- Alberto Silva, el lenguaraz número uno del duartismo
- En su locuacidad exigirá prueba de embarazo a las mujeres aspirantes a un cargo de elección popular
- Como una cacatúa demanda respeto a la sacrosanta investidura de Javier Duarte
Luis Velázquez
La diarrea mental que el presidente del CDE del PRI, Alberto Silva Ramos, está padeciendo desde que tomara posesión lo encamina al descarrilamiento político de igual manera como sucediera a Salvador Manzur Díaz que por lenguaraz diciendo que los programas sociales de la SEDESOL “son oro molido para ganar elecciones” quedó fuera del gabinete, y lo peor: perdió la candidatura priista a gobernador.
Incluso, él solito se ha empinado ya cuando el martes 3 de noviembre, en Xalapa, advirtiera que para nominar a las mujeres priistas candidatas a un puesto de elección popular les aplicarán una prueba de embarazo.
Y aun cuando la secretaria General, Regina Vázquez Saut, ex presidenta municipal de Acayucan y ex diputado federal, aguantara vara y callara, la presidenta del Colectivo de Desarrollo Entre Mujeres, Mayela García, acusó a Beto Silva de misógino.
El dirigente priista “es ridículo” dijo la titular de la ONG. Se trata, insistió, “de una directa y franca discriminación misógina”.
Incluso, dijo, así haya sido una broma, porque, digamos, quiso alardear de una ironía, un sarcasmo, de cualquier forma, lo manifiesta como un político misógino.
Y más todavía si se considera que “El cisne” mudado en “una guajolota” según el periódico Notiver, es un político vanidoso y ególatra, enamorado de sí mismo, proclive a promover sus selfies en poses metrosexuales, tipo Truman Capote cuando a los 19 años de edad publicara su primer libro, Otras voces, otros ámbitos, con una foto erótica donde se tiró en un sofá en una pose subliminal.
Más frívolo que cualquier quinceañera, más, incluso, que el Fiscal General y/o el secretario de Desarrollo Económico del duartismo, la diarrea mental del presidente del CDE del PRI se ha ido con todo a la yugular de la población femenina de Veracruz, que significa el 56 por ciento de la población.
Ni siquiera, vaya, se acepta, aunque haya sido, digamos, en broma, un desliz lenguaraz, pues expresa lo que en realidad siente y piensa.
Es más, el discurso “Silvano” hacia las mujeres bien pudiera encartarse en la política sexenal de menosprecio.
Por ejemplo, el tiempo aquel cuando la entonces procuraduría de Justicia rechazara que en Veracruz existían mujeres desaparecidas, porque todas se habían fugado con el amante en turno.
Ahora mismo, el Fiscal General elegido por nueve años, Luis Ángel Bravo Contreras, sostiene que la Alerta de Género por los feminicidios resulta innecesaria, porque, bueno, en el asesinato de muchas damas se incumplen las características establecidas por la ley.
“Yo considero que no”, dijo el otro frívolo y egocéntrico duartista, a quien con unas copitas en el alma y el corazón le da por cantar porque se siente un barítono. “Pero soy respetuoso”, añadió, luego, claro, del desprecio manifiesto.
En tanto, las ONG de mujeres en Veracruz y en el país han interpuesto la solicitud de Alerta de Género en la tierra jarocha, de igual manera como por lo pronto ya lo obtuvieron en el estado de México del presidenciable Eruviel Ávila y en Morelos del también presidenciable Graco Ramírez.
Unidos, pues, el presidente del CDE del PRI y el Fiscal “son invencibles”… en contra de las mujeres, como dijera Regina Vázquez Saut de la familia priista.
EL ARCÁNGEL DE DUARTE
En la diarrea mental que padece el CDE del PRI, que ni siquiera se cura con Pepto Bismol y/o Kaopectate, le ha dado por exigir a tiro por viaje respeto a la sacrosanta investidura del gobernador, como si el respeto pudiera lograrse por decreto.
Pero más aún, su convocatoria tiene como único destinatario a los senadores priistas, Pepe Yunes Zorrilla y Héctor Yunes Landa, a quienes señala como culpables de la falta de unidad en el partido tricolor, cuando desde el poder duartista los rafaguean con todo, desde las cañas de pescar hasta la madriza mediática.
El presidente del partidazo insiste en que con el simple hecho de pedir “el respeto al gobernador… no es mucho” y que por lo pronto ha merecido la respuesta de Héctor Yunes diciendo que el respeto se gana con hechos.
Tal cual, el exalcalde de Tuxpan que se negara a pagar las cuotas obreropatronales al Seguro Social y endrogara al municipio como nunca antes, además, por su alto gasto mediático, se cura en salud y se ofrenda como víctima mesiánica diciendo que “sólo quiero abonar la unidad del PRI”.
Igual que Poncio Pilatos se lava las manos y ante la militancia tira la piedra y esconde la mano asegurando que aquí, en el PRI, “respetemos y queremos a los senadores”, pero eso sí, siempre y cuando respeten a Javier Duarte.
Porque Duarte, asegura, “es un referente nacional”.
Y claro que Duarte lo es.
Por ejemplo, es el gobernador con mayor número de reporteros y fotógrafos asesinados.
Es el gobernador donde Enrique Peña Nieto perdiera la elección presidencial.
Es el gobernador, como dijo la Auditoría Superior de la Federación, con el peor lodazal en el manejo de los recursos federales y por eso mismo la denuncia penal en la procuraduría General de la República contra 19 duartistas.
Es uno de los gobernadores con la más elevada deuda pública.
Es el gobernador con el mayor número de funcionarios despedidos y enrocados y que en su caso llega a 83 en el sexenio.
Es el gobernador que en ninguna ocasión ha paseado por alguna de las ocho regiones indígenas de Veracruz.
Mesiánico, vanidoso enfermizo, petulante, Alberto Silva se atraganta con su diarrea verbal y dice que aquí “se acabó la sana distancia del PRI con Duarte, porque mi fuerza política lo acompañará y me convertiré en la primera línea de su defensa”.
Tanta que ahora para nominar a mujeres priistas a un cargo de elección popular les exigirá prueba de embarazo.
“Es un misógino” le reprochó una ONG.
Los amigos de Salvador Manzur le apodan “El oro molido”. Los amigos de Silva Ramos bien podrían apodarlo “La prueba de embarazo”.