Nepotismo azul
Por Luis Velázquez
El nepotismo azul va… porque va. Fernando Yunes Márquez, candidato a presidente municipal de Veracruz, y su hermano, Miguel Ángel, el alcalde boqueño, candidato a la gubernatura 2018/2024. 6 años más en el poder.
Por lo pronto, el senador siempre se animó, luego de que entre los trascendidos se aseguraba que lo sopesaba.
En el fondo, según las versiones, se trató de un conflicto familiar, pues el par de hermanos se miraban candidatos al trono imperial y faraónico de Veracruz para recibir la estafeta de su padre, el góber azul.
Incluso, en la pasarela política corre la versión de que uno y otro alardeaban de sus méritos.
Uno, el mayor, dos veces alcalde y una diputado local y coordinador del programa “Oportunidades” de la SEDESOL federal.
Y el otro, diputado local una vez y senador ahora.
Hacia el final del día, la familia llegó a un acuerdo, conscientes y seguros de que si Fidel Herrera Beltrán fracasó con su Maximato rojo, la Yunicidad bien tendría su Maximato azul.
Y aun cuando algunos panistas vaticinan malos tiempos, hasta cacareando el debut y despedida del PAN en la silla embrujada del palacio de Xalapa, porque originará el rechazo popular en las urnas, hay antecedentes fuera de serie.
En Sonora, Manlio Fabio Beltrones lanzó a su hija de candidata a diputada federal y ganó…, camino, digamos, luego de Claudia Pavlovich, a la gubernatura.
En Oaxaca, José Murat Casab lanzó a su hijo Alejandro de candidato a gobernador y ganó.
En Yucatán, el senador Emilio Gamboa Patrón lanzó a su hijo de candidato a diputado federal y ganó…, camino, digamos, a la gubernatura en la siguiente jugada.
Y en el estado de México, Enrique Peña Nieto lanzó a su primo hermano, Alfredo Mazo Maza, como candidato a gobernador para suceder a Eruviel Ávila, y ahí va.
Y si Betrones, Murat, Gamboa y Peña conciben así el poder, caray, también el Yunes azul.
YUNICIDAD A PRUEBA
Ni modo, el diputado federal, Francisco Gutiérrez de G., ha quedado en la recta final.
¡Y qué bueno!, porque ya fue presidente municipal de Boca del Río y la sangre azul, tipo Maximiliano de Hasburgo, que corre en sus venas, lo llevó a creer que bien podía gobernar el puerto jarocho, y así, nomás así, levantó la mano.
¡Vaya desfachatez mesiánica! Casi casi sangre aria, la sangre pura soñada por aquel loco del bigotito en la segunda guerra mundial.
Ahora, autodestapado ya, el senador Fernando Yunes ha de tejer y tejer fino para evitar, digamos, que las tribus y las hordas panistas se subleven y el enemigo esté en casa.
Así, con veinte y las malas enfrentaría a Rafael Acosta Croda, quien de panista brincó a Morena llevado de la mano por la diputada federal, Rocío Nahle, que ya cayó en la tentación priista y a nombre de Andrés Manuel López Obrador está señalando con el dedo a sus favoritos a puestos edilicios.
Y en el lado del PRI, ningún adversario fuerte y poderoso, con arraigo popular, tendrá enfrente, pues la elite roja está desarticulada, incluso, herida de muerte luego del dedazo supremo para imponer en el CDE a Renato Alarcón.
Y más, porque el góber azul es el jefe máximo de la política en Veracruz, jefe supremo del PAN, jefe único de las finanzas públicas y el dueño de la agenda pública que, de paso, tiene doblada y arrodillada a las elites priistas.
Con tanta fuerza política, social y económica perder la alcaldía jarocha significaría una derrota anunciada para el 2018.
RELATO BÍBLICO DEL PODER
Algunos pretendieron enfermar al senador, digamos, de una neumonía que por cierto, todo indica, lo agarraría de sorpresa en unas vacaciones en Europa.
Joven político sereno y reposado, que tal es su carácter y temperamento, prudente, con buen karma con los demás, nunca quiso precisar los hechos.
Él sigue para adelante, de tal manera que hasta el coordinador de su campaña electoral por la alcaldía está listo y será el diputado local, Juan Manuel de Unanue, a quien de igual manera algunos miran como el candidato del PAN a la presidencia municipal de Boca del Río.
De ser así, la Yunicidad ampliaría su feudo, su imperio y su emporio de Boca del Río a Veracruz y toda la zona conurbada quedaría bajo la dinastía Kennedy del Golfo de México.
En el otro extremo, en el norte, Pánuco, otra dinastía empuja la carreta con el mismo fin.
Ricardo García Guzmán, ex alcalde, ex diputado y dos veces Contralor, listo para lanzarse por segunda ocasión para el cargo edilicio.
Un hijo, presidente municipal, y el otro, diputado local, y la madre suspirando, digamos, por la tarea pública, más, mucho más allá de las tareas del hogar.
En el otro extremo, en el sur, otro cacique, Marcelo Montiel Montiel, ya fue alcalde e impuso a Marcos Theurel Cotero y Joaquín Caballero Rosiñol en el Ayuntamiento y ahora tiene listo a otro discípulo bienamado, Víctor Rodríguez, para recibir la estafeta.
En el relato bíblico, los padres heredaban los cargos a los hijos, incluso, aun de diez años de edad y quienes permanecían en el trono durante 10, 20, 30 y 40 años como puede leerse en el libro de “Reyes”.
En el siglo XXI, en Veracruz, sólo se está reproduciendo la historia bíblica, pues, dice el viejo del pueblo, desde siempre en la historia de la humanidad, los padres únicamente heredan a los hijos, y a veces, claro, a la esposa.