- Los vecinos incómodos
- Políticos en Las ánimas
- Alta calidad de vida
Luis Velázquez
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En el fraccionamiento Las ánimas, en Xalapa, casi casi son vecinos los siguientes funcionarios:
Ricardo García Guzmán, Ranulfo Márquez Hernández, Alejandro Montano Guzmán, Roberto López Delfín y Felipe Amadeo Flores Espinosa.
Y, bueno, se tratan de mansiones que llegan en unos casos a los diez millones de pesos, o más, como en el caso del par de residencias de Gabriel Deantes Ramos, secretario de Trabajo y Previsión Social, que de la noche de la mañana rebasó al quinteto anterior.
Y ni hablar, luego de una extensa y larga carrera política los cinco tienen el legítimo derecho a vivir como se merecen, es decir, como príncipes.
Por ejemplo:
García Guzmán, Contralor, presidente municipal de Pánuco, diputado local, Contralor, analista en el CDE del PRI y director administrativo en la desaparecida MAVER, Maquinaria Veracruz.
Ranulfo Márquez, secretario de Desarrollo Social, delegado federal de la SEDESOL, secretario de Protección Civil, presidente del CDE del PRI.
Alejandro Montano, diputado federal, dueño de un periódico, secretario de Seguridad Pública, jefe de escoltas de Miguel Alemán Velasco.
Roberto López Delfín, notario público y secretario particular de Miguel Alemán, tiempo aquel cuando soñaba con la candidatura priista a gobernador.
Y Felipe Amadeo Flores Espinosa, procurador de Justicia, diputado local y federal, presidente del CDE del PRI, secretario de Seguridad Pública, director de la Policía Judicial, secretario General de Gobierno.
Mucha agua política, pues, ha corrido bajo el puente y los cinco tienen derecho a una vida digna.
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En el corazón de Las ánimas, Gabriel Deantes decidió construir su otra mansión para convertirse en vecino de Miguel Alemán Velasco y mirar de frente la casa que fue propiedad de Juan Maldonado Pereda que, se afirma, ya fue vendida.
Pero en el mismo corazón de Las ánimas está la otra residencia fastuosa de Gabriel Deantes.
Cuatro pisos, dos elevadores (uno para niños y otro para adultos), dos salas de cine (uno para niños y otro para adultos), más once baños, por lo que su primo hermano, Alberto Silva Ramos, bautizó la mansión como Villa Miona, quizá, acaso, lleno de envidia.
Pero, además, Deantes puso construirse con sus ahorros de cuatro años y medio, los de Javier Duarte, una plaza comercial a la salida de Las ánimas, además de comprar un edificio de cuatro pisos.
Se trata, quizá, del duartista más próspero, que arrastraba el mundo de la precariedad y la estrechez cuando en Tampico vendía celulares y, bueno, ya lo dijo el novelista Luis Spota en el siglo pasado, muchas cornadas da el hambre.
Y como en su caso, la impunidad absoluta del ORFIS, Órgano de Fiscalización Superior, y la Comisión de Vigilancia del Congreso local, presidida por un diputado que estuvo preso en el penal de Topo Chico, en Monterrey.
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¡Gracias al Señor Todopoderoso que la vida ha sido generosa con ellos!
¡Felicidades, muchas felicidades!
Y más porque el grueso de la población pasa años, décadas, toda la vida incluso, corriendo atrás de un empleo bien remunerado, pagado con el más elemental sentido de justicia, justicia laboral, y nunca alcanza tales niveles de elevado bienestar social.
Y, bueno, queda probado que a veces meterse a la política deja buenos dividendos que nunca se lograrán en otros ámbitos.
Y más si se pertenece a la elite política en el poder sexenal.
Y más si se forma parte del primero, el segundo y el tercer círculo del poder del gobernador y/o presidente municipal en turno.
Y más si en el tráfico de influencias se amarra la complicidad de los titulares de los órganos de fiscalización.
Ahora sí, como dicen los panistas al despedirse, ¡que Dios los bendiga a todos ellos!