José Lima Cobos
Ricardo Anaya ayer leal al sistema, ahora sufre las consecuencias de su servilismo; ayer obsecuente y tolerante, hoy agresivo y desafiante y la respuesta no se dejó esperar, -por si pensaba que Peña Nieto respetaría las reglas del juego-, olvidando que en política no hay amigos sino cómplices, y para mejor muestra basta un botón, que lo representa de manera elocuente la maestra Elba Esther Gordillo que, ayer coadyuvante del fraude electoral que lo convirtió en presidente, hoy esta pagado su rebeldía en prisión domiciliaria .
Ni por asomo se creyó que Peña Nieto era capaz de esa infamia pese a los antecedentes de suyo elocuente y ahora ahí están los resultados; primero impuso a Cordero como presidente del senado para debilitar a la dirigencia panista y ahora se hace todo para romper la candidatura del frente que integran tres partidos y poco le importar debilitar a las instituciones que juro respetar.
No sabemos si le alcance a Peña Nieto el tiempo, pero como lo expreso de manera tajante Fernandez de Ceballos, como cualquier “hijo de puta”, utiliza de manera facciosa a la procuraduría general de la republica para integrar una carpeta de investigación en contra de Anaya, para que sea imputado por el delito de lavado de dinero, en una supuesta triangulación de recursos e inhabilitarlo políticamente.
Si se dice que en el pecado lleva la penitencia Anaya es porque tuvo la oportunidad de oponerse a que se destituyera, en principio, al fiscal Cervantes cuando manifestó que ya tenía integrado el expediente contra el director de Pemex y su ex director Lozoya por utilizar recursos para la campaña de Pena y luego la destitución del fiscal electoral por el encargado de la procuraduría cuando la constitución política precisaba que este terminaría su gestión hasta el 30 de Noviembre de 2018, es decir, en ese momento debió de impulsar el juicio político que ahora se expresa que se emprenderá contra el encargado del despacho de la procuraduría.
La oportunidad del panismo para pronunciarse contra Peña han sido varias, sin embargo no lo hicieron en su tiempo y ahora se llaman a robados, pues cuando se violó la constitución para nombrar a Medina Mora, en condición de Ministro de la Corte, o bien en el caso del artículo 134 constitucional que obligaba al senado a expedir una ley para regular la publicidad gubernamental e impedir el despilfarro de que ahora somos testigos, o bien, en el caso de los atracos de los gobernadores propiciados por los secretarios de Hacienda Videgaray y Meade.
Estamos sabidos que la justicia en México es selectiva y no nos debe sorprende lo que el presidente esta haciendo con Ricardo Anaya, pero nada se sabe de las denuncias contra Rosario Robles, o bien Miguel Angel Yunes Linares, y otras más, pero la celeridad contra Anaya esta fuera de serie pues sin existir ninguna denuncia o querella en su contra, se le invita a que declare de lo que dicen los periódicos que, manipulados por el poder político, quieren hacer su agosto y todo por ser un indisciplinado al presidente, que no conforme que agraviar a la militancia priista con su candidato Meade, ahora instrumenta de manera perversa y abominable, restarle participación a quien se ha comprometido también, como López Obrador, en terminar con la corrupción que en su gobierno se aumentó de manera exponencial.
Mucho se dice que con el carrancismo se inicia la corrupción en México, sin embargo se desdeña lo acontecido en el régimen de Miguel Alemán, que se introduce el amparo en materia agraria y se generan los primeras concesiones petroleas y se soslaya lo peor con el salinato, en que se entregan los bancos, teléfonos de México, o la reforma al artículo 27 que acaba con el reparto agrario y en el último caso, la criminal entrega en el peñismo que ya no queda nada por vender, salvo la pobreza de sesenta o mas millones de mexicanos, porque la luz, el agua, petróleo, minería, etcétera, ya no le pertenece a nuestro país.
