Escenarios

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  • Duartismo, grupo cerrado 
  • Premian el servilismo 
  • Objetivo, el Maximato

Luis Velázquez

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En cuatro años, ocho meses y dieciséis días, ninguna voluntad política ha expresado el gobernador para democratizar la vida pública de Veracruz.

En los cargos públicos, por ejemplo, ha impuesto y quitado y enrocado a 80 funcionarios, sin rendir cuentas en ningún caso de las remociones ni tampoco de los despidos.

Tampoco ha aireado la vida partidista, como en el caso del CDE del PRI en donde ha paseado a los suyos, como el caso de Alfredo Ferrari Saavedra, Elizabeth Morales, Érick Lagos y Jorge Carvallo Delfín, nomás por pertenecer a su grupo.

Ha sido el mismo caso de la CNOP donde impuso a Guadalupe Porras, la exalcaldesa de Minatitlán satanizada por la propia Comuna en sus ilícitos, y ahora ha lanzado a Érika Ayala, lideresa de la COBAEV, también impuesta como secretaria General y presidenta sustituta del CDE del PRI.

Allí también envió por sus pistolas a una de sus barbies favoritas, Corintia Cruz Oregón, a quien tiene lista para la candidatura priista a diputada local.

En ningún caso sin consulta previa con la militancia.

Peor tantito: sin una hoja de servicios partidista ni liderazgos regionales, ni menos, un liderazgo social de norte a sur y de este a oeste del territorio jarocho.

Sólo porque así lo quiso el gran dedo flamígero.

Ni hablar, tal cual funciona el sistema político y aquel tiempo cuando Carlos Alberto Madrazo soñó con democratizar el partidazo quedó en un avión estrellado.

La clave de la sobrevivencia priista está en agigantar la autoridad central a costa de la voluntad popular y por encima de la militancia.

Si Fidel Herrera empujó a una carrera meteórica a su Barbie Carolina Gudiño (directora del Instituto de la Mujer, diputada local y federal y presidenta municipal), la Barbie de Javier Duarte, Ana Guadalupe Ingram, iba por el mismo camino (directora de Radio, diputada local y fallida candidata al Congreso de la Unión).

Pero en donde la dupla Fidel y Duarte ha expresado la fuerza de su poder político está en el caso de Jorge Carvallo Delfín y Érick Lagos Hernández:

Los dos secretarios particulares de un gobernador, los dos presidentes del CDE del PRI, los dos diputados locales, los dos secretarios del gabinete legal y los dos diputados federales electos.

El gran premio, por dedazo, fast track, por garantizar una lealtad a prueba de bomba y portarse bien, más, mucho más allá de capacidades, habilidades y atributos académicos.

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Cada vez el duartismo se vuelve un grupo más cerrado.

Incluso, la dupla Fidel y Duarte han cerrado filas para ampliar el Maximato jarocho con un candidato a gobernador a modo.

Por eso mismo, y aun cuando los senadores Pepe Yunes Zorrilla y Héctor Yunes Landa se mantienen punteros en la encuesta histórica, la dupla opera una estrategia para resucitar a los llamados Chamacos de la fidelidad, los más voraces y los más ambiciosos inescrupulosos del equipo.

Por ejemplo, el diputado Juan Cruz Elvira destapó a Érick Lagos para la gubernatura.

Los diputados David Velasco Chedraui y Jose/ratón destaparon a Adolfo Mota para la gubernatura.

Y en los próximos días, el diputado Édgar Díaz lanzará a Alberto Silva Ramos con el mismo objetivo.

Después, otro diputado local destapará a Jorge Carvallo Delfín.

Y una vez más, la dupla Fidel y Duarte enturbiarán la sucesión.

Es más, y temiendo que Miguel Ángel Yunes Linares sea elegido candidato panista, la dupla priista lanzó a su par de candidatos independientes, a saber, Gerardo Buganza Salmerón y Renato Tronco Gómez, y por las mismas anda Tomás Ruiz González.

Es decir, ningún rastro democratizador en el proceso sucesorio.

Simple y llanamente, el dedo flamígero jugando con las circunstancias para garantizar más de lo mismo en el trono imperial y faraónico.

Fidel Herrera, el tlatoani, supremo hacedor de la política tricolor en Veracruz.

Los caciques perpetuos del PRI.

Veracruz, el país de un par de políticos.

Fidel y Duarte, dueños del destino social de los 8 millones de habitantes del territorio jarocho.

El peor desaseo de la vida democrática.

Y más, en el caso del góber fogoso y gozoso, pues sus antecesores Miguel Alemán Velazco y Patricio Chirinos Calero terminaron el sexenio y se retiraron a la vida privada.

Bien lo decía Chirinos: El respeto al sexenio ajeno es la paz.

Pero también el respeto a la vida democrática, por más que ellos mismos, Alemán y Chirinos, hayan manejado Veracruz con el dedo flamígero por delante.