- El resbalón de Chárleston Jr.
- Duartistas pidieron su renuncia
- El góber, transparente, dice
Luis Velázquez
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Por fin, luego de permanecer apenas once meses como secretario de Finanzas y Planeación, y luego de dos secretarios que le han seguido, el todavía diputado federal, Fernando Chárleston Hernández, habló de una de las razones de su renuncia:
“Tuve el apoyo del gobernador para aplicar medidas de austeridad muy fuertes, tan fuertes que muchos secretarios de despacho pidieron mi renuncia” (Rosalinda Morales, Imagen, sábado 25 de julio, 2015).
Lo malo es que, como todos los políticos, Chárleston junior tira la piedra y esconde la mano, y en ningún momento se atreve a pronunciar el nombre de los secretarios del gabinete legal que lo descarrilaron, quizá, sin duda, a partir de la intriga, la calumnia y la difamación.
Incluso, como el mismo director de Comunicación Social de la época, Alberto Silva Ramos, diputado federal electo, quien lo enfermera de epilepsia, cuando días después de su renuncia, Charleston disfrutaba el sol de Cancún en compañía de su familia y un matrimonio amigo.
Pero más aún:
Alguna razón poderosa debió haber tenido el extitular de la SEFIPLAN para tal revelación (quizá, ni modo, se le salió) porque, al mismo tiempo, trasluce otra realidad:
Por un lado, el gobernador le apoyó para “aplicar medidas de austeridad”, y por el otro, está visto que nunca, jamás, operaron, primero, por su renuncia, es decir, pudieron más las presiones de los secretarios del despacho que la orden del jefe máximo.
Y segundo, porque en caso de la aplicación de tales “medidas de austeridad”, el resultado lo ha resumido el senador Pepe Yunes Zorrilla:
Uno, desorden administrativo. Dos, colapso financiero. Y tres, corrupción política.
Más vale que el diputado Charleston siguiera con el zipper en su boca y sus neuronas.
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En esa lógica habría de preguntarse los motivos por las cuales los políticos, Chárleston en su caso, se refieren a medias a los hechos y circunstancias, pues si habla de que “muchos secretarios de despacho pidieron mi renuncia”, caray, un político honesto, íntegro, vertical, firme y seguro le pone nombres a las personas.
Y más, como él mismo afirma, cuando fueron muchos.
Claro, según Pitágoras muchos es plural, y dos ya es plural; pero de igual manera, pueden ser cinco, diez, quince.
Aunque, bueno, nadie olvida que, en todo caso, se trata de una práctica priista desde el siglo pasado, mejor dicho, desde siempre, con el lenguaje político a medias, criptográfico, donde todo se insinúa, para evitar, digamos, comprometerse, y/o en todo caso, exponerse a una venganza de los dinosaurios tricolores, bajo el argumento que no es tiempo.
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Sin embargo, en su declaración cantinflesca, el legislador federal que pronto terminará su mandato constitucional sin pena ni gloria para la población menesterosa y precaria de Veracruz, y menos del país, también defiende lo indefendible.
Dice, por ejemplo:
“En Veracruz, el gobernador Javier Duarte ha intentado que todos los recursos estén en una caja de cristal”.
Caray, habrá de valorarse la lealtad perruna del diputado federal a su amigo, porque bastaría remitirse a la Auditoría Superior de la Federación con su denuncia penal ante la procuraduría General de Justicia de la nación en contra del gobierno duartista para mirar los hechos de otra manera.
También habría de preguntar a las decenas, cientos quizá, acaso miles, de prestadores de servicio al gobierno jarocho a quienes todavía adeudan y los mantienen, por un lado, con abonitos, y por el otro, con la esperanza abierta.
Más grave, no obstante, eso de la caja de cristal si se considera que la SEFIPLAN está pagando con cheques de hule, cheques sin fondo, a los pensionados del IPE, como también hace nueve meses han dejado de pagar 833 pesos mensuales que el DIF estatal ofreció a 40 mil seniles jodidos, pobres y miserables, sin seguridad social.
Flaco favor hace Chárleston junior al gobernador, cuando sin duda ningún ciudadano más o menos informado cree en su palabra y, por tanto, más le convendría dedicarse de lleno a su vocación artística, tocando la guitarra, cantando a José José, donde tendría más éxito.
Y más, cuando asegura que las observaciones de la Auditoría Superior de la Federación, ASF, al duartismo, son normales.
Incluso, tan normales que la ASF interpuso una denuncia penal en la PGR, con copia a la secretaría de la Función Pública, donde varios duartistas, entre ellos, Gabriel Deantes Ramos y Adolfo Mota Hernández, están involucrados.
Más todavía:
Chárleston está terminando la curul federal como un gran demagogo, cuando dijo que “los dineros públicos que se usan no son de los funcionarios, sino del pueblo”, de tal manera que así quedó mano a mano con el senador Héctor Yunes Landa, cuando dijera que “político que es rata… rata es”.
En todo caso, hablando de ratas más éxito tuvo Paquita la del barrio con su canción popular “rata de dos patas, rata inmunda, animal rastrero, escoria de la vida, maldita sanguijuela”.
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¡Ah; pero el señor diputado Chárleston dijo, que nadie lo olvide, que “los dineros públicos… son del pueblo”.
Y, por tanto, ha de preguntarse ¿a qué pueblo se refería?
¿Al pueblo que aplaudió a rabiar a Emiliano Zapata y Pancho Villa cuando entraron a la ciudad de México?
¿Al pueblo que vitoreó en el puerto jarocho a Porfirio Díaz cuando trepó al Ipiranga exiliado a París?
¿Al pueblo que acarrean en cada evento político para tirarse al piso del presidente de la república y/o el gobernador?
¿Al pueblo que fue declarado por el CONEVAL en grado de extrema pobreza, es decir, que sólo hace una o dos comidas al día?
¿O al pueblo encarnado en los políticos duartistas que han saqueado las arcas y construido dos mansiones en el fraccionamiento Las Animas, una plaza comercial y un edificio de cuatro pisos en Xalapa, como Gabriel Deantes Ramos, secretario de Trabajo y Previsión Social, tamaulipeco, pues, trabajador?
Cuidado con la lengua, diputado, porque en la casa del jabonero…