Javier Duarte y El Universal
Luis Velázquez
Parte 1
El martes 15 de septiembre, el periódico El Universal publicó en portada, nota principal a 8 columnas, una entrevista con el gobernador de Veracruz, que en tiempo y forma debió aparecer, digamos, hacia finales del año 2011, cuando iban cinco reporteros asesinados.
Y/o, en todo caso, hacia finales del año 2012, cuando llegaban a once, más la secretaria de un periódico, El Dictamen, ejecutados.
Y/o hacia finales del año 2013, cuando ya iban 12.
Y/o hacia finales del año 2014, cuando eran 13.
Más los cinco asesinados en el transcurso del año que corre.
Pero, bueno, los abuelos lo decían: más vale tarde que nunca.
El titular de la nota principal dice así:
“Caso Narvarte no me preocupa, dice Duarte”.
Y, caray, si la entrevista es pagada, porque, además, es la nota principal, con dos páginas interiores completitas, entonces, el enfoque periodístico fue erróneo.
Y fue erróneo porque, en primer lugar, toda vida humana es invaluable y es preciosa, y en el caso fueron cuatro mujeres y un hombre, el fotógrafo Rubén Espinosa, asesinados hasta con el tiro de gracia en un departamento de la colonia Narvarte, en el DF.
Y si la vida de otros al góber no le ocupan ni preocupan, caray, habrían de revisarse los ideales, principios y convicciones de la Universidad Complutense y/o de la Universidad Iberoamericana, donde estudió, y/o de las escuelas primaria, secundaria y de bachillerato donde cursó, pues, de lo contrario, los ciudadanos tenemos derecho a interponer una demanda educativa en contra de tales instituciones.
Tan es así que bastaría recordar que el asesinato colectivo ha sido tema recurrente de ONG, tanto nacionales como internacionales.
Además, Jesús de Nazareth, dice la Biblia, ofrendó su vida por todos nosotros, digo.
LA VERDAD DICHA A SU TIEMPO
El primer bajante de la nota de 8 columnas, en portada con fotografía gigantesca, dice:
“Este crimen (el de Rubén Espinosa) no tiene que ver con ejercicio periodístico”.
Bueno, de entrada la Procuraduría de Justicia del Distrito Federal, que lleva el caso, aún tiene la investigación en proceso; pero el góber ya dictaminó, quizá, acaso, porque la Procu de Miguel Ángel Mancera ha eliminado por completo la pista reporteril como posible hipótesis.
El segundo bajante dice:
“En Veracruz, el narco es el que mata a periodistas”.
Así, se recordaría que el primer asesinato de un reportero sucedió el primero de junio del año 2011, con Noel López Olguín, de los periódicos Horizonte, Noticias de Acayucan y La Verdad.
Y apenas ahora, cuatro años con tres meses después, el góber aborda con claridad meridiana el asunto.
Es decir, toma el toro por los cuernos, cuando durante tanto tiempo el secretario de Seguridad Pública, el general Arturo Bermúdez Zurita, ha soslayado el asunto, sin atreverse nunca, jamás, y en todo caso, a decir la verdad.
Es decir, si la verdad del gobierno de Veracruz es que en la tierra jarocha “el narco es el que mata a periodistas”, antes jamás se dijo con tanto aplomo y, por el contrario, apostaron a la ambigüedad, y lo peor, a las filtraciones.
Alguien por ahí asegura que el góber ha cambiado en forma de ser y pensar. Quizá. Pero, al mismo tiempo, queda clara la política evasiva que ha tenido el duartismo para hablar con la verdad, como si tuvieran miedo, terror, pánico, a hablar con la verdad, pues ante el daño moral y ético causado a Veracruz de que fue y/o todavía es “el peor rincón del mundo para el ejercicio reporteril” la precisión oficial publicada en El Universal está fuera de tono.
HECHOS, NO PALABRAS
En el resumen de la entrevista de dos planas publicada en portada con una llamada y fotografía por el reportero Carlos Benavides, apunta, entre otros tópicos, lo siguiente:
El góber “niega que él o su gobierno estén detrás de alguno de los doce asesinatos de periodistas”.
Salvo el caso de Rubén Espinosa, que llegó, digamos, a la pasión turbulenta (un equipo de reporteros plantó frente a la Casa Veracruz, la residencia oficial del señor Javier Duarte, cargando cartulinas con su rostro y la leyenda de “Duarte, asesino”) si se recuerda bien, nadie lo ha señalado ni tampoco, parece, a su gabinete, de estar atrás de los crímenes.
Sin embargo, en el imaginario colectivo, en la percepción ciudadana, anida la sensación de la impunidad en todos los crímenes y el trío de reporteros desaparecidos.
Es decir, la incompetencia oficial para garantizar el Estado de Derecho que consiste en asegurar la seguridad en la vida y en los bienes.
Pero, además, en la administración ágil y expedida de la justicia.
Más aún, se habla de que sólo son 12 los reporteros y fotógrafos asesinados. Falso. Son quince, a saber:
Noel López Olguín, Miguel Ángel López Velasco, Misael López Solana, Yolanda Ordaz de la Cruz y Regina Martínez Pérez.
Además, Gabriel Huge, Guillermo Luna, Esteban Rodríguez, Víctor Báez, Gregorio Jiménez de la Cruz, Moisés Sánchez Cerezo, Armando Saldaña Morales, Juan Mendoza, Rubén Espinosa y Juan Heriberto Santos.
Además, tres reporteros policiacos desaparecidos, a saber, Gabriel Fonseca, Cecilio Rodríguez Domínguez y Sergio Landa Rosado.
El primero, desaparecido el 17 de septiembre, 2011, y por tanto, igual que los otros, tanto tiempo después (cuatro años que se cumplen hoy jueves), sin una señal a sus padres, nadie duda de que está muerto.
Es decir, en vez de doce como aseguró el góber a El Universal, son 18.
Claro, y como dijo el góber, “el crimen organizado es el que está matando periodistas”; pero aun así, tal cual debe demostrarse con hechos concretos y específicos, más allá de la simple palabra oficial.