miércoles, junio 26, 2024

Expediente 2020

Por Luis Velázquez

El primer intelectual de México en reconocer su homosexualidad fue el escritor Salvador Novo, y el segundo, el pintor Juan Soriano.

Una vez, Novo y sus amigos viajaban en un autobús urbano y cuando se acercaba la calle donde debían bajar, gritó con su voz de locutor y con el tono en el más alto decibel:

“¡Putos, ya llegamos!”.

Y jaló el timbre del autobús. Y sus amigos, todos gays, ocultaron la cabeza en el pecho y solo Novo se bajó y ellos se bajaron cuadras más adelante uno por uno.

Juan Soriano descubrió su homosexualidad pues fue el único hermano con cuatro hermanas más y fue creado por trece tías.

De entonces a la fecha, el camino de la diversidad sexual ha estado lleno de espinas, abrojos y cardos.

Por ejemplo, en el año anterior, tan solo en Veracruz hubo veintitrés crímenes de odio, todos, igual que los feminicidios (genocidios les llama la diputada federal de MORENA, Lorena Villacicencio), en la impunidad.

Uno de los últimos asesinados fue Abiram, el joven licenciado activista de Xalapa cuyo homicidio de pronto cayó en el abismo de la impunidad cuando una ONG de gays declaró que habían asesinado a uno de los suyos.

Fueron, son, como les denominan ellos mismos, crímenes de odio.

Y como dice Villavicencio, “si a las mujeres las están matando en el país por el único delito de ser mujeres”, a los homosexuales por ser gays.

Y es que, además, han sido ejecutados todos con saña y barbarie, “alevosía, ventaja y premeditación”, la última, por ejemplo, de 17 años, en Catemaco, asfixiado con un cable y sangrando por la nariz.

Es el Veracruz más sórdido y siniestro en la historia local. Y sombrío, porque la ola de violencia está descarrilada, fuera de control en la ruleta rusa, y por añadidura, en la peor impunidad del mundo.

Y más peor todavía cuando el góber jarocho de AMLO predica y repite en el púlpito político que los feminicidios van a la baja, aun cuando ninguna palabra expresa sobre los crímenes de los gays.

Y el secretario General de Gobierno exclama que “allí van… en materia de feminicidios”.

Y la Fiscal cacarea en la cancha pública con toda la insensibilidad del mundo que los feminicidios van a la baja en caída libre, aun cuando va al cine en plaza comercial de Xalapa a ver la película “Mujercitas” un día lunes en la noche escoltada por un montón de policías.

LOS GAYS SON CULPABLES

A partir de los feminicidios y los crímenes de odio, el machismo está en su decibel más elevado en Veracruz.

Los hombres, cualesquiera sea su naturaleza y nivel cultural, social y económico, convertidos en unos sátrapas.

Y como dijera el sicólogo, atrapados y sin salida en la perversidad sexual.

Uno, secuestran a la mujer y al gay. Dos, los violan. Tres, abusan de ellos con violencia, saña y barbarie.

Cuatro, los torturan. Cinco, los matan. Seis, en unos casos los decapitan. Y siete, arrojan el cadáver en la vía pública, en despoblado, a orilla de carretera, en el monte, en un pozo artesiano de agua dado de baja.

Y en unos casos, de ñapa, les colocan una narco/cartulina para desviar la atención sobre el asesinato en sí mismo.

En las últimas semanas del año anterior, por ejemplo, en la zona conurbana Veracruz-Boca del Río, se concitaron una serie de asesinatos de mujeres en serie y aun cuando de pronto, y por fortuna, fueron suspendidos, nunca trascendió si hubo detenidos de por medio.

Y en el caso de los homosexuales asesinados, en todos los casos, y como dicen en sus ongs, la impunidad.

Y si las mujeres son asesinadas, como proclama la iglesia, por culpa de ellas al vestirse de manera provocativa, también, y por añadidura, los gays son culpables de sus muertes por aceptar, digamos, la convivencia sexual con los hombres.

Un riesgo de por sí exponerse en las noches en ciudades y a orilla de las carreteras a ser levantados por el primer postor aventurero.

MATRIMONIO IGUALITARIO… PUEDE ESPERAR

Una de las peores sañas en contra de la familia gay ocurrió en el Porfiriato cuando el famoso baile de “Los 43” en una casa en la Ciudad de México y en donde, siempre trascendió, uno de los asistentes era el yerno de Porfirio Díaz Mori.

Entonces, la policía les cayó y detuvo a todos y uno de ellos, el yerno de Porfirio Díaz, pudo escapar (ajá) trepando a la azotea de la casa y huyendo de brinquitos de azotea en azotea.

Los otros 42 fueron exhibidos al día siguiente en la vía pública barriendo las calles de la Ciudad de México y luego enviados a los campos henequeros de Yucatán donde se vivía la peor esclavitud de aquel tiempo como la describe el periodista John Kennet Turner en el libro de crónicas “México bárbaro”.

Más de cien años después, Veracruz ocupa uno de los primeros lugares nacionales en los crímenes de odio, con todo y que en los carnavales jarochos la familia gay también elige su reina, en una de las cuales, por cierto, la madrina fue la diputada María Josefina Gamboa Torales, opositora hoy al matrimonio igualitario porque, como dijo, hay otros pendientes sociales prioritarios.

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