… está canijo.

El peor de los mundos.

PASAMANOS: Es la hora, entonces, y cierto, de los amarres, pero más, mucho más, de las definiciones.

Unas elites han desertado, luego de que durante años se beneficiaran a la sombra del tricolor.

Y como decía el clásico que repetía Fernando Gutiérrez Barrios. “El que traiciona una vez más… traiciona siempre”.

Además, ninguna duda hay de que el mundo está lleno de los Jorge Carvallo, los Érick Lagos, los Adolfo Mota, los Vicente Benítez, los Garay, los Édgar Spinoso, los Basilios y las Reginas, para connotar los últimos capítulos de la deslealtad.

La vida, no obstante, es así.

El indio yaqui escolta de Miguel Hidalgo en la guerra de Independencia aceptó, igual que Judas, igual que Jesús Guajardo, unas cuantas monedas de los realistas para decapitar al padre de la Patria.

Por eso el PRI necesita ahora a sus Narcisos Mendozas para enfrentar con dignidad y estrategia y firmeza los vientos huracanados.

CASCAJO: En las semanas que corren un riesgo más habrá de consumarse.

Será a partir de la elección de los candidatos al Congreso local y al Congreso de la Unión.

Y es que mientras en Veracruz seis de cada 10 habitantes se debaten todos los días en la pobreza, la miseria, el desempleo, el subempleo y los pinches y mendigos salarios de hambre (por lo general, patrones ricos y empleados jodidos), las cúpulas priistas, igual que las de otros partidos, se glorifican en el mesianismo populista y se creen merecedores de todo.

Y cuando el partido les estrangula y acorta la posibilidad, entonces, cerrada la puerta instantánea desertan a otros partidos, y hasta alardean de una candidatura independiente, creyéndose el “non plus ultra”.

Y más, luego de que en repetidas ocasiones han sido beneficiados.

Por eso, los jefes tribales del PRI en cada región y municipio de Veracruz se integran y luchan por resucitar a su partido, o de lo contrario, escrito está en “la noche oscura de todos los tiempos”, una vez más perderán la gubernatura.

Es más, pueden perder (otra vez) la mayoría en el Congreso, menos, mucho menos, la silla embrujada del palacio principal de gobierno de Xalapa.

RODAJO: Ningún respeto merece, por ejemplo, el cacique huasteco, Ricardo García Guzmán.

Fue todo con Javier Duarte. Cargos para él. Cargos para sus hijos. Poderío inmenso. Dueños del pueblo, Pánuco.

Incluso, alardeaba de que desayunaba, comía y/o cenaba una vez más a la semana durante los casi seis años con el político preso en el Reclusorio Norte de la Ciudad de México, y de quien José Antonio Meade refiriera que “Javier Duarte nos traicionó”.

Fue todo con Fidel Herrera Beltrán, de quien hablaba pestes.

Fue todo con Miguel Alemán Velasco, quien le confió, igual que Duarte, la Contraloría, la dependencia que todo audita y posee el secreto mejor guardado de cada político, como es su declaración patrimonial.

Y no obstante, la consistencia de su ideología, principios y valores priistas lo llevaron ahora a cobijarse en la yunicidad azul.

Ninguna duda hay que desde su tiempo alemanista, fidelista y duartista, García Guzmán mantuvo buen karma con Miguel Ángel Yunes Linares, por ejemplo, como fuente de información privilegiada y excepcional.

¡Y qué bueno que se quitó de ropa interior!

Un traidor más que se fue. Un Mata Hari menos.

POSTES: Cierto, Javier Duarte y los suyos cometieron tropelías y trastupijes.

Y de ñapa, descarrilaron al PRI en la confianza ciudadana.

Pero no todos los políticos como tampoco todos los seres humanos son deshonestos y tracaleros, ambiciosos, codiciosos y ruines.

Y aun cuando la biblia dice que “pagan justos por pecadores”, en la batalla electoral cuentan mucho la estrategia, pero más, las vidas ejemplares, y de igual manera, la unidad interna.

Es la hora, y como dice el sicólogo, el político ha de conocer la compleja naturaleza humana para calibrar a cada jefe tribal y saber y determinar el camino que cada uno pisa.

De las profundidades del sexenio anterior ha de emerger la luz para el nuevo tiempo del PRI.

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