martes, julio 8, 2025

Barandal

•Juega Duarte el todo por el todo

•Otra vez, a la yugular de Yunes

•Siguen capítulos de telenovela

Luis Velázquez

ESCALERAS: Parece ser que la tradición espartana templa el corazón, las neuronas y el espíritu cuando, por ejemplo, se duerme en cama de piedra.

Y como en la canción de Cuco Sánchez, todo indica que los hombres así endurecen tanto que sueñan con decir “su último adiós” pertrechados “en dobles cananas” y “con mil balas” por delante, siguiendo claro al inolvidable cantautor de música ranchera.

Es el caso, por ejemplo, de Javier Duarte cuando estrenando barba de León Tolstói, con casquete rasurado tipo Mara (sus amigos en el penal militar de Guatemala) compareció en audiencia el martes 27 y salió “con la espada desenvainada”.

Una vez más, y a tono con las denuncias penales interpuestas cuando (des)gobernaba Veracruz en contra de Miguel Ángel Yunes Linares en la PGR, aseguró que el góber azul “se ha enriquecido descaradamente”.

Y cuando, además, retador, provocador, como si fuera un ángel de la pureza (Luzbel también lo era) dijo que a la yunicidad le había “llegado el momento de probar sus falaces acusaciones”.

“Nos vemos en México” advirtió en una catalinaria que ni siquiera habrían imaginado Mario Villanueva, el ex de Quintana Roo, ni Andrés Granier, el ex de Tabasco, Guillermo Padrés, el ex de Chihuahua, Tomás Yarrington, el ex de Tamaulipas, todos encarcelados.

Duarte “tiró su espada en prenda”.

Y más cuando nadie, absolutamente nadie en Veracruz, menos en el altiplano, lo ha defendido.

Por el contrario, el CEN del PRI de Enrique Ochoa Reza, primero, lo expulsó, y luego enseguida lo declaró el político más corrupto en toda la historia nacional que, por ejemplo, significan palabras mayores ante, digamos, Alvaro Obregón y Miguel Alemán Valdés señalados como los ex presidentes más deshonestos en la historia.

Y aun cuando la yunicidad cabildeó que Duarte ya llegó a la locura, más gordo, barbón, pelón, tiene la misma risa y los mismos ojos, en efecto, de anacoreta, que tenía desde cuando empezara a trabajar con Fidel Herrera Beltrán en la secretaría de Gobernación, donde Jorge Carpizo era el titular.

BALAUSTRE: Dos meses preso en Guatemala, con su clon Roberto Borge encarcelado en Panamá, con su familia en Londres según parece, abandonado por sus huestes que lo acompañaron casi seis años, satanizado por sus mismas tribus que se lavaban las manos diciendo que “a todos nos engañó”, traicionado por sus barbies que tuvo en el ejercicio del poder cuando, decía, “me he vuelto sexy”, Duarte se juega el todo por el todo.

Por eso, él mismo abogado, su defensa rabiosa.

Así, una vez más se enfrascó en “los dimes y diretes” con el sucesor.

Por aquí Duarte en Guatemala despotricó contra Yunes Linares, de inmediato el góber azul se le fue a la yugular (“si está preso es por mí”).

Otras coyunturas políticas se están dando:

Duarte en Guatemala, su ex partido, el tricolor derrotado la mayoría de alcaldías el 4 de junio, y lo peor, las más importantes en población electoral y recursos oficiales, aún cuando en contraparte, el PRI ganó las gubernaturas en el estado de México (tan importante para Enrique Peña Nieto) y en Coahuila.

Habría, entonces, de ver si en verdad su aprehensión sirvió para que el partido rojo repuntara en las urnas y que mucho se duda, pues en el estado de México, por ejemplo, estuvo “a un pelito” de perder ante el enemigo público número uno de Peña Nieto, Andrés Manuel López Obrador.

Además, el huésped sexenal de Los Pinos está en el último año y sólo le interesaría heredar la estafeta a uno de los suyos.

Y si Duarte ya está sobreexpuesto, entonces, como producto desechable ya se verá su destino penitenciario, con todo y que por ahí han filtrado que cuando menos lo esperan quince años de cárcel, como ha sido el caso, por ejemplo, de Mario Villanueva, el ex de Quintana Roo, tan ligado tan entrañablemente a los carteles.

CASCAJO: En una de sus primeras estancias en París, a Octavio Paz le presentaron a Claude Levi Strauss, a quien tanto deseaba conocer.

Y durante la media hora o la hora que estuvieron juntos, Octavio Paz buscó el diálogo, el intercambio de barajitas, y Levi-Strauss sólo sonreía.

Hacia la mitad de la noche, cuando iba de retirada, Paz concluyó el encuentro de la siguiente manera:

“Es un idiota o un sabio”.

Duarte en Guatemala sólo sonreía. “Se pitorreaba” fue el titular principal en el diario Notiver. Entonces, dijeron que está loco. Que la cama de piedra de Cuco Sánchez, cantada por cierto con tanto dolor y sufrimiento, lo terminó de enloquecer.

En su sexenio, siempre se dijo que Duarte es un hombre depresivo, volátil, bipolar, iracundo, colérico, burlón, indiferente, menospreciativo, despreocupadón, noctámbulo, pagado de sí mismo, y a quien la vida, así, le funcionó muchos años desde que hacia los veinte años iniciaría estudios de Ciencia Política en la Universidad de Nopaltepec, sucursal de Harvard.

Y, bueno, el significado de su risa y los ojos desorbitados mirando a los demás y a la cámara serán polisémicos.

Pero al mismo tiempo, quizá enigmáticos, en un país de las indescifrables caritas sonrientes.

Ahora, cuando sea extraditado y se tope en México con el Fiscal y los abogados del bienio azul, y de paso, con la Procuraduría General de la República, se conocerá el desenlace.

La telenovela apenas estaría llegando a un nuevo capítulo, pues navega en episodios cardiacos, conscientes todos de que “la vida suele dar excesivas sorpresas”.

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