Barandal

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  • Mucho miedo en Veracruz
  • La vida, sórdida y revuelta
  • Reporteros, tomad medidas

Luis Velázquez

PASAMANOS: El poeta León Felipe lo decía de la siguiente manera: “El peor miedo es el miedo al miedo”… Tal cual están, estamos viviendo, muchos, muchísimos trabajadores de la información en Veracruz, luego del multihomicidio en el Distrito Federal, donde les dieran el tiro de gracia a cinco personas, entre ellas, al fotógrafo Rubén Espinosa y a la activista social, Nadia Vera, egresada de la facultad de Antropología de la Universidad Veracruzana… Hay miedo, muchísimo miedo, un miedo cabrón que camina desde el occipital hasta el metatarso… El miedo a lo que ha sucedido con el asesinato de 18 reporteros, fotógrafos, editores y una secretaria… El miedo a lo que puede ocurrir, a los tiempos peores que vendrán… El miedo a que una vez más estamos padeciendo en el territorio jarocho el mundo sórdido y siniestro de los años 2011, 2012 y 2013… El miedo a que tan sólo este año, 2015, han sido asesinados cuatro reporteros… Moisés Sánchez Cerezo, el 2 de enero… Armando Saldaña, el 4 de mayo… Juan Mendoza, el 2 de julio… Y Rubén Espinosa, el 31 de julio… Miedo cabrón y canijo que se cuela en los intersticios de las neuronas, el corazón, el hígado y el sexo y llega hasta la punta de los pies… Peor tantito: más, mucho más que el miedo, digamos, a los carteles, es el miedo a la elite policiaca en el poder sexenal… Hoy, más que nunca, el uniforme policiaco, la macana y el tolete, la patrulla policiaca con elementos uniformados, cachucha y lentes negros y bigotito, aterran, siembran el pánico, dan ganas de salir corriendo y exiliarse, digamos, en el Distrito Federal, donde, bueno, allá han sido alcanzados…

BALAUSTRADAS: Nadie quisiera un ataque de caspa para un compañero trabajador de la información comprometido con su trabajo diario con las mejores causas sociales… Nadie quisiera, como afirmaba Rubén Espinosa, una madriza… Nadie quisiera convertirse en la manzana podrida que caerá del árbol… Nadie desea portarse mal para evitar que los malosos (los malosos políticos, los malos policiacos) les caigan encima, y como en el caso, hasta convivan con el enemigo una noche completita, una madrugada, un mediodía, y luego les peguen el tiro de gracia… El miedo es tan canijo como lo siguiente: Rubén Espinosa era colaborador de la agencia fotográfica Cuartoscuro y del semanario Proceso, donde trabajaba al lado del corresponsal en Veracruz, Noé Zavaleta… Y el cuerpo directivo de Proceso ha planteado a Noé la posibilidad de que sea reubicado en alguna entidad federativa del país, digamos, sólo digamos, oh esperanza inútil, como medida de protección, pues el asesinato de Rubén Espinosa ha significado el punto de quiebre para la tranquilidad del gremio reporteril que apuesta a contar la historia de cada día con toda la crudeza y sordidez que les arropa… Es más, en Xalapa hay un camarógrafo que era el hermano putativo de Rubén Espinosa y un fotógrafo que era su amigo entrañable, quienes han optado por el silencio, el bajo perfil, volverse invisibles, pasar inadvertidos, antes, mucho antes de que corran con el mismo destino y la misma suerte atroz… Lo escribió Marcela Turati, preguntándose si con el asesinato de Rubén es hora de colgar la libreta de taquigrafía, la grabadora, la cámara fotográfica, para dedicarse a otro oficio… Incluso, si ha sonado la hora de migrar de Veracruz y hasta del país a otro confín del mundo para, digamos, salvar la vida… Incluso, siguiendo los pasos del colega Andrés Timoteo, quien decidió exiliarse de Veracruz en París (tiempo aquel de María Georgina Domínguez como la primera vocera del llamado sexenio próspero), con una beca tramitada por una ONG de periodistas…

ESCALERAS: Es el Veracruz que vivimos y padecemos cada día, en la mañana, en la tarde, en la noche… Es hora, pues, y de entrada, reproducir la sabia enseñanza del director de The Washington Post, Benjamín Bradle, a los reporteros Bob Woodward y Carl Bernstein, cuando los días temibles del Watergate que terminaron en 1972 con la renuncia de Richard Nixon a la Casa Blanca… Evitar las cantinas y los bares y los prostíbulos y los moteles… Evitar salir de noche… Evitar las amantes y las raras y extrañas compañías… Nunca, jamás, andar solos en ningún momento del día, siempre acompañados, siempre avisando a los amigos el lugar de ubicación… Arreglar todos los asuntos pendientes, entre ellos, el fiscal… Soslayar provocaciones y debates innecesarios… Nada de pleitos ni con la mascota… Cambiar los hábitos de conducta diaria… Evitar conversaciones comprometedoras por el teléfono… Nada de mensajitos dubitativos por el celular… Nada de pitorreos con los amigos por la vía telefónica, bajo la predica universal “no hagas cosas buenas que parezcan malas”… Pero, además, nadie ha de olvidar el discurso de Poza Rica… “Vendrán tiempos peores… Pórtense bien…Caerán muchas manzanas podridas”… Veracruz está revuelto y turbulento, y más, mucho más, y como lo ha precisado la Procuraduría General de la República, con los Zetas, el Cartel Jalisco Nueva Generación y el Cartel del Golfo disputando la jugosa plaza Veracruz… Y más cuando entre los carteles de la delincuencia organizada y los carteles de palacio hay una línea frágil y tersa, casi casi vidas paralelas, como ha dicho la DEA sobre los exgobernadores de Tamaulipas, Tomás Yarrington y Eugenio Hernández Flores, quienes pactaron con los malosos con cantidades millonarias en dólares a cambio de que trabajaran los seis años con toda la impunidad del mundo y contra quienes el gobierno estadunidense ha dictado órdenes de aprehensión…