miércoles, noviembre 5, 2025

Crónica de los boleros

San Andrés Tuxtla.-En la época prehispánica, antes de la llegada de Hernán Cortés a México, el calzado no era muy común, las personas andaban descalsas, solo las de elevado rango social usaban los llamados cactlis o cactles, las cuales eran sandalias hechas de cuero con correas, mismas que podían ser bordadas lujosamente acorde con la jerarquía del dignatario y, eran pintadas con resinas vegetales; en el mundo prehispánico, el calzado solo se usaba en eventos ceremoniales muy especiales. Moctezuma usaba una sola vez los cactles y, después los regalaba a algún miembro de su séquito. Al rey de Michoacán se le conocía como  el gran Caltzonzí (el que nunca se descalza), ya que no debía quitarse los zapatos frente al Emperador Moctezuma en señal de respeto, porque no era su inferior, más bien su igual y no su tributario.

Con la conquista de los españoles llegaron las botas altas hasta el muslo y los botines  cortos hechos con cuero de ganado vacuno, los cuales se limpiaban con grasas animales; los empleados de Cortés, empleaban la popular alpargata de tela, suela y fibra vegetal.

En el Virreinato aparecieron los elegantes zapatos de gamuza, fieltro, terciopelo, la babucha de punta hacia arriba y, el calzado suave de mujer con discretos tacones de madera, los cuales se cepillaban o se limpiaban con algún lienzo con esencias de resinas vegetales.

En  Europa a usanza de la época medieval, el calzado era artesanal; durante el siglo XVI y XVII el calzado de los hombres estuvo denominado por el borceguí negro con hebillas plateadas y, por las botas de montar las cuales sucedieron a las federicas a media pierna o botines que llegaban a los tobillos, abarcaban zapatos de pieles y telas finas oscuras, elaboradas con bordados de oro y plata y pequeños tacones; las mujeres negras y las mulatas usaban zapatos muy altos, las indígenas no llevaban calzado, si acaso los cactlis.

Es a mediados del siglo XIX cuando aparecen en Europa las primeras grasas  para zapatos en cajitas de cartón, posteriormente llegan a México a principios del siglo XX ya enlatadas; en un principio el aseo del calzado en México, se realizaba en casa y solo era costumbre de las familias adineradas ya que la mayoría de los pobladores de los pueblos y rancherías andaban descalzos, algunos usaban chinelas o huaraches mismos que limpiaban con trapos humedecidos, los más ingeniosos daban brillo a su calzado  con  la flor del  tulipán relleno, mismo  que era muy común encontrar en  nuestro pueblo.

Entre los  boleros o betuneros que han prestado este honroso servicio a  la ciudadanía en el Parque Lerdo o por las casas de nuestra ciudad desde la década de los 40s, contribuyendo con ello al sostén de sus familias y al engrandecimiento y crecimiento de nuestra ciudad, se encuentran : Don Carlos Silva Carvajal, ex Presidente Municipal; Pablito Pineda Cortés, Poeta del Pueblo; Yeyo Torres (el de bicicletas Torres), Ernesto Villegas, Agapito Villegas Carvajal, Inocencio Bustamante Pelayo, Esteban Bustamante Pelayo, Andrés Bustamante Velasco, Eleuterio Bustamante Velasco, Gerardo Reyes, Jacinto Bustamante Cruz, Pedro Chiguil Cobix, José Aparicio, Martín Cobix Ostos, Marcelino Malaga Bustamante, Pablo Cobaxin, Guillermo Malaga Bustamante, Pedro Arrés, Julio García, los Cuates Simón Reyes, Lorenzo Fermán Aparicio, Julio García, Raúl Eleuterio Bustamante, Fernando Ixtepan Lucho, Josué Temich Rosas, Alejandro Temich Lázaro, Román Fernando Fiscal, Oscar Fiscal Fiscal, Juan José Fiscal Temich y, otros más que seguramente  andan por ahí, desempeñando este noble oficio, además de dos hermosas damas que se han sumado a esta noble trabajo y, ellas son Juana Chiguil Cobix y Rocío Mezo Rojas ,demostrando con ello, el enorme potencial de las mujeres, las cuales hoy en día han, ocupando puestos que anteriormente solo eran facultad de los varones. Las herramientas de trabajo de estos singulares personajes son: su cajón de madera, grasa, crema, brochas y cepillos de cerdas así como un lienzo de trapo largo para sacar brillo a los zapatos y, agua de jabón; en un principio cobraban por el aseo del calzado $1.00 (un peso) y, así fue aumentando con el paso del tiempo; actualmente cobran $10.00 (diez pesos). Son muchos los jóvenes que provenientes de comunidades aledañas y colonias de nuestra ciudad, que desempeñan dicho oficio el cual les proporciona, según esté el tiempo de $ 50.00 a $ 300.00 (de cincuenta a trescientos pesos diarios), dinero que les permite ayudar en sus hogares al sostén familiar. Algunos son casados, entre los más jóvenes, hay quienes trabajan y estudian, los ambulantes la mayoría provienen de las comunidades de Tepancan y San Isidro; los fijos son de las colonias de la ciudad.

Sea este, un modesto reconocimiento a todas estas personas que de manera humilde, pero muy honrosa, en vez de dedicarse a otras actividades ilícitas, se ganan el pan de cada día, en forma honesta y, con ello contribuyen al engrandecimiento de nuestro pueblo y, por lo tanto forman parte de su historia. Enhorabuena!… Saludo respetuosamente a quienes no aparecen en el listado pero que, de igual manera están forjando con su trabajo una patria mejor.

Por mi parte es todo, deseo que tengan una semana feliz y, que Dios los bendiga abundantemente.

Prof. Sixto Carvajal
Cronista de San Andrés Tuxtla,Veracruz.

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