domingo, septiembre 22, 2024

Expediente 2020

Heridas abiertas

Por Luis Velázquez


El daño sicológico, siquiátrico y sicológico de la ola de violencia y la barbarie y la saña y los abusos y excesos del poder político de Veracruz puede calibrarse de la siguiente manera, entre otras circunstancias:
Uno de los niños, amigo de la niña de 11 años de edad, originarios de Atzalan, María Magdalena Hernández Cardeña, asesinada en un operativo policiaco, dijo al cronista Ignacio Carvajal García:
“Me pusieron el arma en la cabeza. Eran unos hombres con trapos en la cara”.
Otro, dijo:
«Tengo miedo por mi vida».
Otro más, dijo:
«Eran hombres con ropa negra».
Otro, dijo:
«Yo no quiero saber nunca más de esos hombres».
Otro, expresó:
«Se metieron a la casa de María Magdalena… con sus armas y amenazaron a todos. Y mataron a María. Y a su abuelo».
Otro, dijo:
«También llegaron a mi casa. Y pusieron sus armas frente a nosotros».
Otro, recordó:
«El abuelo de María, Bellarmino, nos daba dulces y galletas. Y ahora, está muerto».
Otro niño, dijo:
«Los hombres le dijeron a la señora Alicia Cardeña que les dieran armas. ‘Queremos tus armas y el dinero'», exigieron.
En la cancha pública, los habitantes de Atzalan están seguros, firmes, inalterables, de que los policías le dieron hasta el tiro de gracia a la niña de once años.

ABUSO DEL PODER EN LA 4T

Un hombre de Atzalan recuerda:
«Los policías amenazaron a una señora de violarla o asesinarla. Le dijeron: Si estuvieras sola te matábamos. Te íbamos a hacer lo que quisiéramos».
Fue, pues, la barbarie y la saña. El abuso y el exceso de poder, caray, en el tiempo de la 4T y la Cartilla Moral de los derechos humanos como máximo valor universal.
Otro vecino recuerda:
Los policías tomaron a un bebé y le colocaron una mordaza en la boca… para silenciar su llanto.
Los niños de Tepeczintla, municipio de Atzalan, donde se consumara el ultraje policiaco, también conocieron y supieron del saqueo de la tienda familiar donde María Magdalena, la niña de 11 años asesinada, estaba al frente como una gente grande.
Incluso, hasta se llevaron el dinerito que la niña guardaba en una lata de refresco.
Lo peor: 48 horas después, el presidente municipal de Atzalan, José Homero Domínguez Landa, militante del Partido Verde, seguía absteniéndose de llegar a la comunidad. Su gente filtró que no había ido por miedo a que los vecinos lo lincharan.
Un hecho queda manifiesto, sin embargo. El daño neurológico y sicológico a los niños de Atzalan y a tantos otros niños, por ejemplo, huérfanos de madre y padre asesinados en los últimos trece meses en Veracruz, resulta inadmisible.

NIÑOS TRAUMADOS

Se ignora si alguna dependencia del gobierno de Veracruz, ONG, activistas, maestros integrados, la iglesia, tendrán en su agenda pública o académica el daño crucial a los niños de Veracruz por el tsunami de violencia.
1. Por los 45 niños asesinados en los últimos trece meses.
2. Por los niños asesinados en el bienio de Miguel Ángel Yunes Linares y los niños asesinados en el tiempo de Javier Duarte.
3. Los niños huérfanos de madre y/o padre que fueron ejecutados.
4. Los niños azorrillados porque en sus pueblos, sus comunidades, sus ranchos, los malandros son dueños del día y de la noche.
5. Los niños a quienes les han matado a los abuelos.
6. Los niños testigos de la violencia en sus casas, sus escuelas y sus pueblos.
7. Y desde luego, las decenas, cientos de niños, que han conocido el fondo del infierno con la impunidad con sus muertos, los suyos, los padres, los hermanos, los tíos, los primos, los suyos.
Por eso, el daño sicológico de la ola de violencia es incalculable.
Peor aún, imperdonable.
Y más, mucho más, porque la mayoría de los niños pertenecen a la clase baja, baja baja, incluso.
Y además de la pobreza y la miseria resulta desolador, el infierno, vivir traumados y con traumas crecientes si se carece de la acertada atención sicológica.

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