martes, mayo 21, 2024

Expediente 2017

Un duartista puro…

Por Luis Velázquez

El caso del diputado federal, Antonio Tarek Abdalá, echa chispas. Como ningún otro duartista está dando la pelea. La Auditoría Superior de la Federación, ASF, por ejemplo, lo ha acusado de desvío de recursos. El SAT, Sistema de Administración Tributaria, trascendió que le embargó bienes. Pero él, echado para adelante, clama inocencia. Y demostrará, dice, su pureza.

Quizá se trata del caso más emblemático y simbólico. Y más, ahora en que parte importante de las elites duartianas están agazapadas, digamos, arrodilladas por la Yunicidad. Otras, en cambio, amparados. Otras más, ha trascendido, que buscaron un padrino (caso Adolfo Mota Hernández a través del senador Emilio Gamboa Patrón) para el perdón del góber azul.

En su tiempo se conocerá el dictamen. Por ejemplo, si el Congreso federal le quita el fuero para enfrentar la denuncia penal. Y si la ASF y el SAT documentan más los hechos.

Y más, cuando al momento Javier Duarte cumple 138 días “a salto de mata” y en el penal de Pacho Viejo solo está preso el ex secretario de Seguridad Pública, Arturo Bermúdez Zurita.

Con todo, hay duartistas que miran tiempos peores para Tarek Abdalá.

Por ejemplo, de los tesoreros que pasaron por la secretaría de Finanzas y Planeación, SEFIPLAN, dueños de la pelota porque usufructuaron la confianza absoluta de Javier Duarte y Karime Macías está Tarek Abdalá.

Tarek fue tesorero con los siguientes titulares de SEFIPLAN: Tomás Ruiz González, Salvador Manzur Díaz (quien solo durara 27 días en el cargo), Carlos Aguirre Morales, Fernando Charleston junior y Mauricio Audirac, tiempo aquel cuando el PRI lo nominó candidato a diputado federal por la Cuenca del Papaloapan.

Y con tanto tiempo en el mando, muchas, muchísimas cositas pudieron ocurrir.

De entrada, porque el tesorero de SEFIPLAN siempre estuvo encima del secretario, y por tanto, manejaba tanto los recursos estatales como federales con absoluta

discrecionalidad, sin la fiscalización del ORFIS, la Comisión de Vigilancia del Congreso y la Contraloría.

Eran los signos de entonces, como cuando su antecesor en la tesorería, Vicente Benítez González, “El chileno”, cumplió la orden de enviar 25 millones de pesos, en billetes nuevecitos de 500 y mil pesos, amarrados con ligas, en unas maletas negras del aeropuerto de Xalapa a Toluca, siempre se aseguró, como un abonito a la campaña presidencial de Enrique Peña Nieto.

Fue cuando “El chileno”, ahora ungido diputado local, fue despedido de SEFIPLAN y en su lugar entró Tarek Abdalá.

LOS HOMBRES DE “LA OPERACIÓN LICUADORA”

Duarte impuso la llamada “Operación licuadora” que consistía en desviar los recursos federales a otros programas sociales, a otras regiones, a otras personas y/o al jineteo bursátil.

Los operadores del prófugo de la justicia eran tres:

Uno. Tarek Abdalá, en SEFIPLAN.

Dos. Édgar Spinoso Carrera, actual diputado federal, en la secretaría de Educación, donde despachaba Adolfo Mota Hernández.

Y tres. Ricardo Sandoval, en la secretaría de Salud.

Hoy, a casi cien días del inicio de la yunicidad, Tarek está en la mira de la mismita Auditoría Superior de la Federación.

Ricardo Sandoval ha sido denunciado por la secretaría de Salud federal en la Procuraduría General de la República, PGR.

Y solo Édgar Spinoso, y por alguna circunstancia rara y extraña, permanece intocado.

Hay versiones de que de igual manera que Moisés Mansur Cisneyros, el prestanombre de Duarte, y Adolfo Mota, habría pactado su absolución a cambio de devolver parte de los bienes.

Incluso, hasta se afirmó que devolvió uno de sus aviones.

Pero si así pudo ocurrir, la ley es categórica. Además de “devolver el dinero robado” (que tanto clamaban los tres Yunes, Yunes Linares, Yunes Zorrilla y Yunes Landa), han de someterse a un proceso penal.

Tarek se está defendiendo “como gato boca/arriba”.

DELITOS POR ACCIÓN Y OMISIÓN

Según la Ley de Responsabilidades de Funcionarios Públicos hay delitos por acción (en que el político participa) y por omisión (en que el político se hace sordo, omiso y occiso y “deja hacer y deja pasar”).

Según versiones, hacia el año 2014, el Auditor Superior de la Federación notificó por escrito a Javier Duarte las irregularidades millonarias al momento.

Entonces, señalaba a Mauricio Audirac Murillo como culpable por omisión porque se hizo tonto para fiscalizar las cuentas, en tanto Tarek era señalado culpable por acción, pues él habría apretado el botón nuclear para el desvío de los fondos federales.

Pero más aún: así como están las cosas con un lodazal que apesta a cloaca, caja de Pandora con los males del mundo, falta definir (a menos que la ASF lo tenga documentado) si Tarek se embarró, o simplemente dejó que el desvío terminara en otras cuentas bancarias, digamos, las de Duarte y/o Karime Macías, quien le llamaba “mi hermano”.

El caso es que Duarte y Karime están prófugos y Tarek enfrenta la peor pesadilla política de su vida. Quizá estará lleno de nostalgia arrepintiéndose todos los días de que más le valía haberse quedado de basquetbolista estrella en Estados Unidos.

Poco le duró el gusto. Menos de un sexenio.

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