viernes, mayo 17, 2024

Barandal 

•Rectora de UV falsea la realidad

•Idilio de Sara Ladrón y Duarte

•Grandes carencias académicas

Luis Velázquez

PASAMANOS: Días anteriores se publicó el listado de los más de 25 millones pesos que la rectora de la Universidad Veracruzana, Sara Ladrón, ha pagado a los medios en el transcurso de los últimos tres años y medio.

72 horas después emitió un comunicado donde aceptaba la existencia de tal pago, pero se deslindaba asegurando que era una deuda de su antecesor, el doctor en Economía, Raúl Arias Lovillo, y que ella, tan generosa, ajá, había sufragado, digamos, porque se trataba de una deuda institucional.

Pero la acusación a su antecesor sobre los contratos periodísticos vigentes en la administración de Sara Ladrón de Guevara (SLG) es una calumnia.

La actual rectora tuvo el periodo legal, al término del proceso de entrega-recepción, para denunciar cualquier anomalía que haya detectado en éste y otros asuntos.

Y nunca, sin embargo, hubo denuncia.

Segundo. Ni siquiera abrió la boca en su oportunidad para denunciar que había una deuda del gobierno de Javier Duarte, JD, por 900 millones de pesos, pese a que el ex rector lo tenía documentado para que el gobierno de JD terminara de pagar los adeudos que tenía, pues una parte significativa estaba cubierta y que se arrastraba desde Fidel Herrera.

La rectora calló, pero además, nunca, jamás, denunció.

La razón es que Ladrón de Guevara pensaba, al inicio de su gestión, que la rectoría se la debía a Duarte, y más desde aquella ocasión cuando los enmascarados de érick Lagos Hernández, secretario General de Gobierno, tomaron por asalto la sede de la USBI el día en que Raúl Arias rendiría su último informe.

Y como aquellos jóvenes impactaron a uno que otro miembro de la Junta de Gobierno y miraron el regreso del porrismo en la UV, entonces, cedieron a las presiones y fue cuando la rectoría de SLG se impuso.

En tales circunstancias, la rectora se dejó querer por Duarte y su mujer, Karime Macías, para celebrar que era «la primera rectora en la historia de la UV, y como incluso está documentado en fotos y textos periodísticos.

Tercero. La estrecha cercanía entre JDO y SLG propició que la deuda del Gobierno del Estado se incrementara hasta acumularse en 2,500 millones de pesos.

Es más, la deuda se triplicó… por la incapacidad de negociación de SLG, que «dejó hacer y dejó pasar».

SLG dejó crecer la deuda y este tema nunca lo llevó a discusión en el seno del Consejo Universitario.

Y cuando las circunstancias políticas eran adversas para Duarte fue cuando la rectora apareció en el escenario político como defensora de la UV.

Y fue cuando surgió la primera acusación contra Raúl Arias Lovillo, presentando el ex rector como el responsable de la deuda.

Y esa actitud fue cínica y criminal.

BALAUSTRADAS: Cuarto. Ahora no sorprende que SLG acuda nuevamente a la calumnia para no enfrentar sus propias (ir)responsabilidades.

Quinto. Recientemente, SLG guardó silencio para no exigir al gobierno de Miguel Ángel Yunes Linares destine un 5% del PIB para financiar a la UV.

Simplemente dijo que «no era viable».

Y si lo que se destina a la UV «no es un gasto sino una inversión», luego entonces sí es viable.

Sexto. La rectora está en campaña para reelegirse cuatro años más (como, claro, lo establece la ley universitaria), pero sin resultados académicos.

Por eso falsea la realidad.

Ella misma declaró, en tiempos de idilio con Duarte, el prófugo de la justicia desde hace 168 días, que nunca pondría como justificación la «falta de recursos» para solucionar los problemas de la UV, como lo había hecho de manera sistemática el ex rector Arias Lovillo, y lo que está documentado.

Y ahora resulta que SLG es paladín de la transparencia, de la democracia y de la justicia, cuando, además, y con todo los amores del Yunes azul a la UV, mejor dicho, a la rectora, la deuda heredada por Duarte sigue igual, y lo peor, se ha incrementado, bajo la excusa de que las arcas públicas fueron y están tronadas.

Séptimo. En el rectorado de Arias Lovillo nunca hubo acusaciones de autoritarismo.

Por el contrario, existió diálogo como nunca había existido en la UV.

Nunca hubo persecución contra académicos o estudiantes.

Raúl Arias contestaba personalmente un promedio de cien correos diarios  para atender de manera inmediata los problemas, como lo recuerda la comunidad universitaria.

Incluso, realizó Foros Universitarios en los diversos Campus para reflexionar el futuro de la institución con todos los miembros de la comunidad estudiantil y magisterial.

Más todavía, fue creada la Coordinación de Transparencia  y la Defensoría de los Derechos Universitarios.

Octavo. La principal carencia de Sara Ladrón son los resultados académicos, como ha sido documentado «al pie de la letra» por el académico e investigador de la UV, con dos maestrías y dos doctorados, Alfonso Velázquez Trejo.

Por eso, quedan claras las diferencias entre Sara Ladrón y Raúl Arias. Los hechos caen por su propio peso.

ESCALERAS: En el duartazgo, la rectora lanzó lo que ella misma denominó una revolución silenciosa y de la que el prófugo de la justicia se pitorreó cuantas veces quiso.

Por ejemplo, organizó una marcha en Xalapa con un discurso incendiario, en donde lo menos que dijo fue que Duarte «nos quitó el derecho a soñar» como si soñar dependiera del prófugo.

Publicó desplegados en contra y tocó puertas en el Congreso de la Unión y la ANUIES, reclamando el pago de la deuda.

Duarte ofreció (ahora se sabe de manera engañosa que nunca miró la rectora) una iniciativa de ley para aumentar el porcentaje anual del presupuesto al tres por ciento y la rectora lanzó a los suyos, entre ellos, Hilario Barcelata, director del Instituto de Pensiones, para exigir el 5 por ciento.

Y hacia el final del sexenio, ni lo uno ni lo otro.

Y con la deuda encima.

Así llegó el bienio azul al palacio de gobierno, y entonces, desde hace cuatro meses, ni una palabra de la rectora a Yunes Linares para reclamar el pago de la deuda.

Y si en todo caso, la Yunicidad está entregando cada mes el subsidio federal depositado por la secretaría de Hacienda y Crédito Público se trata de una obligación.

Así, la diferencia de actitud de la rectora ante Duarte y Yunes ha desencantado a la comunidad universitaria, pues está clara la cohabitación política y social entre las partes.

A la rectora, claro, le estaría yendo muy bien en la civilidad, pero la Universidad Veracruzana está con grandes carencias en todo. Desde las físicas hasta las académicas.

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