miércoles, mayo 15, 2024

Escenarios

•Exclusión laboral

•Prohibido tener 40 años

•Nadie les da trabajo

Luis Velázquez

UNO. Exclusión laboral

El destino alcanzó a la mitad de la población y a la otra mitad. Cada vez, la población desempleada, y en el mejor de los casos, subempleada con salarios de hambre, se multiplica.

Pero más, mucho más, con las personas de unos cuarenta años de edad en adelante.

Y es que tanta la población de la primera juventud demandante que el aviso económico y las ofertas laborales (¿Hay en un país en recesión total y absoluta?) establecen topes para presentar solicitudes de empleo.

Y así, “con las manos en la cintura”, los empleadores advierten de entrada que las personas de 40 años de edad en adelante ninguna posibilidad tienen de un contrato laboral.

Paradojas de la vida: todo indica que hoy en el país son más las personas de 40 años de edad en adelante urgidas, necesitadas de un empleo que los jóvenes, digamos, de 23, 24, 25 años en adelante.

Se trata de una realidad económica y social ineludible que cada vez va creciendo con el riesgo de graves problemas sociales, pues nada fácil sería una resistencia pacífica encendida y volcánica como nunca antes.

Bastaría detenerse, por ejemplo, en los migrantes de América Central (Honduras, Guatemala, Salvador, Nicaragua y hasta de Costa Rica, y de África y Asia) soñando con entrar a Estados Unidos, la mayoría, insólito pero cierto, mayores de 40 años de edad.

DOS. La vida termina a los 40 años

Hay Bolsas de Trabajo, aquellas que en siglo pasado tanto consuelo significaron para los desempleados.

Hay Bolsas de Trabajo filiales de Estados Unidos, donde también ofertan trabajos, pero que al mismo tiempo, agotan existencias y ninguna posibilidad significan.

Y en todas ellas la advertencia es categórica anunciando que solo admiten solicitudes de personas menores de 40 años.

Incluso, personas de 35 años quedan fuera con todo y la experiencia y posgrados que tuvieran, pues millón de veces apostar a los jóvenes que a los mayores.

Y apostar a los jóvenes, pues aun cuando sean inexpertos o con menos experiencia son moldeables y llenos de energía y vitalidad mucho más pueden ser explotados y exprimirles todo el jugo de la vida como sucede, por ejemplo, con las mujeres en las maquiladoras de la frontera norte.

La vida económica, entonces, está terminando o parece estar terminando a los 40 años de edad en que las puertas y ventanas laborales han sido cerradas.

TRES. Peor calidad de vida

Se padecen vientos huracanados si se considera que hay millones de mexicanos en la vejez, primero, desempleados, y segundo, sin un familiar que los mantenga, y tercero, sin seguridad social como son el IMSS y el ISSSTE.

Y aun cuando se entiende que los hijos o nietos pueden ayudar a los abuelos, la difícil situación económica limita y con mucho la posibilidad de un apoyo permanente.

Y si en el área urbana y suburbana de los municipios, los ancianos están en desventaja económica, mucho peor ocurre en las regiones indígenas y campesinas.

Bastaría referir, por ejemplo, que muchos ancianos viajan de su ciudad de origen a otras ciudades únicamente para limosnear en la vía pública.

Y es que si la juventud es una etapa maravillosa de la vida su tiempo es corto frente al tiempo incalculable de la vejez, cuando los vientos huracanados son en contra.

Nada habla tanto y con certeza de la política asistencial de un gobierno como la calidad de vida de los ancianos, pero también, claro, del desempleo y subempleo a partir de los treinta y cinco y cuarenta años de edad.

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