domingo, junio 16, 2024

Expediente 2019

El pueblo de los gordos
Luis Velázquez
29 de octubre de 2019

Hay temas de salud pública angustiantes y en donde el gobierno ha fracasado por completo. Incluso, hasta pareciera que ninguna importancia otorga. Por ejemplo, los siguientes:
Uno, la obesidad y el sobrepeso. Dos, el V.I.H. Tres, la desintegración familiar.
Cuatro, el creciente consumo de alcohol. Cinco, la vida sedentaria. Seis, el desorden alimenticio.
Siete, el consumo de droga donde hay pueblos, como Veracruz, que antes eran el paso del sur al norte del país de la droga, y ahora somos un estado consumidor.
Ocho, las adolescentes embarazadas. Nueve, el liderazgo en abortos clandestinos.
Y diez, el consumo insólito de refrescos y fritangas.
Desde luego, algunos de tales pendientes sociales incumben en forma directa a la familia, pero al mismo tiempo, a la secretaría de Salud que ha de empeñarse en crear y recrear un pueblo sano. Y más, porque, decía la cantaleta en el siglo pasado, tiempo priista, un pueblo sano produce más.
Así, la semana anterior fue puesta en la cancha pública el asunto de la obesidad, pues los investigadores descubrieron (una vez más) que México es el país con el mayor número de gordos en el mundo. Y gordos, simple y llanamente, por los malos hábitos de vida y el peor consumo de alimentos chatarra.
Desde luego, nadie duda de que la secretaría de Salud tanto federal como estatal se han ocupado del asunto. Pero dado el resultado, de manera errática y fallida.

¡LA PANZA ES PRIMERO!

La estadística es canija y desoladora:
Siete de cada diez adultos están excedidos de peso.
Y tal cual, honran el libro de Rius, el famoso caricaturista del siglo pasado, de que «la panza es primero». País, cierto, de gordos, pero más aún, de panzones. ¡Vaya nostalgia de un gordo mirando su foto de la juventud, por ejemplo, delgado y fornido, musculoso, sin grasa en el cuerpo, menos, en la panza gloriosa.
Tres de cada diez niños entre 5 y 11 años, en la obesidad total.
Hay niños, revela otro estudio, que pasan 4 horas diarias en la tarde mirando la tele. Además, de las 5, las 6 horas diarias sentados en el pupitre en el salón de clases.
Adolescentes entre 12 a 19 años, gordos. Excedidos de peso. Obesos.
Y por añadidura, el peor estrago, inevitable, como es la diabetes.
La comida chatarra en el recreo, autorizada por la misma dirección de la escuela.
Bastaría recordar que otro estudio descubrió que el estado de Chiapas ocupa el primer lugar mundial en consumo de Coca-cola.
Además, México también mantiene el cuarto lugar mundial y el primero en América Latina en el consumo de comida chatarra. Palomitas y Cheetos, por ejemplo, en los cines. Picadas, gordas, tacos, tortas y panuchos, escurriendo grasa, entre semana y los fines de semana.
El país, entonces, convertido, en una república amorosa, cierto, donde la felicidad está en darse besos y abrazos en vez de disparar balas, pero también, en dejar que la panza agarre la forma caprichuda que desee.

MÉXICO RA, RA, RA

La secretaría de Salud, SS, alardea de logros significativos, aun cuando, y como publicara el columnista Francisco Ortiz Pinchetti, se pontifica sobre la salud de la población «pero sin atacar el problema».
¡Pobrecita dependencia!
La población electoral, aquella que vota en las urnas para elegir gobernantes, ha de entender y comprender que la SS está ocupada con el desabasto de medicinas y materia prima en los hospitales públicos y por ahora, vive atrapada y sin salida con el dichoso dengue y hasta con el VIH, y como en el caso de Veracruz, tratando de librar las acusaciones opositoras de la compra por dedazo, por asignación, por intereses económicos, sociales y políticos de las medicinas.
Y más allá de que al Seguro Popular, inspiración de gobiernos anteriores, le cambien de nombre, y más allá de las denuncias penales contra los ex secretarios de Salud pillos y ladrones como dice el doctor Raúl Ramos Alor, las enfermedades relacionadas con la comida chatarra y la vida sedentaria, el país seguirá conservando el honroso primer lugar mundial en gordos, obesos y excedidos de peso, listos para morir a la vuelta de la esquina.
Por eso, siempre ha de enaltecerse la figura del presidente Lázaro Cárdenas del Río cuando pactara con los empresarios de la cerveza, el aguardiente y el alcohol para disminuir la venta de sus productos en las regiones indígenas, campesinas y obreras, y abatir el consumo fuera de control y que era ya, como ahora, gravísimo problema de seguridad nacional.
Un pueblo gordo rinde menos, mucho menos, en el trabajo, pues a la primera de cambios se cansa y agota, y lo peor, a cada rato se incapacita.
Y ni modo de apostar a una elevada productividad en la fábrica y el taller, en el surco y en las oficinas y en las empresas, negocios y comercios.
Lo peor es que los niños, adolescentes y jóvenes van por el mismo camino.
Peor si se considera el consumo de drogas entre los chicos.

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