SEFIPLAN, en medio de tribus
Cuatro grupos frente a frente
Cada uno alardea de Duarte
Luis Velázquez
I
El lunes 6 de julio, 2015, el sexto secretario de Finanzas y Planeación, SEFIPLAN, Antonio Gómez Pelegrín, inauguró el taller Presupuesto Bajo Cero y rodeado de parte del gabinete financiero y económico, dijo que uno de los objetivos era el siguiente:
“Tener un sistema absoluto y férreo de control presupuestal”.
Pero el funcionario, incondicional del siniestro Contralor del gobierno de Veracruz, Ricardo García Guzmán, primero necesita terapearse a sí mismo para dar el siguiente paso, como es, según alardea, “un proceso de orden y economía con todas las instancias estatales”.
Pero más aún, ajá, que “el gasto público del año 2016 (el último de la administración conocido como el año de Hidalgo) esté plenamente justificado en función de los logros y los beneficios que otorguen las diferentes obras en Veracruz”.
¿Cuáles obras públicas, secretario?
Y el secretario necesita terapearse a sí mismo por lo siguiente:
La SEFIPLAN está convertida en una torre de Babel, donde cada parte habla un idioma político y nadie se entiende.
Pero, además, cada parte está enfrentada y cada una chambea para lleva agua a su molino, por encima de la lealtad institucional y perruna al jefe máximo, al tlatoani mayor, es decir, al gobernador.
II
Por ejemplo, las hordas y las tribus predominantes en la SEFIPLAN son las siguientes, entre otras:
En un lado del carril, Antonio Gómez Pelegrín, en alianza con Jorge Jaramillo Méndez, director general de Contabilidad Gubernamental, un ingeniero industrial encargado de las finanzas, quien a veces, según versiones, se maneja solo.
En otro, el subsecretario de Finanzas y Administración, Juan Manuel del Castillo González, exsecretario particular de Javier Duarte y fallido aspirante a la presidencia municipal de Córdoba, aliado con el tesorero Arnulfo Octavio García Fragoso, el dueño de los centavos como ha sido tradicional en el manejo interno de la dependencia.
En el otro, el procurador Fiscal, Javier Yáñez Vásquez, asociado con el director de Inversión Pública, Rodrigo García Escalante, camino a la subsecretaría de Egresos, hijo del Contralor y cacique huasteco, exdiputado local y exalcalde y excontralor, Ricardo García Guzmán, amigo entrañable de Miguel Ángel Yunes Linares, desde que ambos noviaban con un par de amigas estudiantes en la facultad de Odontología de la Universidad Veracruzana.
Y en otro, Jorge Fernando Ramírez Tubilla, subsecretario de Ingresos, quien se maneja sólo basado en el gran argumento político inapelable… de su apellido.
Todos, madreándose entre sí, descoordinados, cada uno por su lado, en una frontal lucha por el poder financiero y económico; pero también político y social, quizá, acaso, soñando con el destino, por ejemplo, de Antonio Tarek Abdalá, que de la tesorería de la SEFIPLAN brincó a la diputación federal y de ahí la astróloga de los Llanos de Sotavento dirá…
Y, por tanto, la SEFIPLAN como un barco a la deriva, donde, y como es natural, las pasiones políticas se recrudecen, y por tanto, la institución descarrila.
Y más, mucho más, cuando durante cuatro años con siete meses y trece días ha sufrido los enconos, la egolatría y la frivolidad de seis secretarios, cada maestro con su librito.
III
Según las versiones, cada grupo hablando al oído del jefe máximo, donde unos acusan a los otros, de igual manera como por ejemplo acostumbran el Contralor García Guzmán y el secretario de Infraestructura y Obra Pública, Tomás Ruiz González, en contra del secretario General de Gobierno, Gerardo Buganza Salmerón.
IV
Basta y sobra con referir lo siguiente:
Por la SEFIPLAN han caminado seis titulares en cuatro años y medio.
Y cada uno tiene su manual, sus estilos de hacer política, sus intereses y compromisos, sus lealtades, su equipo.
Pero además, como cada uno llega con el síndrome de Hernán Cortés a las playas de Chalchihuecan, entonces, la SEFIPLAN parece un trapo de cocina.
Y como la mayoría ha llegado sin el conocimiento suficiente en la materia han aterrizado a un aprendizaje, entonces cometen pifias, como fue, por ejemplo, la gran estafa a los pensionados que el día último del mes de junio y días subsecuentes hizo crisis y estalló.
Más aún, quedando manifiesto que todos ellos desconocen el asunto de los pensionados, y lo peor, les vale.
Como el caso, por ejemplo, del subsecretario Juan Manuel del Castillo que ordenó bajar la nómina de los pensionados, de igual forma como el dictador Porfirio Díaz ordenó al gobernador Teodoro A. Dehesa matar en caliente a los indígenas rebeldes de Catemaco.
Y/o como el secretario Gómez Pelegrin, quien con todo el cinismo del mundo inculpó al Instituto de Pensiones, IPE, de la sublevación de los pensionados con marchas en las calles y avenidas de Xalapa porque les pagaron con cheques de hule.
V
En el fondo, y más allá de la disputa sórdida por el poder, jamás debiera olvidarse que Javier Duarte fue subsecretario y secretario de Finanzas y conoce al derecho y al revés el manejo de la SEFIPLAN.
Y, bueno, si cada horda anda por su lado, quizá se deba a que en tal consiste el estilo personal de gobernar y ejercer el poder, pues creando confusión, haciendo creer a todos que cada uno es el hombre de la confianza absoluta, suele generarse un río revuelto y sólo el titiretero, el dueño del circo, sale ganando.
VI
Por eso, antes, mucho antes de que el sexto titular de la dependencia hable de la modernización del manejo del presupuesto…
Y de alinear el sistema presupuestario federal con el estatal y municipal…
Y de generar armonía contable en todos los órganos de gobierno… debería empezar por casa, armonizando, en efecto, a su ejército de mandos, donde, oh paradoja, todos se creen generales de cinco estrellas.
Y lo que es peor: a ninguno interesa el bienestar supremo de los 8 millones de habitantes de Veracruz, hedonistas del poder como son.