- “¡Por eso los matan!”
- “¡Pinches medios”!
- Diaristas incómodos
Luis Velázquez
DOMINGO
“¡Por eso los matan!”
Luego del asesinato de 18 reporteros y fotógrafos se continúan padeciendo días sórdidos en Veracruz.
El último ocurrió en la LXIII Legislatura comandada por el cacique magisterial, Juan Nicolás Callejas Arroyo, él mismito que alardea de ser un hombre ético.
El agravio contra los reporteros provino desde los palcos, donde la señito Tomasa Delfín Martínez, operadora política del PRI, empleada de la CNC Veracruz, extrabajadora de Ramón Ferrari Ferrari en la SEDARPA, se enfureció contra los diaristas porque le impedían mirar la tribuna parlamentaria, y les gritó:
“¡Por eso los matan!””.
Tal cual, la única reprimenda de los trabajadores de la información fue endilgarle un apodo. Desde entonces se conoce como ”Lady PRI”.
¡Háganos, pues, el favor! ¡Con tales funcionarios, para nada el duartismo necesita enemigos!
Y más, porque Tomasa Delfín miraba al diputado priista, José Ramón Gutiérrez, ”El Peperra”, también conocido como ”La española de Capezzio”, dictando cátedra de economía con un ábaco para explicar la deuda pública.
LUNES
“¡Pinches medios”!
Otra diatriba vino del general de West Point, condecorado por la DEA, magnate hotelero, Arturo Bermúdez Zurita, uno de los pocos, excepcionales secretarios que con Érik Porres Blesa son los únicos que se mantienen en el gabinete legal del duartismo.
En una anterior comparecencia en el Congreso, Bermúdez intercambiaba halagos con los diputados priistas y de pronto, miró entrar a una estampida de reporteros, fotógrafos y camarógrafos que, acaso, quizá, sintió, percibió, estuvo seguro le descarrilarían su luna de miel.
Entonces, con una mirada de hiena registrada en la fotografía, Bermúdez exclamó la siguiente frase apocalíptica:
“¡Pinches medios!”.
Y, bueno, en voz del secretario de Seguridad Pública, Jefe Máximo de más de veinte mil policías, y miles de agentes de tránsito y miles de custodios penitenciarios, la frase de Bermúdez suena a huracán impetuoso, pues una palabra suya a un elemento policiaco basta y sobra para, digamos, robar la casa de un periodista como también para meterle un sustito, incluso, un sustote, digamos, un asalto mortal.
Y más, mucho más, porque no obstante que Veracruz se desangra en medio del fuego cruzado, los secuestros, los desaparecidos, los muertos y las fosas clandestinas, el señor Javier Duarte lo mantiene en el trono imperial y faraónico… que por algo será.
MARTES
“Debería estar detenido por tomar esas fotos”
Sórdida también fue la frase de Arturo Bermúdez al fotógrafo Félix Márquez, cuando tomara las gráficas de las guardas comunitarias en los Llanos de Sotavento y el general asegurara que era un fotomontaje.
“Debería estar detenido por tomar esas fotos” le advirtió con voz temeraria y autoritaria.
Tal cual, el general se montó en su mula y sostuvo.
En contraparte, durante muchos meses Félix Márquez anduvo con el miedo y el temor, la zozobra y la incertidumbre en el cuerpo, en el corazón y en las neuronas, y ni hablar, decidió emprender un viaje en América Latina con sus ahorritos para ver si así, respirando los aires de otros continentes, lejos de Veracruz, podría olvidar, digamos, la sentencia de muerte.
Y más porque luego de que una parte de la prensa local se fue a la yugular del general por su desaguisado verbal, la Comisión de Atención y Protección a los Periodistas de los Namikos, empleados todos de Javier Duarte, le abrieron la puerta a Bermúdez, le invitaron cafecito y galletitas, y lo declararon héroe universal de todos ellos.
Y es que para tal ha servido la dichosa comisión, aunque de por medio siembren el pánico en el gremio reporteril.
