jueves, abril 18, 2024

Escenarios

•Candidatos, una calamidad

•Pozolearon a Javier Duarte

•“Palabras necias, oídos sordos”

Luis Velázquez

Uno. Los candidatos, una calamidad

Hay un palabrerío hueco, sin sentido, en las campañas de los (pre) candidatos a gobernador de Veracruz. Pareciera que están en el pasillo del mercado popular. La política achicada a los ditirambos, creyendo, pobrecitos, que así convencen y seducen a la población electoral. Y más, a la población indecisa.

Incluso, el arzobispo de Xalapa, Hipólito Reyes Larios, lo dijo así:

“Los candidatos sólo describen calamidades. Que presenten propuestas viables”.

Polémico y controvertido, el gobernador Yunes lo expresó de la siguiente manera:

“La tarea de los candidatos es criticar. Pueden decir lo que quieran de mi administración”.

Fue más indicativo y significado el precandidato del PAN, PRD y Movimiento Ciudadano, Miguel Ángel Yunes Márquez:

“Yo, dijo, no soy merolico ni falso profeta. Ellos (Cuitláhuac García Jiménez y Pepe Yunes Zorrilla) son merolicos, charlatanes y falsos profetas”.

Incluso, pontificó desde el carril electoral que siente amarrado y seguro:

“Yo tengo experiencia”.

Apenas, apenitas van unos días de la precampaña, y de igual manera como en otros tiempos, el insulto, la diatriba, la injuria, el desdén y el menosprecio.

Dos. Pozolearon a Javier Duarte

El domingo 7 (domingo 7 habría de ser) fue aburrido en el carril político.

Por ejemplo, trece meses y una semana después, preso en el Reclusorio Norte de la Ciudad de México, doce duartistas presos en el penal de Pacho Viejo, otra vez Javier Duarte fue pozoleado en cachitos como tema central de la jornada para, digamos, convencer a la población electoral de que todavía sirve para ganar en las urnas.

Lo dijo Ricardo Anaya, el precandidato presidencial del PAN, PRD y MC:

“Javier Duarte es un lastre del PRI en elecciones.

“Javier Duarte es PRI y PRI es corrupción”.

Lo dijo Yunes Márquez:

“Si la alternancia (alternancia partidista, ojo, en ningún momento transición democrática) no ha sido lo que esperaban… se debe al Estado en quiebra dejado por Javier Duarte”.

Lo reviró así el precandidato del PRI a Los Pinos, José Antonio Meade:

“Dolió la traición de Javier Duarte, pero el PRI se reivindicará”.

Resbaló, no obstante, Ochoa Reza.

Una cosita son Duarte, Karime Macías y los duartistas pillos y ladrones, y otra cosita, años luz de distancia abismal, Pepe Yunes Zorrilla con su limpia, impecable, hoja de servicios públicos.

Simple y llanamente, la honestidad.

Más todavía: a Ochoa Reza se le olvidó que Pepe Yunes se deslindó con hechos y resultados de Duarte cuando estaba “en la plenitud del pinche poder”.

Es la realidad lacónica y que las elites priistas han de cacarear, porque en el otro lado del mostrador, tanto el llamado “Frente por México” y MORENA lo quieren embarrar de complicidad.

Tres. “Palabras necias, oídos sordos”

Las (pre) campañas se han reducido a un simple y vulgar intercambio de acusaciones de todos contra todos.

Y eso que sólo tres precandidatos están en el ring y faltan, por ejemplo, los candidatos al Senado y a las diputaciones locales y federales con lo que Veracruz, igual que el resto del país, se volverá una torre de Babel, un mar huracanado en que lloverá lodo por todos lados, un estercolero.

Han de creer los aspirantes que entre más se ataquen unos a otros… más se posicionarán en el alma colectiva y en el corazón ciudadano.

Tan es así que, por ejemplo, unas semanas después de que a Yunes junior lo han rafagueado con el nepotismo y la monarquía imperial y la herencia de la estafeta que el padre desea y opera, Miguel Ángel Yunes Márquez cayó en la trampa y reviró el domingo 7.

No hay monarquía, dijo. Yo, precisó, estoy buscando el voto, consciente y seguro de que todo candidato ha de trabajar la plaza.

Tal cual, le impusieron la agenda… en vez de que él mismo la vaya, digamos, estableciendo.

Por fortuna, “dejó pasar” la ocurrencia de su adversario Cuitláhuac García Jiménez, de MORENA, de que es bodoque.

“A palabras necias, oídos sordos” dice el clásico.

Veracruz es un millón de indígenas, dos millones de campesinos y tres millones de obreros, 6 de cada 10, pobres y jodidos, desempleados, subempleados y con salarios de hambre, para ocuparse de palabrejas y de un precandidato que está seguro de ganar porque “AMLO irá en la boleta”.

Cuatro. “Larga noche de los cuchillos largos”

Una vez más, la misma cantaleta de la inseguridad. Cierto, significa el más grave pendiente social. La población vive aterrorizada. La vida está prendida de clavos ardientes.

Pero… habría de preguntarse si el hecho de que un día tras otro sea machacada la inseguridad por los precandidatos impactarán y convencerán a la población electoral para tachar a su favor en la boleta electoral.

Mucho se duda.

Y más, porque se repite el mismo estribillo, sin que nadie exponga la estrategia para salir de la incertidumbre, la zozobra y la oscuridad, “larga noche de los cuchillos largos, noche de San Bartolomé”.

Dijo Yunes Márquez:

Javier Duarte heredó una inseguridad rampante.

Dijo AMLO en Amatlán de los Reyes, a nombre, digamos, de Cuitláhuac García, que sólo sonreía:

Tanta es la violencia en Veracruz, estado puntero, dijo, que hay “una asociación delictuosa del gobierno estatal con la delincuencia organizada y es hora de pintar la raya”.

Reviró el gobernador Yunes:

“Veracruz está en paz y estable”.

Por eso, el arzobispo Hipólito Reyes Larios ordenó a su vocero que porfis, por favorcito, dejen “de describir calamidades”.

Fue cuando Pepe Yunes también “tiró su espada en prenda” y dijo que en el Veracruz de Yunes Linares “sólo se sobrevive” y que la yunicidad deje “de vender espejitos y de regalar despensitas”.

Cinco. La borrachera priista…

Se ignora el impacto multiplicador en la población electoral de tal estilo personal de hacer campañas de los aspirantes.

De ñapa, la ideóloga priista, ex de todo, menos de presidenta de la república, Beatriz Paredes Rangel, también abonó la alteza de miras y dijo que “el PRI no estaba muerto, sino (caray) andaba de parranda”.

Una parranda tan crapulosa que, por ejemplo, en un año de borrachera el tricolor perdió la gubernatura, perdió la mayoría de las diputaciones locales y sólo faltó poquito para perder todas las presidencias municipales.

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