Expediente 2015

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Oídos sordos

Luis Velázquez

La alerta está ahí. Pero ninguna autoridad escucha ni considera. Tampoco expresa sensibilidad social para ocuparse. Menos, claro, para preocuparse. Le vale.

La activista Silvia Susana Jácome, de Xalapa, ha sido categórica:

Cada vez más amas de casa enfermas de VIH.

La mayoría, esposas de migrantes que han partido de Veracruz a Estados Unidos en búsqueda del empleo que aquí nunca, jamás, han encontrado.

Un empleo, primero, pagado con justicia social en vez de los salarios de hambre que ahora se usufructúan y que ha dado orilla, entre otras cositas, a que en Veracruz se estén creando 250 mil pobres por año como lo ha documentado el Coneval.

Un empleo, segundo, con las prestaciones sociales, médicas y económicas establecidas en la Ley Federal del Trabajo.

Un empleo, tercero, estable y seguro, donde el trabajador vaya creando su antigüedad para el tiempo más difícil en la vida de un ser humano, como es la vejez, la senectud, la séptima década, en que todos vamos de salida.

Y en Estados Unidos, ni hablar, la soledad es canija, el compañero migrante se ha involucrado con alguna mujer y otra y otra, sin duda, trabajadora sexual y lo han contagiado de Sida.

Y cuando, digamos, en fin de año, el migrante regresa a casa por unos días, el encuentro sexual con la esposa es intenso; pero, al mismo tiempo, riesgoso, y han contagiado a la pareja.

Antes, dice la activista, el número de hombres infectados era mayor. Ahora, por ahí se van dando. Mitad y mitad, digamos.

El SIDA, pues, asunto de seguridad nacional.

COORDINARSE EL GABINETE LEGAL Y AMPLIADO

El DIF estatal, la dependencia más solidaria y generosa con los precaristas, debiera estar en permanente estado de alerta para actuar y operar con gran coordinación, fuera de serie, con los presidentes municipales, sobre todo, en los municipios con más focos rojos de migración a EU.

La Secretaría de Desarrollo Social, para empujar la carreta con el DIF y los alcaldes, atrás del bienestar social en la calidad de vida.

La Secretaría de Desarrollo Económico, para alentar la creación, por un lado, de fuentes de empleo en tales regiones, y por el otro, mejores condiciones salariales.

La Secretaría de Trabajo y Previsión Social, para construir una relación patrón y trabajador, a fin de dignificar los sueldos cubiertos a la clase asalariada.

Y la Secretaría de Salud, más, mucho más que todas, de la mano con el DIF, para la gran educación sexual tan carente y trágica en la vida cotidiana de las parejas.

Y al lado de tales dependencias, abrirse sin dudas ni temores ni celos ni recelos a las ONG que por vocación y solidaridad humana trabajan todos los días por los desheredados de la fortuna como les llamaba Albert Camus.

MENOSPRECIO A ENFERMOS DEL VIRUS

Según algunas ONG el contagio del virus se ha recrudecido en algunas regiones de Veracruz donde la migración es elevada.

Cierto, el virus ha caminado tanto en las zonas indígenas y rurales como en las urbanas; pero se concentra en tales latitudes, donde viven los pobres entre los pobres, a quienes las cornadas del hambre empujaran al otro lado de México, en EU.

Ahí mismo, donde entre otras cositas, y como dice la activista Silvia Jácome, está recrudecido el machismo, pues los hombres migrantes que regresan a sus casas exigen la relación sexual sin condón y, ni hablar, el macho termina imponiéndose.

La activista enmarca su versión a partir de la experiencia que ha tenido con su gran trabajo social y que la llevara con su ONG a organizar la Feria Naranja, en Xalapa.

Tal cual, reveló que aplicaron cien pruebas a mujeres, de las que tres resultaron infectadas.

Y en los tres casos, parejas de migrantes.

Así, si de cien casos tres mujeres están infectadas, en mil serían 30, y en 2 mil 60, y en tres mil 90, y la lógica de Pitágoras terminaría encendiendo la tarjeta amarilla y roja y naranja y morada, pasando por el arcoíris completo.

Lo peor del asunto es que desde hace ratito otras ONG han lanzado la alerta y la respuesta oficial ha sido el silencio.

Peor tantito, la indiferencia, el menosprecio y el desprecio de la elite gobernante.

Más ahora, cuando la SEFIPLAN finge estar ahorcada, quizá para jinetear el dinero público en el mundo bursátil, que tantas ganancias deja, y que, bueno, a cada rato chilla la víbora, como fuera el último caso de los 400 deportistas, entre ellos, discapacitados, a quienes deben sus becas de 500 pesos y sus salarios desde hace seis meses, sumando un aproximado de 18 millones de pesos.

Además, de los 40 mil seniles sin seguridad social a quienes desde hace nueve meses (el día último se cumplirán diez meses) su apoyo de 833 pesos mensuales para alimentarse, pagar la consulta médica y comprar las medicinas.

Y ni se diga el caso de los pensionados del Instituto de Pensiones a quienes pagan con cheques de hule, es decir, sin fondos.

Y es que si así ha deseado la elite duartista su política social, entonces, menos, mucho menos pueden esperar las esposas de los migrantes contagiadas con el VIH para ser redimidas.

Lo único que les ha quedado son las ONG, pues si vamos más allá, las personas con el virus inscritas en la Secretaría de Salud también andan como aboneros atrás del apoyo institucional.