martes, abril 23, 2024

Escenarios

Diputados por reelección 
Trapecistas de la política
La bendición de Yunes 

Luis Velázquez

Uno. “Conscriptos de la patria”

Muchos diputados locales levantan la mano para buscar la reelección. Han de creer que el millón de indígenas y los dos millones de campesinos y los tres millones de obreros los necesitan. Mucho, claro, se duda, de los más, de su trabajo social. Pero con un poquito de operación electoral y más, mucho más billete para la compra del voto, basta. Incluso, y como decía Carlos Hank González, el gurú que fue del grupo Atlacomulco, del estado de México, en política quien tiene la estrategia y la lana… abre la puerta del cielo.
Entre ellos, los siguientes:
Mariana Dunyaska, quizá la diputada más mediática. A boletín por día. Puras opiniones, deseos, buenas intenciones. Vivir siempre en gerundio como decía Agustín Acosta Lagunes, es decir, planeando.
Bingen Rementería, cuya fama pública de que pasa la mayor parte del tiempo en Los Angeles arrasa con su posibilidad legislativa. Vive su juventud y la juventud en el poder a plenitud.
Juan Manuel Unanue, trepado en el ferrocarril devastador de la corrupción duartista se proclama como el gran justiciero, y pare de contar.
Mariely Manterola, «La señora» de Martínez de la Torre (así se llama o llamaba una cantina a la orilla del río del pueblo), abierto el camino a la política a través de las estaciones de radio propiedad familiar.
Sergio Hernández, el He Man, el diputado que según su homóloga Cinthya Lobato Calderón, gasta parte del presupuesto «en borracheras, drogas, mujeres y orgías», y no obstante la denuncia presentada en el Palacio Legislativo, nada trascendió. Ahí quedó el asunto. En un berrinche.
Regina Vázquez Saut, la militante que fue del PRI, ungida secretaria General del CDE, ahora mudada en panista. Así nomás. De un día para otro y que en el relato bíblico sólo alcanzó San Pablo, camino a Damasco.
Zenyazen Escobar, el diputado consentido de Cuitláhuac García Jiménez, candidato a la gubernatura de Veracruz que será por segunda ocasión trepado en las valencianas de AMLO. Zenyazen, el diputado que a cada rato pide favores al Fiscal Jorge Wínckler para la impunidad (digamos, el perdón) a sus amigos infractores y se los conceden. El diputado que ha recibido inmobiliario educativo del secretario Enrique Pérez Rodríguez, y al día siguiente, rafaguea al gobernador Yunes…, para que así el mundo conozca el significado de la democracia.
Marijose Gamboa Torales, la única diputada que abandera con hechos la causa de las madres con hijos desaparecidos y que tiene y sostiene una Casa de Gestión Social con resultados concretos y específicos por más que el vocero de la LXIV Legislatura, un tal Sergio Melo, haya minimizado su informe legislativo.
Yazmín Copete, lista ya para la candidatura al Senado de la República, siguiendo los pasos de su maestro y gurú, Arturo Hérviz, por segunda ocasión presidente municipal de Ángel R. Cabada, aquel que en la plenitud democrática fue el primero en levantar la mano a Miguel Alemán Velasco como gobernador en el año 1998.
Basilio Picazo, el cacique de la montaña de Papantla, durante ene número de años priista y ahora, de pronto, zas, panista.
Y aun cuando el diputado Rodrigo García Escalante, «El Porky», apodado «El huevo», sueña con la reelección, todo indica que el candidato será su hermano Ricardo, hasta el día último del año anterior presidente municipal de Pánuco, el feudo de su padre, Ricardo García Guzmán, el duartista más intenso que alardeaba de desayunar, comer o cenar una vez cada semana durante los casi seis años de Javier Duarte.

