Javier Duarte, excluyente

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  • Luego de enviar a los evangélicos en contra de Solalinde, el gobernador de Veracruz, con todo el poder político, económico, social, legislativo, judicial, policiaco, eclesiástico y mediático, lo llamó “un inmoral… que saca provecho político” del dolor ajeno

Luis Velázquez

El discurso del gobernador de Veracruz en contra del sacerdote José Alejandro Solalinde Guerra, director fundador del albergue de migrantes “Hermanos en el camino”, parece la lucha de Goliat contra David.

El góber es el jefe del Poder Ejecutivo del estado. También, el jefe político, el jefe de las finanzas, el jefe de las fuerzas policiacas, el jefe de los poderes Legislativo y Judicial, el jefe del partido en el poder, el jefe de los diputados federales, incluso hasta el jefe de los poderes religiosos y el jefe de una parte sustancial de los medios.

Y con tanta fuerza, Solalinde está en desventaja.

Pero más aún, con el inmenso poderío que acumula como gobernador, el jefe máximo del priismo olvida el atributo fundamental de un político con visión de Estado, que es el diálogo, la tolerancia, la pluralidad.

Por eso resulta inadmisible que en nombre de tanto poderío se haya lanzado en contra de Solalinde.

“Habla mal de la sociedad” dijo, cuando el sacerdote aseguró que en Veracruz hay migrantes y reporteros desaparecidos y fosas clandestinas, pues en todo caso si el cura habla mal, en ningún momento es de la sociedad, sino del gobierno de Veracruz.

Solalinde “saca provecho político” del dolor ajeno aseguró el góber de la Complutense, como si colocar en la agenda pública el tema de los secuestrados, desaparecidos, asesinados y sepultados en fosas clandestinas sirviera en un ministro de Dios para ganar, digamos, una elección política.

Y más todavía cuando el rafagueo discursivo del góber se aplica 24 horas después de que sus enviados, los evangélicos, tronaron en contra de Solalinde como si fueran unos gladiadores del jefe máximo.

Por un lado, el menosprecio y el desprecio con que el gobernante actúa ante los críticos, y por el otro lado, la denostación, pero más aún, la descalificación.

Ni un asomo, pues, de prudencia y serenidad para sopesar la denuncia del sacerdote.

Y, en todo caso, y en nombre de un gobierno democrático, sentarse en la mesa para intercambiar barajitas con el ánimo de fortalecer el Estado de Derecho.

Tal cual la elite priista en el poder ha gobernado durante 4 años con 8 meses.

Es decir, polarizando a la sociedad local. Tirios contra troyanos. Los buenos contra los malos. El gobernante contra el gobernado. El jefe político contra el ciudadano.

El resultado, sin embargo, es dramático: el duartismo está terminando sin el respeto ciudadano, cuando con la juventud de la generación en el poder tenían todo para lograr el mejor sexenio en la historia política de Veracruz.

“LA VERDAD NOS HARÁ LIBRES”

Desde el mismo lado del poder se han encargado de fragmentar la vida pública y la vida social.

Incluso, han llegado hasta la guerra sucia y a través de las redes sociales en contra de los críticos.

Peor tantito: ene número de veces han intentado derogar las garantías constitucionales del legítimo derecho a la reunión pública y a la marcha ciudadana y a la libertad de expresión.

Y, por eso mismo, la ley Ampudia que criminaliza con cinco años de cárcel a quienes bloqueen las vías de comunicación desde aquella toma de la autopista sureña por “El oaxaco”, cuya desaparición en las goteras de la ciudad de Xalapa todavía constituye un enigma.

Y la ley Bermúdez que un diputado local pretendió legislador en la LXIII Legislatura para que a partir de la fecha todos los organizadores de una manifestación quedaban obligados a solicitar permiso al secretario de Seguridad Pública para ver si procedía.

Y la ley contra los tuiteros, argumentando el terrorismo contra el Estado y la sociedad y para lo que, incluso, fue contratado con monto millonario el ex juez internacional, Baltazar Garzón, que se prestara al jueguito.

Y el descrédito a los reporteros y columnistas que han evidenciado el estilo personal de gobernar del duartismo, incluso, metiéndose hasta con su vida privada, que a la luz de la Constitución General de la república, es intocable e inviolable.

Pero, bueno, ahora, los anteriores límites fueron transgredidos por el góber doctorado en Economía ante Solalinde.

“Es un inmoral” dijo de Solalinde el jefe máximo, quien interrogado por la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal sobre el asesinato del fotógrafo Rubén Espinoza y la activista Nadia Vera, contestó de la siguiente manera:

“¡Soy inocente!”.

Incluso, y como reseña Proceso en el número 2026, “hasta se dio el lujo de regañar a sus interrogadores”, Edmundo Garrido, subprocurador de Averiguaciones Previas Centrales, y Marco Reyes, fiscal central de Investigación para la Atención del Delito de Homicidio.

Ni hablar, en la lógica del gobierno de Veracruz, “la verdad nos hará libres”.

Y si Solalinde es un apóstol de la Teología de la Liberación, el señor Javier Duarte es el héroe de los evangélicos y, por tanto, ha tirado su espada en prenda en contra del sacerdote de Ixtepec, Oaxaca, llamándolo “un inmoral”.

Goliat contra David.

Goliat, una vez más derrotado, porque fue el primero en perder los estribos…cuando un político ha de tomar todas sus decisiones con la más absoluta frialdad.