viernes, abril 19, 2024

Columnas Luis Velázquez

Escenarios

•El mundo desolado

•Otra mujer apareció

•Canija la vida

Luis Velázquez

UNO. El mundo desolado

Alejandra vive el peor de los días. Madre soltera de 33 años, gana la vida como trabajadora doméstica de lunes a viernes, y la patrona la despidió por el COVID. Sábado y domingo, suele poner un tianguis sencillo y modesto, básico y elemental, en la colonia popular donde vive, y en los días que caminan, cero ventas.

Ninguna cliente, pues por lo regular vende ropita, en la calle.

El mundo desolado.

DOS. Otra mujer apareció

Casó a los 25 años de edad. Con su esposo procrearon dos hijos. Y el menor apenas tenía dos años cuando otra mujer estremeció las entrañas de su pareja y se fue con ella.

Así nomás, machito mexicano. Nunca un centavo para los hijos ni para ella. Tampoco un dinerito para la ropita y los útiles escolares de los niños.

Menos, mucho menos, un guardadito para emergencias. Ella, sin comprarse unos zapatitos, unas chanclitas, un vestidito, un pantalón de mezclilla en el mercado popular.

El peor de los mundos.

TRES. “Entre la espada y la espada”

Los padres la apoyaron. También, los hermanos, con todo y necesidades familiares.

Pero día llegó cuando fue puesta “entre la espada y la espada” y apostó a su mano de obra.

Trabajadora doméstica, primero. Luego, el tianguis el sábado y el domingo en la mañana.

La venta de ropita y zapatitos que la familia y los amigos le regalaban para venderse en la colonia a gente, digamos, en la pobreza y la miseria, población igual o más jodida.

Y la vida comenzó a restablecerse. Tuvo dinerito para comer con tranquilidad y las emergencias inevitables en la vida familiar.

Y mientras ella laboraba en una casa como trabajadora doméstica y en el tianguis, sus padres cuidaban a los hijos.

CUATRO. Descarrilada por el COVID

Ahora, con su excelencia, el COVID, la vida… descarrilada. Y el padre de sus hijos, sabrá el chamán su destino.

Miles de mujeres, igual que Alejandra. Primero, los machos. Segundo, los pobres cada vez más pobres y los ricos cada vez asquerosamente más ricos… en un sistema político, económico y social que los sigue favoreciendo.

Uno de cada 3 jefes de familia lleva el itacate a casa con el ingreso obtenido en el changarrito en la vía pública con la venta de picadas y gordas y tacos y tortas y mucho chile.

Veracruz, en el primer lugar nacional en la producción y exportación de trabajadoras sexuales, la venta insólita del cuerpo para llevar la torta a los hijos.

CINCO. La expareja, un desgraciado

Vive Alejandra el peor de los días y noches. Las noches, con “el ojo abierto” mirando el techo de la recámara pensando y volviendo a pensar en una salida.

Ni modo de refugiarse con sus padres, por ejemplo, porque ellos también viven a la quinta pregunta.

Ni modo de buscar a su ex pareja, porque es un desgraciado y con una demanda civil saldrían más bronqueados que nunca.

Y ni modo de pedir limosna a la salida de la iglesia luego de misa.

SEIS. Canija la vida

Ta´canijo. “Muchas cornadas da el hambre” intituló Luis Spota a una de sus novelas. Pero en el caso de Ale, la vida se ha pasado de tueste.

Tanto que, por ejemplo, ningún consuelo le queda con rezar y esperar un milagro, pues cada vez se convence de que los milagros son fantasía, quimera vana, utopía.

Y aun cuando el sacerdote le dice en el confesionario que “Dios pone a prueba y después premia” como a Job, los niños necesitan comer todos los días…


Expediente 2020

Frente a frente

Luis Velázquez

Jorge Wínckler y Verónica Hernández se topan en un pasillo de un Sanborn´s en la Ciudad de México. Los dos con escoltas quedan perplejos. Se miran. Se escudriñan. Se miden. Es la tarde en la mitad de la semana. Wínckler reacciona rápido y le invita un café. Ella, titubea. Pero termina aceptando. Vero pide capuchino, bañado con cajeta. Wínckler, negro. “Lo más negro posible”.

Vero: Eres un prófugo de la justicia.

Wínckler: Sí, vivo “a salto de mata”. Así me tienes.

Vero: No, yo no tengo así. Cometiste muchos errores.

Wínckler: Bueno, tú góber me persigue porque trabajé con Yunes. Es mi delito.

Vero: Ya veremos cuando estés preso.

Wínckler: ¡Eso quisieras! Llevo 6 meses y veintitrés días huyendo y no has podido.