Dos. La bendición del gobernador

En el caso de los diputados panistas, todos esperan la bendición del gobernador Yunes, el jefe máximo de la revolución azul, el jefe nato del partido Acción Nacional, todo el poder político, social y económico del gobierno de Veracruz concentrado en un solo hombre… que para eso esperó más de veinte años para sentarse en el trono imperial y faraónico y para eso jugó mucho tiempo en las grandes ligas del altiplano.
Los diputados locales están listos.
Ellos mismos, fans del mártir de la democracia Francisco I. Madero, aquel de «Sufragio efectivo, no reelección» (copiado a Ricardo Flores Magón), validaron en la LXIV Legislatura la iniciativa de ley de Javier Duarte aprobada por el anterior Congreso (Juan Nicolás Callejas Arroyo, el pastor legislativo) para reelegirse todos.
Los diputados… por tres periodos más. Tal cual, 16 años seguiditos que podrían… en el poder.
Y los presidentes municipales, reelegirse por un periodo más, a partir de este 2018.
Se ignora si en tiempo electoral, el Yunes azul habría ya bendecido a los legisladores del PAN y PRD que desean perpetuarse en la curul.
Pero el destino de ellos está en sus manos, en la inteligencia que sólo serán aquellos que garanticen todos los votos necesarios en su distrito para el proyecto político familiar.

Tres. El cacique ex priista, panista ahora

La vorágine de la política (el poder, ya se sabe) es así:
En la montaña negra de Zongolica hay un cacique. Un cacique, digamos, a la altura (pero más poderoso) que Ricardo García Guzmán, de Pánuco. Y Joaquín «El chapito» Guzmán Avilés, de Tantoyuca. Y Marina Garay, de San Andrés Tuxtla. Y Regina y Fabiola Vázquez Saut, de Acayucan. Y Marcelo Montiel Montiel, de Coatzacoalcos. Se llama Mario Zepahua.
Su poderío económico se mide así: es dueño de ciento diez autobuses del transporte de pasajeros y cuando el ADO intentó abrir una ruta con toda la fuerza priista del mundo se opuso.
Ahora, luego de militar durante más de cincuenta años en el partido tricolor, con varios cargos públicos desempeñados, entre ellos, como diputado federal (cuando la mitad del mundo y la otra mitad dicen que se autosecuestró), más cargos públicos para su familia (su hija Lilian es diputada federal por obra y gracia de Jorge Carvallo Delfín), Mario Zepahua ha mudado de piel y afiliado al Partido Acción Nacional, del que será candidato de la coalición «Por México al Frente» a una curul.
Incluso, listo para promover el voto para Miguel Ángel Yunes Márquez como candidato a gobernador.
Trepado en la nueva cresta del poder azul, Mario Zepahua pasea su foto en las redes sociales.
Flaco, esquelético, esmirriado, parece volar.
Los ojos hundidos atrás de los lentes de carey, la dentadura adelante de los labios, barbón, el paisaje desentona con su vestuario tipo Ricky Martin ya viejo.
La mano izquierda (izquierdoso que se habría vuelto, digamos, por las siglas del PRD y Movimiento Ciudadano en el llamado «Por México al Frente») con dos dedos en la señal de la victoria (victoria que en ningún momento es indígena) expresan su conveniencia empresarial.
La calva, como súper carretera, triple, cuádruple avenida, domina el rostro enjuto y chupado.
Los principios, la ideología, las ideas, los ideales, al diablo, igual, igualito que «Los conscriptos de la patria» de la LXIV Legislatura atrás de la reelección.
Su única virtud… ser amigos de la familia en el poder. Mejor dicho, del patriarca azul en la silla embrujada.

Cuatro. Vivir de la esperanza

Un diputado local dice que al Palacio Legislativo sólo llegan con dos objetivos:
A: Cabildear el puesto político siguiente.
Y B: Hacer negocios lícitos o ilícitos y levantar la mano cotizándose lo mejor posible en la aprobación de iniciativas de ley, pero también, bloqueando a los demás.
De ahí para adelante, y salvo excepciones, ningún bienestar social, educativo, de salud, económico y de seguridad generan para la población en un Veracruz donde seis de cada 10 habitantes, dice el CONEVAL, están atrapados en la miseria, la pobreza y la jodidez.
Según Latinobarómetro, los políticos y los policías están en el sótano de la confianza y la credibilidad ciudadana.
Se trata de los peores oficios de la vida. En el descrédito total.
Y si la población, digamos, sigue acudiendo a las urnas se debe, entre otras cositas, a las siguientes:
El populismo generado a partir de las despensas alimenticias y escolares.
La esperanza que cada ciudadano abriga en cada proceso electoral para ver si el horizonte social puede mejorar.
Una chambita.
Una «aviaduría», pues basta recordar que sólo en la secretaría de Educación de Adolfo Mota, Flavino Ríos Alvarado y Xóchitl Osorio, Javier Duarte y los suyos tenían más de  dos mil «aviadores».

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