La pesadilla
Luis Velázquez
Parte V y última
Hay una constante en la entrevista del gobernador de Veracruz con El Universal: declararse inocente del crimen del fotógrafo Rubén Espinosa y la activista Nadia Vera.
Pareciera un fantasma y una pesadilla que arrastra.
Desde aquí se cree que con una sola vez que lo expresara era suficiente.
Y más cuando en Huatusco, mientras el resto del gabinete callaba, el secretario General de Gobierno, Flavino Ríos Alvarado, rechazó ante los medios que el góber fuera el asesino tan buscado.
En fin, el señor Javier Duarte es el político, como recordó al reportero Carlos Benavides, y sabrá sus razones.
He aquí, pues, algunas frases a propósito donde el góber se cura en salud una y otra y otra y otra vez.
El reportero le dice que “ha sido juzgado y condenado por los tribunales mediáticos”.
Y, bueno, convendría preguntarse si en el país hay “tribunales mediáticos” que en todo caso son, si existen, como la canción de Héctor Lavoe sobr “tu amor que es el como el periódico de ayer”.
Entonces, el señor Duarte contesta:
“Es claro y evidente que no tengo absolutamente nada que ver en este caso” (el crimen de Rubén Espinosa.
“Atestigüé, respondí la totalidad de las preguntas de la Procuraduría General de Justicia del DF… como un claro objetivo que era enviar una señal de que no tengo absolutamente nada que esconder”.
“Respondo a quienes de alguna u otra manera se expresan a través del hashtag… es una catarsis social. La sociedad puede expresar con toda libertad lo que piensa”.
“Pero no tuve absolutamente nada que ver en este caso”.
“Uno ya se acostumbra vivir en el ojo del huracán, en el escrutinio público y, repito, tengo la conciencia totalmente limpia, no tengo nada que ocultar.
Hay una conseja popular que es siempre muy sabia y dice que el que nada debe nada teme.
En este caso no debo absolutamente nada. No tengo nada que ocultar y, por ende, estoy muy tranquilo.
Puedo decir que no tengo ninguna situación que me preocupe en lo absoluto.
Espero que una vez que se aclaren los hechos, que espero que sea pronto, todo regrese a la normalidad.
Y que aquellos que tuvieron una opinión, quienes hicieron este hashtag o quienes opinan que yo tuve alguna participación en el caso, les quede claro que no tuve absolutamente nada que ver.
Yo estoy consciente y sí pudo afirmar que en la mayoría de los casos son personas de buena fe que por estar mal informadas y de alguna u otra manera generan este tipo de comentarios, y una vez que se esclarezca el caso pues tendrán los elementos para formar un criterio.
Atrás de todo esto evidentemente hay intereses políticos. Yo soy político”.
UN PUEBLO SIN FE
En tan sólo los párrafos anteriores, que forman parte de la entrevista de dos páginas, las 14 y las 15 de El Universal, el 15 de septiembre, el gobernador de Veracruz se declara inocente en trece ocasiones, lo que significa un exceso, sin contabilizar, claro, el resto del texto.
Más si se sopesa lo siguiente:
Una cosita es que el mismo mandatario reconozca con acierto que el grito callejero de “Duarte asesino” fue un hashtag, movido, como muchas cosas en las redes sociales, por el hígado, el corazón, el sexo, el coraje, el hartazgo, la indignación, la burla, el pitorreo, el desmadre, etcétera, y otra cosita es que conforme avanza la investigación de la Procu del DF las cosas queden en su lugar.
Se olvida la sabia enseñanza de Juan Maldonado Pereda, QEPD: la protesta callejera es la música de la democracia.
Una cosita es que la pasión momentánea llevara a unos ciudadanos a marchar en Xalapa (y también en la ciudad de México) y llegaran a la Casa Veracruz con aquellas cartulinas condenando a Duarte, como preguntó Carlos Benavides, en un tribunal mediático, y otra cosa es la serenidad y la prudencia y el conocimiento profundo, inalterable, de la psicología de la multitud.
Una cosita es curarse en salud en la entrevista con El Universal ene número de veces y otra que hoy, un mes y 21 días después, ninguna manifestación existe en las calles de Xalapa ni tampoco del Distrito Federal.
Por fortuna, el señor Duarte dice que no está pensando en su futuro político. “Yo estoy pensando en mi presente político”.
Un presente donde ha vivido “la tormenta perfecta, condiciones económicas, sociales, políticas y de seguridad adversas” y que tanto necesitan de un buen jefe en el timón.
Y más porque ahora vive con los días contados.
El sexenio ya se está agotando. Sólo quedan 14 meses con nueve días por delante. Y los pendientes sociales son demasiado pesados, entre otros: el desempleo, migración, mala calidad de vida, familias en la miseria, baja calidad educativa y de salud pública y la inseguridad.
Y lo peor: un pueblo en la desesperanza y el desencanto social, sin fe en la elite gobernante.