jueves, abril 25, 2024

Columna Sentido Común: El INE no debe morir

Gabriel García-Márquez 

Por aquello de que se nos haya olvidado ya, los orígenes del Instituto Nacional Electoral se remontan a 1990, cuando era presidente Carlos Salinas de Gortari, quien promovió la creación del Instituto Federal Electoral, que sería el órgano especializado en materia de elecciones. Anteriormente, desde 1977, era la Comisión Federal Electoral la que se encargaba de organizar, vigilar y calificar las elecciones. Esta comisión estaba presidida por el secretario de Gobernación, junto con un representante de la cámara de senadores, otro de la de diputados y un representante de cada partido político con registro.

Fue en 1990, siendo presidente de la República Carlos Salinas de Gortari, cuando se expidió el Código Federal de Instituciones y Procedimientos Electorales (COFIPE) en que se ordena la creación del Instituto Federal Electoral (IFE), con la finalidad de dar certeza, transparencia y legalidad a las elecciones federales. 

En ese entonces todavía presidía el Consejo General el secretario de Gobernación, más seis consejeros magistrados sin filiación partidista, pero profesionales del derecho a propuesta del presidente de la República y aprobados por las dos terceras partes de la Cámara de Diputados. También integraban el IFE un director y un secretario general; dos diputados y dos senadores, y un número variable de representantes de los partidos que eran elegidos de acuerdo con la votación obtenida por sus partidos.

Posteriormente en 1993 se vuelve a reformar la ley y el poder legislativo le otorga al IFE las facultades para declarar la validez de las elecciones de diputados y senadores, expedir constancias de mayoría para los ganadores y establecer los topes de campaña. 

En 1996 se vuelve a realizar otra reforma electoral mediante la cual se reforzaron la autonomía e independencia del IFE y se deslinda completamente del poder ejecutivo, estableciendo que la organización de las elecciones es una función estatal que se realiza a través del organismo público AUTÓNOMO denominado INSTITUTO FEDERAL ELECTORAL, con personalidad jurídica y patrimonio propios.  Así como también se eliminan las figuras de director y secretario general, y se crean la presidencia del consejo general y la secretaría ejecutiva, además de las comisiones permanentes a cargo de consejeros electorales.

Fue en el 2014 cuando se crea una nueva autoridad electoral nacional con el nombre de Instituto Nacional Electoral (INE) que pretende homologar la organización de procesos electorales federales y locales, garantizando la democracia electoral, organizar los procesos federales, coordinándose con los organismos electorales locales en la organización de comicios en los estados. 

Para asegurar la imparcialidad y profesionalismo de los funcionarios electorales se creó un Servicio Profesional Electoral Nacional (SPEN). 

A 23 años de la fundación del IFE, que luego se convertiría en INE, los procesos han cambiado considerablemente y el voto se ha respetado, tan es así que se dio por terminada la hegemonía del PRI, que fue desplazado por el PAN por espacio de dos sexenios, regresando posteriormente un presidente priista y ahora un presidente de Movimiento de Regeneración Nacional, mejor conocido como Morena.

Nunca como ahora ha habido elecciones más transparentes y limpias, que cuando la decisión se tomaba en la secretaría de Gobernación, donde los votos no se contaban abiertamente y los partidos de oposición solamente eran comparsa del partido dominante. 

Esperamos que esta nueva reforma que se está planteando, sea para mejorar el funcionamiento del INE y corregir los errores que se pudieron haber cometido, pero no para desaparecer un instituto que les ha dado certeza a los mexicanos de que los resultados de los procesos electorales son legítimos, aun cuando todavía se hable de acarreos, de manipulación de la voluntad del pueblo y de la intervención de dinero mal habido en algunos casos.

Los mexicanos esperan una ley electoral moderna, pero que no regrese al pasado en que el poder ejecutivo proponía, disponía y decidía. El INE debe modernizarse, pero no debe morir, toda vez que hoy como nunca hay democracia en México.

Nota. – Este artículo fue escrito con datos tomados del portal del INE. 

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