Vero: El góber se tardó nueve meses para tumbarte. Me quedan dos meses y días para cerrar el círculo.

Wínckler: Te estás pasando de tueste.

Vero: No, Wínckler, ahí están los expedientes.

Wínckler: Fui elegido por el Congreso para 9 años y me sacaron a la malagueña. Entiendo, “la política es un tragadero de hombres”.

Vero se queda mirando. Prueba el capuchino. Silencio atroz.

Wínckler: ¡Cuídate! “Los carniceros de hoy serán las víctimas del mañana”.

Vero: ¡No me compares! ¡No somos iguales!

Wínckler: Claro, no somos iguales. Tú fuiste “la flor más bella del ejido” en tu pueblo y yo ni líder estudiantil pude ser.

Vero: Me refiero a que soy una política honesta.

Wínckler. ¡Es posible! En el poder las tentaciones son muchas y cantar victoria antes de tiempo es fantasioso.

Vero: Causaste muchas heridas sociales.

Wínckler: ¡Es posible! ¡Lo reconozco! ¡La vanidad humana es canija!

Vero: Llegaste tan alto como yo.

Wínckler: Tú también eres soberbia. El día cuando tomaste posesión y llegaste a la Fiscalía, dijiste: “Aquí mando yo”.

Vero: Eso ha publicado la prensa. Mis enemigos y adversarios. ¡Nunca dije esa frase!

Wínckler: ¡Nunca desmentiste!

Vero: ¿Pa´qué? El daño ya estaba hecho.

Wínckler: Cambiaste a sesenta funcionarios… de un jalón.

Vero: Los sesenta eran tuyos. Tú los habías dejado y ni modo de “dormir con el enemigo”.

TODAS LAS ESTRELLAS… SE ESTRELLAN

Wínckler: ¡Ya deja de perseguirme! Llevo seis meses sin ver a mi familia.

Vero: “El que la hace… la paga”.

Wínckler: En el poder no me enriquecí. Tampoco maté gente. Ni tuve fosas clandestinas. Ni desaparecí personas ni Veracruz se convirtió en el primer lugar nacional en feminicidios y secuestros.

Vero: Eso dices tú. Hay expedientes. Siguen su paso.

Wínckler: Pero eres injusta.

Vero: ¡No, hay expedientes! Y si te declaras inocente, enfrenta la justicia. Y entrégate. Y comparece.

Wínckler: Porfis, mi Vero…

Vero: No me digas “mi Vero”. No lo soy.

Wínckler: Disculpa, pensé que podía llamarte así. Todos te llaman así.

Vero: Mis amigos. Solo mis amigos.

Wínckler: No soy tan tonto para entregarme. Ustedes tienen el chirrión por la mano.

Vero: El expediente está abierto…

Wínckler: Seguiré luchando.

Vero: Mi paso en la Fiscalía General se justificará cuando te detenga.

Wínckler: ¡Veremos! Ya pasó casi un año y medio de Cuitláhuac en la silla embrujada del palacio. Y cuando te des cuenta el sexenio ya se fue. Y vendrá otro gobernador. Y a ver cómo te va…

Vero: ¿Me amenazas?

Wínckler: ¡No, no, no! Te recuerdo el tiempo que te queda. La historia es concreta. Luis Ángel Bravo Contreras dejó inconcluso su tiempo. También yo. ¿Podrás tú?

Vero: ¡Yo voy pa´arriba! ¡Soy una estrella!

Wínckler: Yo también me sentí una estrella. Y mírame. Desde que “ando a salto de mata”, la vida me lo ha enseñado. Todas las estrellas… se estrellan. Y entre más alto, más añicos.

Vero: Soy la Osa Mayor. Imperturbable.

Wínckler: Cayó Cleopatra. Cayó Helena de Troya. Cayó Josefina de Napoleón. También caerás.

Vero: Te estás pasando de tueste. No acepté el café para escuchar tus vituperios.

Wínckler: Te doy flores y me das espinas. Te ofrezco nardos y me das cardos.

Vero: La ley es la ley. Y nada por encima de la ley decía Juárez.

Wínckler: Hablas igual que yo cuando estuve en el trono imperial y faraónico.

Vero: Nada ganas con seguir comparándote conmigo. Cada quien su tiempo.

VIVO CAZANDO UN ERROR QUE COMETAS

Wínckler: ¡Nunca me detendrás!

Vero: Ahora traigo mis escoltas, dispuestos a todo.

Wínckler: También tengo mis escoltas, dispuestos a todo.

Vero: A la salida del Sanborn´s te pueden esperar y atraparte.

Wínckler: A la salida del Sanborn´s, ya veremos.

