martes, abril 23, 2024

Escenarios

•Siete de cada 10 niños toman refrescos

•Un país diezmado y con diabetes

•Fracaso de la política educativa

Luis Velázquez

Uno. Fracaso educativo

Las secretarías de Salud, Educación y Desarrollo Social y el DIF, y también los padres de familia, han fracaso en un punto neurálgico, como es el consumo de refrescos en los niños.

Según los estudios, siete de cada diez niños toman refresco, incluso, con el desayuno.

Claro, en las zonas rurales, el asunto empeora. Y lo peor, con tantas cacayacas anunciando la creación de un hombre nuevo, hasta en las escuelas siguen vendiendo refrescos.

Por eso, el país ocupa el primer lugar en América Latina en ingesta de bebidas azucaradas. Y por añadidura, en diabetes.

163 litros, promedio, consume cada niño de norte a sur y de este a oeste del país.

El programa llamado “Escuelas de Tiempo Completo” incluía, entre otros sanos objetivos, acabar por completo con la venta de refrescos y comida chatarra en las escuelas.

Y más, porque los niños entran a las 7, ocho de la mañana, y salen a las cuatro de la tarde, y en la escuela desayunan y comen.

Y es que así como una característica de la llamada “cultura de la pobreza” consiste en tener en las regiones y colonias populares más jodidas una antena de televisión en el techo de la casa, de igual manera antes, mucho antes que un vaso con agua o un juguito de vez en vez en la mesa, el refresco de cola, tan dañino para la salud que se vuelve una droga.

La secretaría de Educación con Aurelio Nuño Mayer alardea el avance (todavía sin verse ni sentirse) de la llamada Reforma Educativa, pero en lo fundamental han fracasado, pues siguen tolerando que en las escuelas vendan refrescos.

Feliz estará la industria refresquera.

Por eso mismo, incluso, el país también ocupa el primer lugar mundial en panzones, pues, ya lo decía Rius en uno de sus libros, “la panza es primero”.

Dos. “Tomaduras de pelo”

Una cosita llamada de manera despampanante Comisión de Derechos de la Niñez de la Cámara de Diputados estará alucinando, pues convoca al gobierno de Enrique Peña Nieto “a concientizar a los niños” para que dejen de tomar refrescos.

Y “se cura en salud” descubriendo que por eso el país ocupa lugar honroso en el mundo por el sobrepeso, la obesidad y la diabetes.

Caray, vaya “tomadura de pelo”.

En su gobierno, el presidente Lázaro Cárdenas del Río prohibió, en común acuerdo con la secretaría de Salud, la venta de cerveza en las zonas indígenas y campesinas de la nación.

Y por más y más que la industria cervecera se encabritó, el presidente se mantuvo.

Ene número de veces las secretarías de Salud y Educación se han lanzado contra el sobrepeso, sin ningún resultado social.

Muchas veces en el Congreso de la Unión han sesionado para, digamos, disminuir el alto contenido de azúcar en los refrescos y de nada ha valido.

Cada semana, a la montaña negra de Zongolica, trepan varios camiones de carga repletos de cerveza pues el consumo es elevado y ninguna autoridad lo ha registrado.

De norte a sur y de este a oeste de Veracruz, cada vez se abren más changarros con venta de refrescos y con venta de alcohol, y más cantinas y antros, y en contraparte se cierran librerías, y a ninguna autoridad municipal ni estatal ocupa ni preocupa.

Cada vez el anuncio de refrescos en la televisión se multiplica, casi casi como el número de telenovelas (la basura que tanto divierte a la población) y tal constituye la cultura popular…. que de reality-shows también vive el pueblo.

Por eso, antes de concientizar a los niños como alardean los diputados federales, la política de salud social empieza en las secretarías de Estado y en las secretarías de los estados.

Tres. La educación inicia en casa…

Desde luego, la educación inicia en casa. Y por añadidura, los padres han de ser reeducados.

El refresco de cola, por ejemplo, nunca puede faltar en el refrigerador hogareño.

Y a la hora de la comida, antes de poner la sopita de pasta están los refrescos.

Hay, sin embargo, familias donde nunca, jamás, sirven un refresco, y los niños sólo toman agua, porque así fueron educados.

Pero dado el hábito y la costumbre nacional…

Y si en el país se consume más refresco que en el cualquier parte del mundo…

Y si el consumo de refrescos es altamente nocivo para la salud, pues únicamente brinda “calorías vacías que aumentan el peso y el desequilibrio hormonal”, entonces, es hora de que el gobierno cambie la estrategia de salud pública.

Hay, por ejemplo, una ley que prohíbe la venta de comida chatarra, incluyendo refrescos y bebidas azucaradas en las escuelas, y en ninguna escuela se cumple.

Y menos, mucho menos, la secretaría de Educación está pendiente de vigilar la aplicación de la ley.

Tampoco el DIF, al alimón con las secretarías de Educación, Salud y Desarrollo Social, ha mirado la reeducación familiar.

¡Ah!, pero los diputados federales de la Comisión de Derechos de la Niñez dicen que han de concientizar a los infantes.

¡Vaya farsantes!

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