Rara y extraña justicia en Veracruz

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  • Sórdida historia del reality show del Fiscal para aplicar la ley a los políticos que aliados con los policías y los carteles han cometido asesinatos y que al momento de la rendición de cuentas fueron protegidos desde el aparato gubernamental

Luis Velázquez

La justicia en Veracruz en tiempo del Fiscal Luis Ángel Bravo Contreras está bajo sospecha. Tres casos, por lo menos, lo manifiestan.

Primer caso. La rara y extraña fuga del exalcalde de Medellín, Omar Cruz.

Acusado por el Fiscal General de nueve años del secuestro y asesinato del reportero y activista social, Moisés Sánchez Cerezo (su nombre recorrió el mundo en la pasarela mediática y hasta reporteros europeos llegaron a su casa como enviados especiales), un día, de pronto, Omar Cruz, desapareció de la pasarela política.

Incluso, su abogado, el panista Sergio Vaca Betancourt, llegó a declarar que él mismo ignoraba su paradero.

Es más, hasta reveló que su único contacto con el presunto homicida intelectual era a través de su hermana.

En tiempo y forma, el Fiscal solicitó su desafuero.

Entonces, la respuesta vino del comité estatal del PAN, a cargo de Pepe Mancha, quien rodeado de los diputados locales denunció que se trataba de una persecución política del duartismo en contra del panismo, tan seguros como están de que el año entrante ganarán la gubernatura de Veracruz.

Así transcurrieron los días en dimes y diretes entre el gobierno de Veracruz, el PAN y el abogado, en tanto afloraba que el exalcalde tenía amistades peligrosas con los carteles a través de su cuerpo policiaco, a quienes habría encomendado el ajuste de cuentas con el reportero, exhibido, incluso, por el gobierno de Veracruz “como un simple taxista”.

En rara y extraña coincidencia mientras la obligación del Fiscal era poner una guardia al expresidente municipal para evitar se fugara, nunca, jamás, lo hizo, que por el contrario aplicó con rigurosa disciplina el exprocurador Felipe Amadeo Flores Espinosa para evitar que la entonces alcaldesa de Alvarado, Sara Luz Herrera, también trepara al cielo como Remedios, la bella, en la novela de Gabriel García Márquez, y desapareciera.

Tal cual, el día que el Fiscal quiso detener a Omar Cruz, el exalcalde panista había desaparecido. Volado al cielo, pues. Se ignora si a las Islas Fidji y/o a las Isla de Sacrificios, en la bahía jarocha.

No obstante, la versión extraoficial es que la fuga de Omar Cruz fue pactada entre el duartismo y el panismo como parte de un acuerdo, digamos, civilizatorio, donde nadie pierde y todos ganan, pues aun cuando el secretario General de Gobierno, Flavino Ríos Alvarado, se ufana de que el crimen de Moisés Sánchez fue esclarecido, la realidad es que de acuerdo con tales versiones el gobierno de Veracruz lo dejó ir.

Y ni hablar, el Fiscal, quien ha convertido la justicia en un reality show, quedó bajo sospecha.

Segundo caso. La rara y extraña fuga de Juanelo, el exalcalde de Coatepec

Un día, el tesorero municipal de Coatepec fue asesinado.

La investigación de la Fiscalía llegó a un dictamen: el asesino intelectual era Juanelo, en alianza con su cuerpo policiaco en alianza con los malandros.

Así, el Fiscal solicitó el desafuero para llevarlo a juicio, en tanto Juanelo entró en un periodo de dimes y diretes, curándose en salud, y fragmentando la unidad priista, pues hubo quienes recordaban que es un hombre pudiente, sin necesidad de incidir en los caminos torcidos de Dios.

Según las versiones, un día, el jefe máximo habló con Juanelo y le habló con rigor y firmeza y una a una las manzanas podridas fueron cayendo del árbol.

Por ejemplo, los enterados aseguran que el gobernador le dijo que tenía la radiografía del narco en Coatepec bajo su égida y también de sus relaciones peligrosas.

Y por tanto, que por ningún pretexto se declarara un ángel de la pureza.

Pero, además, que mientras la 63ª. Legislatura acordara su desafuero y procediera la orden de captura, tomara su decisión.

Tal cual, un día, Juanelo desapareció del escenario que ni siquiera, vaya, el Fiscal fue informado antes del gran escape, y una vez más, Bravo Contreras se tragó sus propias palabras.

El acuerdo de la elite, en lo más alto del poder político, lo rebasó por completo.

Tercer caso. El raro y extraño desafuero del alcalde de Fortín

Andrés Timoteo, corresponsal en París del periódico Notiver, reveló en su columna Texto irreverente que Armel Cid, presidente municipal de Fortín, es un político de ojo alegre, como también es, por ejemplo, el escritor Mario Vargas Llosa ahora con su divorcio para vivir en pareja con la exesposa de Julio Iglesias.

El reportero contó la historia de una madriza del edil de Fortín a una mujer de abolengo en la región cuando viajaban en su camioneta.

La denuncia penal fue interpuesta por la familia y luego de iniciada la averiguación previa y dictaminar la Fiscalía General decidió solicitar el desafuero del alcalde que empezó a caminar.

Pero de pronto, oh paradoja, del otro lado hubo sublevación empresarial, pues Armel Cid está casado con una hija del magnate cafetalero Domingo Muguira, dueño de cafetales en Chiapas a quien el gobernador Dante Alfonso Delgado Rannauro le vendió el periódico El Liberal, de Coatzacoalcos, en su cuatrienio 1988-1992.

Y, por tanto, el tráfico de influencias llegó a palacio de gobierno a través, digamos, de una parte del sector empresarial de Córdoba, la tierra adoptiva del gobernador.

Y aun cuando el Fiscal cabildeaba el desafuero en la LXIII Legislatura comandada por el priista Juan Nicolás Callejas Arroyo, quien tantos privilegios y canonjías ha recibido en cada sexenio tricolor, de pronto, hubo marcha atrás.

Y una vez más, el Fiscal quedó vestido y alborotado.

Incluso, Armel Cid regresó a la presidencia municipal como torero en tarde de luces y el Fiscal se atragantó su furia interna, porque de nuevo quedaba exhibido.

Así, pues, se administra la justicia en Veracruz.