Por: Luis Velázquez
03 de julio de 2015
El panismo está en el carril electoral para designar al nuevo comité ejecutivo nacional que, entre otras cositas, llevará la elección de 12 gobernadores el año entrante, pero más aún, la elección presidencial, donde desde ahora juegan, y por lo pronto, un par de aspirantes, a saber, Gustavo Madero, el nieto del presidente mártir, Francisco I. Madero, y el gobernador de Puebla, el elbista Rafael Moreno Valle.
En un lado del carril compite el senador Javier Corral, quien iniciara como reportero en Chihuahua y mudara a un político crítico y disidente dentro del mismo PAN, incluso.
Javier Corral juega a una línea cercana al Yunque, el grupo radical del PAN, al que, por ejemplo, pertenecieran en Veracruz Gerardo Buganza Salmerón, Julen Rementería del Puerto y Alejandro Vázquez Cuevas, “El pipo”, dado de baja como panista, pero operando en las lides políticas de la tierra jarocha según su conveniencia.
En el fondo son viejos priistas que se desgarran las vestiduras y cortan las venas en el debate ideológico de los grandes viejos luchadores de la Rusia del siglo pasado, como Lenin y Troktsy.
Pero, además, Javier Corral de pronto arremetió en contra del gobernador de Chihuahua, el priista César Duarte, y cuando el góber le recordó que su hermano estaba en la cárcel por crimen organizado, de inmediato se sumió en el silencio para así dejar de hacer olas.
Ahora, y luego de que el tabasqueño, ex priista y ahora panista, Juan José Rodríguez Pratts, se retirara de la contienda interna por la dirigencia nacional del PAN, Javier Corral ha aglutinado a los panistas ortodoxos, antimaderistas y hasta anti-calderonistas y, bueno, ya se verá si la estrategia le surte efecto, pues si algo pierde al senador es su toma de decisiones con el hígado y el corazón más que con la frialdad de las neuronas.
Además de que por eso mismo está excluido del grupo panista en el Congreso de la Unión y por si fuera poco, por los gobernadores azules que en estas lides significan una gran fuerza electoral interna tanto por el control de la militancia en sus estados como por el billete.
LOS SEÑORES DE LOS MOCHES
En el otro lado del carril juega Ricardo Anaya, el diputado federal mejor conocido como El señor de los moches, por la fama pública de que solían cobrar el diezmo y el doble diezmo a los presidentes municipales y gobernadores de su partido en caso de tramitar recursos federales fresquecitos para sus entidades.
Ricardo Anaya es impulsado por un grupo azul integrado, entre otros, por Gustavo Madero, el góber poblano, Rafael Moreno Valle, y Miguel Angel Yunes Linares, los dos últimos panistas y proyectados en su momento por la profesora Elba Esther Gordillo, la dueña del SNTE desde Carlos Salinas y la primera presa política del presidente Enrique Peña Nieto cuando se soñó más chingona que el señor de Los Pinos.
Pero, además, a tal mafia azul también pertenece Francisco Domínguez, el gobernador de Querétaro, cuya fama pública es que pactó negocios con los carros de la basura en el Boca del Río del alcalde Miguel Ángel Yunes Márquez según la denuncia del diputado local, José Ramón Gutiérrez, ex panista y ex aliado de Miguel Ángel Yunes Linares, a quien, incluso, declaró su héroe patrio y ahora, ni hablar, sorpresas que da la vida, es un adorador del secretario de Seguridad Pública, el denominado por sí mismo El loco soñador, general de West Point, Arturo Bermúdez Zurita.
En el comando panista también está el diputado federal, José Isabel Trejo, secretario general del CEN del PAN.
Y en tal rejuego resulta curiosa la siguiente circunstancia:
Yunes Linares, quien fuera fans de Vicente Fox Quesada y luego de Felipe Calderón Hinojosa y después de Ernesto Cordero y más tarde de Josefina Vázquez Mota, es decir, muchos bandazos, guarda una difícil y cuestionable lealtad a Gustavo Madero, quien también sueña con la candidatura presidencial y que chocará con la aspiración del góber poblano, Rafael Moreno Valle, de quien Yunes Linares es un operador cercano.
Claro, con tantos bandazos nada fácil resultaría que también lo traicione, por más y más que por ahora, según la fama pública, ha seducido, como es una de sus estrategias, a Gustavo Madero, a quien le ha acercado contribuyentes financieros como por ejemplo, Isaías Montiel Montiel, gasolinero próspero, cuya hija, Patricia Montiel, perdió la candidatura panista a diputada federal por el distrito de Huatusco, por más capital político y financiero que en la contienda invirtió el diputado federal, Víctor Serralde Martínez, dueño del CDE del PAN con Pepe Mancha, y de 45 de los cien consejeros y de la mayoría de los comités municipales, y declarado promotor de Yunes Linares para la candidatura panista a gobernador el año entrante.
JUGADA DE YUNES LINARES
Yunes Linares, a quien César del Ángel, líder de los 400 Pueblos, tiene demandado por los abusos y excesos del poder en el Chirinismo, cuando fungiera como vicegobernador, busca quedarse como vicecoordinador de los diputados federales en el Congreso de la Unión, alternando con Gustavo Madero.
Pero también, y de paso quedarse con la presidencia de la Comisión de Gobernación para pegarse más al hidalguense Miguel Ángel Osorio Chong, ambos que son amigos del ex procurador de Justicia y titular de la SEDATU, el exgobernador Jesús Murillo Karam.
Tal cual, se está fortaleciendo el llamado Cartel de Boca del Río, como de hecho y derecho están llamando al grupo en el CEN del PAN, y en donde también participan, además de Ricardo Anaya, Jorge Iván Villalobos Seañez, diputado federal a punto de concluir el mandato legislativo, y quien fuera secretario particular de Gustavo Madero Muñoz.
En el grupo de igual manera está el diputado federal Alberto Villarreal (también apodado El señor de los moches, aun cuando asegura que la PGR lo exoneró), y destituido por Gustavo Madero como coordinador de la banca panista, luego de aquella fiestecita orgiástica en la mansión de Villa Balboa, en la carretera de Puerto Vallarta, con la taibolera más codiciada de Acapulco, sobrenombre de Montana, y seis chicas más a quienes siete diputados azules (entre ellos, Jorge Villalobos) pagaron 35 mil pesos para desestresarse del trabajo legislativo.
De ser así, como se perfila en el escenario azul, el llamado Cartel de Boca del Río se adueñaría del CEN del PAN, con la característica singular de que muchos serían panistas mochos que van a michas con los moches.