MIÉRCOLES
“¡No era reportero. Era un simple taxista!”
Días y noches sórdidas, en efecto.
Por ejemplo, unas horas después del secuestro, asesinato y el cadáver del reportero y activista social, Moisés Sánchez Cerezo, tirado en cachitos en la carretera cerca de Medellín, el Jefe Máximo del Priismo, propietario del día y de la noche, acuñó otra frase bíblica:
“¡No era reportero, era un simple taxista!”.
Y, bueno, tanto la vida de un taxista como la de cualquier ser humano, pasando por un reportero y activista social, resulta invaluable.
No obstante, el góber de la Complutense se mantuvo en su capricho y berrinche y toda la vida ha seguido menospreciando al difunto, no obstante que mientras por un lado el Fiscal General, Mr. Bean, logró el desafuero del alcalde Omar Cruz, a quien acusara de asesino intelectual, por el otro, el edil panista se le peló, afirman los enterados, porque de por medio existió un acuerdo cupular entre Duarte y el CDE del PAN de Pepe Mancha.
El caso es que con todo se trata de otro agravio, días turbulentos y revueltos para los trabajadores de la información que según Duarte en Veracruz suman ocho mil que laboran en más de mil periódicos y revistas y en 500 páginas digitales.
Ajá, con el pitorreo, el sarcasmo, la burla, la indolencia, el desprecio y el menosprecio. Todo junto.
JUEVES
La novia del jefe Zeta
En las últimas horas otro agravio.
Toda la fuerza política, económica, social, policíaca, legislativa y judicial del aparato gubernamental en contra de los indefensos y los débiles.
Por ejemplo, al día siguiente de que la señora Aracely Salcedo encarara al gobernador por la desaparición en la impunidad hace tres años y un mes de su hija, Fernanda Rubí Salcedo, de 21 años, la mano negra del duartismo movió sus resortes mediáticos.
Así, en el periódico “El bueno tono”, de Córdoba, publicaron como noticia principal que a Fernanda Rubí la secuestraron y desaparecieron porque era novia del jefe Zeta de la plaza, apodado “El Lucky”.
Y como dijo la señora Salcedo, sin pruebas, sin documentos, sin sustento informativo, simple y llanamente, la calumnia y la difamación.
Tal cual, el dicho popular reproduciéndose a plenitud. Que tu mano derecha no sepa lo que hace tu mano izquierda. Te pago para que le pegues a quienes me pegan. Tirar la piedra y esconder la mano.
VIERNES
Diaristas indeseables
El politólogo Carlos Ronzón Verónica lo sostiene con claridad: en el Veracruz de Duarte, Arturo Bermúdez y Luis Ángel Bravo Contreras, a los muertos los matan dos veces.
La muerte física y la muerte del descrédito desde el poder si es que son, digamos, muertos incómodos.
Regina Martínez, corresponsal de Proceso, fue degollada por dos amigos de ella que eran adictos y enfermos de VIH, uno de los cuales su pareja.
Miguel Ángel López Velasco y Yolanda Ordaz de la Cruz, de Notiver, fueron asesinados porque eran jefes de prensa de los malosos.
Gabriel Huge, fotógrafo de Notiver, fue ejecutado porque le bajó la novia a un Zeta.
Gregorio Jiménez de la Cruz, reportero de El liberal, fue asesinado porque tenía pleitos con su vecina, quien además era su consuegra.
Moisés Sánchez Cerezo, del periódico La Unión, fue asesinado porque más bien era taxista y tenía problemas con el gremio.
Rubén Espinosa, fotógrafo de Proceso, fue asesinado porque visitaba un departamento donde traficaban con droga y ejercían la prostitución.
Armando Saldaña Morales, conductor radiofónico en Tierra Blanca, fue ejecutado pero en una cantina.
Tal cual han caminado los días y noches sórdidas del duartismo, vilipendiando a los diaristas indeseables.