Diario de un reportero

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  • Periodistas pobres, las víctimas
  • Ejecutados, diaristas soñadores
  • Muchos trabajaban a destajo

Luis Velázquez

DOMINGO

Ejecutados, periodistas pobres

Hay una constante, eje rector, en los 18 trabajadores de la información asesinados en Veracruz.

La pobreza y la miseria. La jodidez y la precariedad.

Todos ellos, la mayoría, pertenecientes a la clase baja y a la clase media baja. Ni siquiera, clase media media, por ejemplo.

La mayoría, jóvenes, y por tanto, soñadores, idealistas, utópicos, llenos de solidaridad con sus iguales, los pobres y jodidos, en un Veracruz donde hay un millón y medio de personas que solo hacen una o dos comidas al día, mal comidas, según CONEVAL.

Habitantes, muchos de ellos, de colonias proletarias, en las goteras de la cabecera municipal urbana.

Incluso, muchos trabajando a destajo en los medios donde laboraban.

Pero, además, sin usufructuar las prestaciones sociales, económicas y médicas establecidas en la Ley Federal del Trabajo.

Todos ellos, practicando un periodismo incómodo para la cúpula política y quienes al morir, dejaron, en la mayoría de los casos, a la familia en la precariedad.

La adversidad, emponzoñada con quienes menos tienes por el único delito de contar la historia de cada día tal cual, sin concesiones.

LUNES

El cuije del periodismo

Noel López Olguín, por ejemplo, fue el primer reportero asesinado en el sexenio que corre, primero de junio, 2011.

Fue secuestrado y desaparecido en Jáltipan, y asesinado y sepultado en una fosa clandestina.

Vivía en las afueras de Jáltipan. Más allá de la última colonia proletaria. En los límites de un poblado rural.

En una casita de madera, con un patio grande con piso de tierra, donde en el centro florecía un árbol que daba mucha sombra, y en donde cada tarde la familia, con su esposa, un hijo de 3 años, y un bebé en camino, se sentaban a tomar el fresco.

Noel trabajaba a destajo en 3 medios. Y, además, era fotógrafo de eventos sociales para llevar el itacate a casa, pues el salario de los 3 periódicos era insuficiente.

A veces, en la precariedad, la familia se iba a comer en casa de los suegros, porque, ni modo, ese día se había ido en blanco.

Un día, el comandante policiaco se alteró y perdió el control con una noticia publicada por Noel, quien, además, también era activista social, y empezó su calvario, camino al Gólgota, el apocalipsis de su vida.

MARTES

Una familia muy pobre

Gabriel Manuel Fonseca, reportero de unos 23 años, fue levantado y desaparecido frente a la oficina policiaca en Acayucan.

Vivía con sus padres en una colonia popular en una casita construida con tablas y techo con tejas y piso de tierra, que constaba, digamos, de una cocina, que también era sala y comedor, y una recámara donde cabían dos catres: uno para él y su hermano menor y el otro para sus padres.

El patio, pequeño, era de tierra, donde estaba un baño con servicio sanitario, una planta de plátanos y su mascota, que cuidaba la casa.

Su padre era lustrador de zapatos en una banqueta cerca de una farmacia, donde todos los días llegaba a las 8 de la mañana, cargando una sillita de madera, de la que venden los inditos, y su caja de bolear.

Su madre era ama de casa que pasaba la mañana preparando el desayuno y la comida y en la tarde se centraba en la iglesia a rezar y seguir rezando por un mundo mejor, que nunca, jamás, les llegó.

Su hermano menor soñaba con ingresar al ejército como soldado, luego de que un tiempecito había partido a Estados Unidos como migrante sin papeles.

Desapareció el 17 de septiembre, 2011, y desde entonces, ninguna pista, ningún mensajito, ningún indicio de su vida.

MIÉRCOLES

Muchas cornadas da el hambre

Gabriel Huge era fotógrafo. Un tiempo laboró en Notiver. Le apodaban “El mariachi”, por su porte. Fue levantado, secuestrado, desaparecido, ejecutado y cercenado en cachitos el 3 de mayo, 2012.

Era hijo de un laminador y pintor de automóviles que como tantos otros le gustaba empinar el codo en demasía, al grado de desaparecer por completo durante semanas enteras.

Vivían en un lotecito en una casita de madera, modesta y sencilla, que también era utilizada como el taller mecánico.

Y como el lote eran tan pequeño, digamos, tamaño INFONAVIT, el taller de su padre estaba en la calle, en la avenida Icazo en el puerto jarocho, y en la calle estacionaba los autos mientras les llegaba el turno de la laminación y la pintura.

Dada la pobreza apenas y estudió la escuela primaria. El padre quiso enseñarle el oficio de laminador de coches, pero Gabriel se resistió.

Y anduvo por ahí, hasta que alguien lo indujo por la fotografía que lo sorprendió maravillado hasta convertirse en fotoperiodista.

Muchas cornadas le dio el hambre…

JUEVES

El fotógrafo de sociales

Gregorio Jiménez de la Cruz, secuestrado en Villa Allende, Coatzacoalcos, el 5 de febrero, 2014, había sido electricista (de casa en casa) en Cancún y también fotógrafo de sociales.

De regreso a su pueblo, en el sur de Veracruz, también era fotógrafo de eventos familiares para sacar el itacate.

Luego pasó a fotógrafo de uno y otro periódico, siempre a destajo, y un día amaneció reportero, cuando en el lugar de los hechos llegó solo, sin que el reportero se presentara.

Entonces, empezó a contar historias a la computadora y ahí se fue.

Su casa era lo más modesta y sencilla del mundo, que estaba construyendo poco a poco, y que dejara en obra negra, las paredes inconclusas, sin techo, sin pisos, expuesta a la intemperie.

Gregorio significaba el único ingreso para la familia. Laboraba en un par de periódicos en Coatzacoalcos, a los que vendía sus notas y fotografías, a destajo. Si se las publicaban, le pagaban.

Por eso seguía dando tupido y duro a la fotografía de sociales, en tanto su esposa se la pasaba convenciéndolo de dejar el periodismo y regresar a Cancún a buscar una vida mejor.

La muerte lo sorprendió, con tanta saña, que fue sepultado en una fosa clandestina en Las Choapas.

VIERNES

Taxista, tendero y reportero

Moisés Sánchez Cruz fue secuestrado, asesinado y cercenado el 2 de enero, 2015, en Medellín, y fue el primer reportero ejecutado en Veracruz y en el país en el año que corre.

Era reportero empírico y activista.

Pero con una pasión reporteril fuera de serie que iniciara primero operando como freelance de otros colegas y luego publicara su periódico La Unión.

Tenía una tiendita de artículos del hogar y era taxista, con los que aseguraba el itacate para la familia.

Además, de la tiendita y el taxi financiaba la edición de su periódico, como un gran soñador.

El mismo escribía las notas y él mismo diagramaba el periódico y él mismo salía como vocero a obsequiar el periódico en el pueblo.

Así, alcanzaba la satisfacción plena del trabajador de la información comprometido con una causa social que lo enfrentara con el presidente municipal, el panista Omar Cruz, a quien el Fiscal de Veracruz acusó de la autoría intelectual del crimen a través de los policías aliados con el cartel local.

La vida, por un sueño periodístico, por una idea, por un ideal, por el bienestar común, igual que muchos, la mayoría, de los 18 reporteros y fotógrafos que han sido asesinados en Veracruz.