jueves, abril 18, 2024

Espacio Social

Por: Omar Castro

Sin precedente la lavandería de la Contraloría, convertida en jugosa empresa familiar. Sobresaliente ejemplo de que las tapaderas, no tienen llenaderas, ni principios, ni valores, ni moral. En la aldea sigue el discurso prometedor del gran salto, para terminar en otro asalto. No aparecen miles de millones de pesos, consignados en los presupuestos estatales. Persisten y resaltan opacidad y rapacidad, personal o de grupo.

Pobre Veracruz de hoy, y de las próximas generaciones. Hasta el momento, no se sabe de qué tamaño es el daño; perdura el gran misterio, el secreto mejor guardado, ¿qué de los obligados a informar y rendir cuentas? ¿Y los fiscalizadores encubridores y socios?

Cada vez más y más veracruzanos se preguntan cuál es el total de la deuda pública estatal que, eso sí, estamos todos obligados a pagar con intereses, recargos y otros servicios.

No se sabe lo que se debe, pero eso sí, hay que pagar a ciegas y a padecer las consecuencias, más limitaciones, sacrificios y sufrimientos. Alienta saber que es notorio el aumento de indignación e inconformidad en todo el estado. La condena se generaliza, contra autores materiales e intelectuales del injustificado endeudamiento público. Crece merecido reclamo y desaprobación social.

A veces, en el imperio del no pasa nada; o en la aldea veracruzana, de la reciclada complicidad y la descarada impunidad, hay algunos casos excepcionales, cuando se lleva a comparecer ante la justicia, a pequeños o insignificantes, como presuntos responsables de pésima administración y quebranto financiero. Show y entretenimiento. Simulación y distracción del ¡Nuevo Sistema Nacional Anticorrupción”.

Incluso, si son procesados, y hasta rescatados y restituidos parte de los bienes y recursos oficiales desviados, ocultados o perdidos. Por desgracia en su generalidad, complicidad e impunidad dan a todos seguridad, los hacen intocables. Pocos, muy pocos van a la cárcel, junto a encubridores, cómplices y socios. La mayoría escapa a la justicia y disfruta de su cosecha, de su fortuna mal habida.

Es más algunos, sin recato continúan en el gobierno, pasan a otros cargos y se reciclan en la continuidad de la impunidad. En todo caso el colmo para todo veracruzano es quedar endeudado, sin recursos y obligado a pagar lo que se supone, era para atender necesidades básicas sociales, para asegurar el futuro.

Endeudar injustificadamente al gobierno, mal administrar, peor utilizar y saquearlo para fines personales, de una y mil formas, incluyendo las famosas “empresas fantasmas”. Así, la descomunal e injustificada deuda pública se ha convertido en política predilecta, para afectar a los que no han nacido.

Imprescindible insistir y señalar posibles defectos, errores y pérdidas en los manejos financieros públicos locales, tanto estatales como municipales. Sus efectos conocidos y padecidos se sienten más en administraciones y finanzas locales sometidas, debilitadas e insuficientes ante las inmensas y crecientes necesidades sociales.

En cada lugar se prueba, que tanto planeación como fiscalización y evaluación son pura simulación. Y que con ineficiencia y delincuencia no hay presupuesto que alcance.

Y para la mayoría, como es costumbre crecen limitaciones y sacrificios, pobreza, inseguridad, marginación, hambre y sed; y en general, se complican o alejan servicios públicos que, o no hay, o se obtienen caros y de mala calidad.

Nada nuevo en la política y forma de gobernar en Veracruz. Se anuncia, dice y presume una cosa; para acabar constatando que ocurre todo lo contrario. O simplemente, el asunto se minimiza o sustituye en el discurso y boletín oficiales. Nada nuevo. Más agua al ahogado; más cuerda al ahorcado.

Minusválidos fiscalizadores, encubridores por decreto y conveniencia, excepciones aparte, son insensibles a todo, excepto al puntual ejercicio de sus cuantiosos presupuestos y a la contratación de innumerables despachos y profesionales afines a su minusvalía.

Unos y otros, encargados y hasta orgullosos de que todo es legal”; todo “checa y cuadra”; todo bien lavado, planchado y almidonado en los resultados que se hacen públicos. Total, bien se sabe que no pasa nada.

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