Vero: Soy paciente. Y vivo cazando un error que cometas.

Wínckler: Vivo huyendo y he desarrollado un sexto sentido. Soy hombre rudo. Mi ídolo es Adolf Hitler. Y antes de que pudieras detenerme, igual que Hitler, me pego un tiro. Incluso, igual que Hitler quien ordenó matar a su perrito para evitar que los rusos lo torturaran, también mataré a un perrito policía, como el Gadafi, que tengo.

Vero: Hablas mucho, mucho yerras.

Wínckler: Veracruz se te ha ido de las manos. ¡Vaya tiradero de cadáveres… en la impunidad!

Vero: Mis días y noches solo tienen la obsesión de capturarte.

Wínckler: La historia demuestra que con tanto rencor y odio, las almas se pudren.

Vero: Soy de Los Tuxtlas. Me toca un residuo de bruja y por el contrario, mi alma se purifica persiguiéndote.

Wínckler: ¡Claro, La Jefa… llaman a tu prima hermana! ¡Ya me acabé el café negro! ¡Ahí te dejo la cuenta! ¡Saluditos para todos!

Vero queda callada. Sorprendida. Wínckler se aleja y desaparece seguido por sus escoltas. Los escoltas de Vero, a la expectativa, sin reaccionar, atónitos, perplejos.

En la mañana defeña, llueve. Y desde los cristales de Sanborn´s, Vero mira a Wínckler perderse en la avenida al lado de un escolta que lo protege de la lluvia con un paraguas color guinda y marrón.


Barandal

•Una pesadilla vivir

•Niños asesinados

•Y en la impunidad

Luis Velázquez

ESCALERAS: Un niño más, asesinado en Veracruz. 14 años. En el camino de terracería del poblado Miramar, en Misantla. Su hermano mayor, de 24 años, herido. 10 de abril. Año desventurado que corre de forma lenta y traumática.

4 desconocidos, entre ellos, una mujer, trepados en motocicleta, dos y dos, los interceptaron. Y dispararon. Y huyeron. Se perdieron en el camino en medio de los árboles.

3 balazos al niño fallecido. A corta distancia.

El Veracruz donde de pronto, quizá para multiplicar el terror, más menores de edad, víctimas del oleaje, mejor dicho, tsunami, de violencia, incertidumbre, zozobra e impunidad.

PASAMANOS: Impunidad…, con el par de niños asesinados en un poblado de Tierra Blanca, que en los límites con Acatlán de Pérez Figueroa, Oaxaca.

Impunidad con el par de niños, una niña y un niño, asesinados con tres mujeres más en Papantla. Más el niño que se tiró a un barranco para salvar la vida.

Impunidad con la niña de 12 años asesinada en Santa Ana Atzacan cuando mataran a su familia.

Al momento, cuarenta y siete niños asesinados en los últimos dieciséis meses y medio.

Todos, en la impunidad. La procuración de justicia tarda demasiado, mucho, de forma excesiva, en llegar. 3 años después, diez duartistas detenidos acusados de fraude.

CORREDORES: Grave, cuando en un pueblo siguen ejecutando niños.

Significativo, cuando luego de la masacre infantil y femenina de Papantla, el silencio del gobernador, el secretario General de Gobierno, el secretario de Seguridad Pública y la Fiscal.

Ni una palabra. Ninguna referencia. Como si ocurriera en el otro extremo del mundo.

Y ni se diga el crimen de la reportera María Elena Ferral, treinta años de trabajadora de la información, con dos hijos huérfanos, el niño de diez años de edad.

Pero ni hablar, digamos, y en nombre del relato bíblico que la matanza de niños nació en Jerusalén cuando Herodes ordenó matar a los recién nacidos porque Jesús estaba entre ellos.

BALCONES: En otro tiempo cuando asesinaban a niños, mujeres y ancianos, los políticos priistas y panistas aseguraban que estaban metidos en el narcotráfico.

Incluso, hasta los señalaban de halcones.

Felipe Calderón les llamaba “daños colaterales”, la violencia, igualito que los civiles muertos en la guerra de Estados Unidos con pueblos del Medio Oriente y Africa.

Pero cuando van 47 menores de edad “pasados por las armas” en tan poco tiempo, aquella cantaleta resultaría inverosímil.

Los políticos dirán que “el ajuste de cuentas” llega a los hijos.

PASILLOS: Una sola explicación se impone: cuando en un pueblo matan a las personas y hay pocos, excepcionales detenidos, consignados, sujetos a proceso penal y sentenciados, entonces, dicen los expertos, los malos “se crecen al castigo”.

Y es que conscientes de que nada o poco pasa con la procuración de justicia, la impunidad se multiplica como la humedad y los ácaros.

