Por: Mary García
La desintegración familiar ha sido uno de los principales factores que han contribuido para que se registren altos índices de delincuencia en las últimas décadas, la pérdida de valores ha alcanzado límites insospechados, provocando lo que hoy estamos viviendo, violaciones, homicidios, robos, delincuencia organizada, fraudes, y podríamos enumerar una gran cantidad de delitos que el ser humano hoy comete sin pensarlo dos veces, y desafortunadamente son los jóvenes los que con mayor facilidad caen en esas prácticas.
¿En que hemos fallado como sociedad? ¿En que hemos fallado como padres? ¿En qué momento se perdió el respeto a la vida, al prójimo?
La mayoría de los hombres y mujeres con quienes hemos charlado al respecto sobre el tema, han coincidido en un punto importante, desde que la mujer tuvo la necesidad de dejar a sus hijos en manos de terceras personas para dedicarse a sus actividades profesionales, comenzó a cambiar el esquema de lo que constituía una buena estructura familiar, el hombre tiene la obligación de proveer lo necesario al hogar y la mujer debe dedicarse al cuidado de los hijos, pues los buenos cimientos se forman en la infancia, y la mujer es el núcleo sobre el cual gira un buen hogar, sin embargo, en un afán por obtener una mejor calidad de vida para la familia, la mujer sale a trabajar y los niños prácticamente crecen solos, con nanas o con la televisión, lo que ha provocado que muchos jóvenes aun teniendo todo lo económico, carezcan de una estructura emocional sólida y sean presas fáciles del consumo de drogas, cayendo en un pozo que los absorbe y del cual muchos padres son los últimos en enterarse.
La incursión de la mujer en el mundo laboral ha sido tan abrupta de unas décadas atrás que además de lo anterior, ha provocado una mayor cantidad de divorcios, debido a que pierden el equilibrio de sus prioridades, y el hombre común mexicano aún no estaba preparado para un cambio tan radical cuando se vienen arrastrando costumbres ancestrales muy arraigadas del papel que juega el hombre el hombre en la familia.
Hay cosas positivas, el desarrollo profesional de la mujer la ha vuelto más guerrera, más segura de sí misma, incluso un alto porcentaje de hogares en México son sostenidos al 100% por una mujer, se ha vuelto fuerte y decidida, ha realizado sus sueños profesionales pues no solo es esposa y madre, también es mujer.
Lo negativo es querer combinar todos los papeles al mismo tiempo, pues los más perjudicados son los niños, y la sociedad también si esos niños se convierten en seres no útiles a la sociedad.
Afortunadamente, no todos los casos terminan así, hay jóvenes muy productivos que crecieron solos incluso en las calles, y se forman bien, o hay parejas que tienen la fortuna de contar con el apoyo de los abuelos que también contribuyen en la educación de los hijos y a su cuidado, pero si se ama verdaderamente a los hijos, la mejor forma de demostrarlo es dedicarles tiempo de calidad y corregirlos a tiempo.