lunes, mayo 13, 2024

Escenarios

•Una reina en medio de la jodidez

•La trapecista del poder político

•Elizabeth Morales, en el ISSSTE

Por Luis Velázquez

Uno

Los políticos están mirando la tempestad social y no se hincan. Brincan, por ejemplo, de un cargo público a otro, sin tener el perfil. Sin conocimiento en la materia. Arribistas que son y todavía, soberbios, les vale. Mesiánicos, se creen predestinados. Como el caso, entre otros, de Elizabeth Morales, la nueva delegada federal del ISSSTE.

Conductora de TV Más, donde se requieren unas capacidades.

Presidenta municipal de Xalapa, donde su obra pública significativa, digamos, fue el reino de las barbies y las reinis, disputándose su preferencia y cariño político.

Diputada federal, con una capacidad legislativa fuera de serie que habrían envidiado los Constituyentes del 57 que tanto exaltara el historiador Daniel Cosío Villegas, y que eran ferozmente críticos e independiente, “y parecían gigantes”.

Delegada federal de la Profeco, donde la práctica cotidiana exige y reclama experiencia, dominio de la materia.

Y ahora, delegada del ISSSTE, una tarea en atributos y cualidades cien por ciento disímbola a la Profeco, a la curul federal, a la alcaldía y a la conducción televisiva.

Todo, y en cada caso, por los padrinos y mecenas ricos y poderosos que ha tenido.

El último cargo, en el ISSSTE, porque es amiga desde su tiempo en el Congreso de la Unión de Lorena Martínez, la delegada del CEN del PRI, fallida candidata a gobernadora de Aguascalientes.

Y como en política cuenta más, mucho más, la simpatía y la empatía, la amistad y los intereses mutuos, entonces, en nombre del santo dedazo predominante en la cultura política, titular de una dependencia donde la ética y la moral nombrarían a un médico,

además con experiencia administrativa y. más aún, con una sensibilidad social probada y comprobada.

Basta, pues, un amigo encumbrado para soñar y alcanzar los más disímbolos cargos públicos en detrimento y daño social y moral de la población.

Así fue en el siglo pasado. Y de igual manera, en el origen de todos los tiempos.

Pero en la población el coraje social se ha multiplicado.

Y a los políticos les sigue valiendo.

Javier Duarte, huyendo. César Duarte, exgóber de Chihuahua, huyendo. Roberto Borge Angulo, ex de Quintana Roo, en la mira. Rodrigo Medina, ex de Nuevo León, en la picota. Roberto Sandoval Castañeda, el góber priista de Nayarit, “curándose en salud” por el caso de su narco/fiscal, por quien “metía las manos al fuego”.

Elizabeth Morales, al ISSSTE, qué caray.

La revolución hecha gobierno.

Por eso cada vez más el descrédito de los partidos políticos y sus elites. Lo peor, les vale.

Seis de cada diez habitantes de Veracruz, en la pobreza y la miseria, documentado por el CONEVAL.

Veracruz, Xalapa y Banderilla, los primeros tres lugares en jodidez social, con decenas de colonias populares donde medio millón de paisanos solo aplican dos comidas al día ante la falta de ingresos y los empleos, en todo caso, con salarios de hambre.

Elizabeth Morales, Elmo, una reina en medio de la jodidez.

Los tiempos aquellos, vigentes aún, trepada en un yatecito saboreando la brisa marina abrazadita con Shariffe, la más bella y sensual de las barbies del siglo XXI en Veracruz.

Dos

El caso de Elmo se reproduce como los hongos y la humedad, pero por ahora, es el más simbólico… que acaba de darse.

Más aún, por lo siguiente:

En la cima del poder se miraba y soñaba la primera gobernadora de Veracruz, igual que Carolina Gudiño Corro (cuatro cargos públicos en menos del sexenio fidelista) y Anilú Ingram Vallines (tres cargos públicos en el duartazgo, más la fallida aventura por una curul federal).

Igual, incluso, que María Georgina Domínguez Colío, la primera vocera del duartazgo, a quien el gabinete legal y ampliado llamaba “la vicegobernadora” y hasta se le cuadraban, sometidos, humillados, mancillados.

Todos, claro, tienen derecho a soñar. Es un derecho natural y legítimo. Una garantía constitucional. Los sueños, decía Ernesto “El che” Guevara, llevan a los grandes logros.

Pero como el sueño de la gubernatura así nomás, porque el día amaneció con sol, porque tengo amiguitas que me validan y convalidan, porque me llegó la oportunidad, porque integro la cofradía en el poder político, porque nací predestinado, porque lo merezco.

Lo peor, nada indica que la tendencia cambie. Con todo, incluso, y la indignación popular y el desencanto social.

En todo caso, unas elites políticas se van y otras llegan y la historia se repite, sin que la lección de la historia impacte y trascienda.

Lo más grave y nocivo y dañino en Veracruz fue el duartazgo. La soberbia total y absoluta como característica sexenal para el abuso y los excesos del poder, el autoritarismo y el enriquecimiento ilícito, en medio de la impunidad sexenal, tiempo aquel cuando Elizabeth Morales llegaba a la comelitona anual de Carlos Brito Gómez con un montón de barbies y reinis, quizá, acaso, para su lucimiento personal y la envidia de todos.

Y cuando, además, cada fin de semana, en su mansión en una colonia residencial del municipio de Emiliano Zapata el poder político era ejercido a plenitud (la desfachatez total) con las fiestecitas que tanto ocupaban a la población.

Ahora, premiada con el ISSSTE.

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