Es ahora. Fue con Jorge Wínckler Ortiz. Y con Luis Ángel Bravo Contreras. Y Felipe Amadeo Flores Espinoza.

Caminos que fueron llevando a un infierno llamado Veracruz.

VENTANAS: Primero, los malandros se asesinaban entre sí. Luego, comenzaron a matar jóvenes. Mujeres. Ancianos. Ahora, niños.

En el mes de abril, 4 menores.

Las páginas de los periódicos escurriendo sangre. Y si se da vuelta a la página siguiente, muertos. Y si se pasa a la siguiente, fosas clandestinas.

La revista Alarma, del siglo pasado, sangre de principio a fin, se queda corta. Es una caricatura. El coronavirus, el hambre ni la miseria sembrando tantas cruces en el panteón como la violencia.


Malecón del Paseo

•Cronista desencantado

•Políticos lo engañaron

•El gran Ricardo Garibay

Luis Velázquez

EMBARCADERO: Ricardo Garibay fue el más importante cronista del siglo pasado… Novelista, cuentista, escritor teatral, reportero televiso, publicó en Excélsior las mejores crónicas de su tiempo, viajes en el país, viajes en el extranjero… Fue amigo de varios presidentes de la república, pero más cercano, con Luis Echeverría Álvarez, el jefe máximo de la nación que asestara golpe de Estado a don Julio Scherer García como director general de Excélsior… Hay un libro, Tendajón mixto, publicado por Proceso, ya viejo, incunable quizá, donde resume parte de sus crónicas… Todas deslumbrantes… Pero…

ROMPEOLAS: Pero hay una donde Ricardo Garibay muestra su estatura periodística, literaria, política, social y moral… Dice, por ejemplo, que “la política es amarga y no deja huella y el periodismo a secas es materia para el olvido”… Y dic que en política “la piel de los días cambia de un día para otro y nada mejora y nada avanza”… Entonces, conduce al lector a la parte estelar, y es cuando confiesa que un presidente de la república lo engañó y que algunos secretarios de Estado también y los funcionarios que tenían un cargo público grande, mediano o chico, también lo engañaron…

ASTILLEROS: Y lo engañaron, porque Garibay, con su experiencia y conocimiento de la naturaleza humana, creyó, confió, en aquel presidente de la república y el gabinete para construir un México justo… Garibay, sin embargo, también precisa que sin los sueños, la vida en el periodismo resulta innecesaria… Y el gran cronista del siglo XX soñó… Y aun cuando al lado de aquel presidente de la república, todo indica Luis Echeverría, viajó por el mundo en tarea periodística, de igual manera como cientos, miles en aquel tiempo, el desencanto social y político fue peor…

ESCOLLERAS: Bastaría referir, por ejemplo, y en caso de tratarse de Luis Echeverría, oh masacre de Tlatelolco, el escritor Carlos Fuentes Macías también fue seducido por el mismo presidente… Incluso, escribió frase memorable… “Es Luis Echeverría o el fascismo”, dijo… Luego, sobrevendría el desencanto cuando, por ejemplo, Echeverría nombró a Gustavo Díaz Ordaz embajador de México en España… Pero, bueno, la vida es así, y siempre han existido intelectuales, escritores, activistas, críticos furibundos incluso, encantados por el Príncipe…

PLAZOLETA: Don Julio Scherer García siempre hablaba de la distancia con el Príncipe… Un día, el jefe de prensa de Manuel Bartlett Díaz, titular de la CFE con Amlove, Alberto Peniche, tomó café con Scherer solicitando un cafecito a su vez con Bartlett… Y don Julio insistió en que si sentaba con Bartlett era para una entrevista… “No, Julio, no, un café”… “No, Alberto, no, una entrevista”… Entonces, el vocero de Bartlett dijo a Scherer: “Caray, Julio, si tú te sientas con tu madre, la entrevistas”… Y desde luego, nunca se dio… Don Julio decía que entre políticos y periodistas hay un maridaje por conveniencia donde los polos se acercan y se distancian en una especie de juego perverso…

PALMERAS: Quizá los modelos insuperables de un reportero manteniendo la distancia con el Príncipe son Ricardo Flores Magón, Regeneración a quien el dictador Porfirio Díaz Mori encarceló cuarenta y dos veces, y Filomeno Mata, El Diario del Hogar, preso treinta y seis ocasiones… La premisa universal es sencilla… El político busca el poder y el periodista la información… El político tiende a esconder la información y el reportero la ha de buscar, como decía Scherer, “hasta debajo de las piedras”… Y todavía afirmaba: “Y si el diablo me da una entrevista (para cuestionarlo) voy al infierno”…

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