Escenarios

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  • Si Duarte fuera renunciado… 
  • Descarrilaría al PRI en 2016 
  • Por eso, terminará el sexenio

Luis Velázquez

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Cuatro años con ocho meses y quince días después, por fin el veinte ha caído a tirios y troyanos. Javier Duarte, el gobernador número 73 de gobernador, terminará el sexenio. A rumiar, pues, a otra parte.

Convertido en el góber más polémico y controvertido de la nación, que todavía está en una y tiene encima otra, ene número de veces renunciado por adversarios y enemigos, como el dinosaurio de Tito Monterroso ahí sigue.

Pero, además, con el ánimo suficiente para seguir manejando la política política y ganar las batallas enfrente.

La primera, y la más importante del sexenio, la gubernatura, y la segunda las diputaciones locales el año entrante.

Pero además, con todo y la revoltura y turbulencia que se vive y padece, si a estas alturas Duarte fuera, digamos, enfermado y renunciado por el altiplano, Duarte descarrilado, en automático descarrilaría al candidato priista a gobernador.

Y por eso mismo, en automático, está blindado.

Y si en los últimos casi tres años Enrique Peña Nieto ningún dedo ha movido para ordenar el caos en el territorio jarocho, menos lo moverá de aquí pa’lante.

Los Yunes azules, por ejemplo, y entre otros, se darán ya por vencidos.

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Además, está claro: el juicio de la historia como tampoco el juicio popular en ningún momento interesa al gobernador.

Simple y llanamente, le vale.

Y más en un joven político bipolar, explosivo, rencoroso y vengativo, al que nunca interesó el destino social de la población, como tampoco a la mayor parte del gabinete legal y ampliado.

Toda su vida pública ha caminado sobre nardos y tal cual concluirá el mandato para según las versiones retirarse un ratito a la vida privada en su casa de Arizona y/o en España, y luego, el karma dirá.

Se retirará, claro, sin problemas económicos a la vista, pues sus ahorritos como gobernador le permitirán vivir sin sobresaltos, como decía Benito Juárez, ajá, con la medianía de su salario.

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Incluso, la cuenta regresiva ha iniciado y por el contrario, el góber de la Complutense opera como en el primer día, moviendo sus fichas, haciendo más nombramientos que ya lleva 80, integrando su lista de candidatos a diputados locales, los suyos, concesionando notarías, y alternando con la justa más importante del sexenio como es la sucesión.

Y es que, bueno, y por ejemplo, a la LXIV Legislatura que habrá de integrarse el año entrante corresponderá dictaminar sobre su quinto y sexto año de gobierno, y por tanto, dejará aceitada la maquinaria con los suyos para que le cuiden la espalda y disfrute sin sobresaltos el futuro inmediato y mediato.

Ene número de kilos de tinta y papel periódico y horas de raiting en la radio y la televisión fueron desparramados sobre su renuncia y nunca nadie acertó. Les falló la bolita de cristal.

Que dejará espantosa deuda pública, el gobernador que sigue habrá de apechugar.

Que hay muertos en la impunidad, ya sabrá el siguiente su actitud.

Que nunca hubo obra pública; pero dejó, digamos, obra política política.

Que sus barbies quedarán a la deriva, ya les otorgó prebendas en demasía.

Que el grito callejero lo sataniza, en el CDE del PRI lo quieren, respaldan, respeten y blindan.

Que lo llaman asesino, los priistas reviraránn afirmando que ‘’somos objeto de calumnias infundadas, descalificaciones dolosas y señalamientos falsos’’ como expresara el

protegido del cacique sureño, Marcelo Montiel Montiel, Víctor Rodríguez, a la hora de ser ungido líder del Movimiento Territorial.

Que ha convertido a Veracruz en una fábrica de pobres con un millón y medio de pobladores que solo hacen una comida o dos al día, y mal comidas, son infundios del Coneval.

En fin, los políticos de la nación podrán adoptar sus frases bíblicas: «Aquí no pasa nada» y «La verdad nos hará libres» y de que todo mundo ha de portarse bien, pues en el mes de diciembre 2016, Javier Duarte festejará la navidad con su familia en España, cuando para entonces, los aviones, las camionetas blindadas, las escoltas y, de paso, los sobresaltos periodísticos, se habrán conjurado como por arte de magia.

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Los profetas del desastre fracasaron con sus vaticinios.

¡Javier Duarte vive!

Y los priistas con sus barbies lo aclaman.

Va, pues, la espada tricolor en prenda…pues los valientes no asesinan.