Un equipo internacional formado por científicos de diferentes intituciones, entre ellas, el Museo Nacional de Ciencias Naturales, ha hallado en el yacimiento Dinaledi (Sudáfrica) una nueva especie dehomínido, el Homo naledi, con características cercanas al géneroHomo y a los Australophitecus.
Con una capacidad craneal de alrededor de 500 cm3, mucho menor que la de humanos actuales, Homo naledi tenía características muy cercanas al género Homo en cuanto a masticación, manipulación y locomoción se refiere. Sin embargo, por la estructura de su torso y el juego del tórax con la pelvis, aparte de la capacidad craneal, se acercaría más a Australopithecus, un género de primates homínidos que desapareció hace unos dos millones de años. Para obtener estos datos, los investigadores analizaron los restos de 15 individuos en diferentes etapas de desarrollo hallados en el yacimiento Dinaledi, encontrado en la cueva Rising Star (Sudáfrica) en 2013.
«No disponemos todavía de dataciones así que, de momento, no podemos saber cuándo vivió, pero, morfológicamente, los análisis sitúan a la nueva especie en el origen del género Homo», explica Markus Bastir, investigador del Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN-CSIC).
«Además, estos fósiles indican que la evolución de aspectos tan importantes como la manipulación y la locomoción se produjo independientemente de la encefalización, es decir, del aumento del tamaño cerebral», continúa Bastir.
Individuos de una misma población
En el yacimiento no se ha excavado más de un metro cuadrado, pero ya han encontrado más de 1.550 fósiles, el mayor número de restos asociados jamás encontrados en el continente africano.
La importancia de este descubrimiento radica en que estos individuos no sólo pertenecieron a la misma especie, sino que eran una misma población, algo no muy frecuente en paleoantropología. En España en yacimientos como El Sidrón (Asturias) o en Atapuerca se ha encontrado algo parecido.
Además, están representados la mayoría de los elementos del esqueleto. «Estamos ante una estupenda oportunidad para obtener información que nos permita reconstruir nuestra compleja historia evolutiva», apunta el investigador.
Un aspecto importante es la hipótesis que sugiere que los cuerpos fueron colocados deliberadamente por sus congéneres en la cámara Dinaledi. «Aunque las condiciones de sedimento impiden por ahora una datación, los datos apuntan a que esta especie de Homo, morfológicamente primitiva, podría haber tenido unos patrones de comportamiento más complejos de los que le atribuimos en un principio», contextualiza Bastir.
«Al no tener la referencia de la edad geológica, el significado evolutivo es difícil de determinar», aclara el experto. Si la edad de los fósiles fuera más antigua de 2,6 millones de años (datación del fragmento de mandíbula descrito recientemente en la revista «Science»), los fósiles de H. naledi serían la representación esquelética más completa de un grupo de homínidos y la más antigua del géneroHomo.
Pero «si su cronología fuera menor de un millón de años, los restos encontrados serían la prueba de la coexistencia en África de especies del género Homomuy diferentes entre sí», continúa el investigador.
Para analizar los restos, la Universidad de Witwatersrand junto con el gobierno de Sudáfrica organizó en Johannesburgo en mayo de 2014 un taller denominado «Rising Star Workshop». Financiado en gran medida también por National Geographic, se invitó a científicos especializados en las diferentes regiones anatómicas a compartir sus datos y su experiencia, para que cada especialista pudiera hacer un análisis exhaustivo relacionado con su área concreta de trabajo.
Descubrimiento con signo español
Los investigadores del MNCN-CSIC, Markus Bastir y Daniel García Martínez, se centraron en el estudio del tórax de la nueva especie. A partir del análisis de los fósiles de diferentes fragmentos vertebrales y costales, han determinado cómo era la estructura del tórax de H. naledi. Los resultados detallados están en fase de publicación en el «Journal of Human Evolution».
El tórax de Homo naledi era más próximo al de los individuos del género Australopithecusque a los de humanos modernos. El tórax es un sistema anatómico complejo compuesto por más de 30 huesos entre costillas y vértebras. Los paleoantropólogos casi nunca cuentan con todos los elementos del tórax, muchas veces las costillas están fragmentadas y nunca disponen de los tejidos blandos que lo componen.
«Averiguar cómo se articulan las costillas a las vértebras y las vértebras entre sí, así como deducir la curvatura de la costilla a partir de un simple fragmento del hueso, forma parte de una reconstrucción muy compleja», explica Bastir. «Eso es precisamente lo que hemos desarrollado en el laboratorio de morfología virtual de MNCN, una metodología que permite proponer reconstrucciones de una estructura tan compleja como el tórax a partir de alguna de sus partes», continúa Daniel García Martínez.
El desarrollo de este proyecto comenzó en 2011, cuando iniciaron los trabajos para modelizar un tórax neandertal. Ahora no solo saben cómo era el tórax de un neandertal sino que han logrado hacer predicciones cuantitativas de cómo ha evolucionado esta parte del cuerpo.
Con una base de datos que contiene información de la estructura del tórax de Homo sapiens, así como de algunos de los grandes simios y otros primates no humanos, los investigadores pudieron comparar los datos de las especies actuales con los de los fósiles encontrados para estimar cómo era el tórax de H. naledi. Además, han determinado que, morfológicamente, su tórax era más próximo al de los individuos del género Australopithecus que a los de humanos modernos.
Este mismo grupo ya descubrió en 2013 que la parte superior del tórax crece de forma independiente de la parte inferior, lo cual encaja con las teorías de otros investigadores que proponen que la evolución de estas dos partes del cuerpo se produce de forma independiente. Esto es debido a que la parte superior se vincula con los brazos mientras que la parte inferior está en coordinación con la pelvis y las extremidades inferiores.
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