martes, julio 1, 2025

Injerto porcino en reparación de ligamentos

En el marco de un ensayo clínico internacional, traumatólogos del Hospital de Bellvitge de Barcelona realizaron una reparación del ligamento cruzado anterior de la rodilla a partir de un injerto porcino descelularizado. Esta técnica, pionera en el mundo, resulta menos invasiva y arriesgada que la que se empleaba hasta ahora, que consistía en extraer tendón sano del propio paciente o de un limitado banco de donantes para colocarlo en la zona dañada.

Veinte años atrás se intentó usar tejido de vaca y de cerdo para recomponer esta dolorosa lesión, pero la técnica no tuvo el éxito esperado, básicamente por el rechazo en el cuerpo humano. Sin embargo, la tecnología actual ha ido al rescate del viejo procedimiento para recuperar sus posibilidades.

Así, los investigadores han sometido al músculo isquiotibial porcino a un proceso de descelularización, esto es, de extracción del ADN y material celular del animal para evitar el rechazo. «La novedad está en que la tecnología nos permite eliminar el rastro celular y genético del tejido porcino que nuestro cuerpo, a priori, rechaza porque lo ve como un elemento raro», explica Gabriel Oliver, médico de la Unidad de Rodilla del Servicio de Cirugía Ortopédica y Traumatología y responsable de este estudio en el hospital de Bellvitge.

El ligamento cruzado es el responsable de alrededor del 90 por ciento de la estabilidad de la rodilla. Su rotura, muy común en deportistas, es compleja y la recuperación puede prolongarse seis meses. Hasta ahora, para reparar esta lesión se extraía tejido del tendón del paciente o de un donante para hacer la reconstrucción quirúrgica. «En ese caso, el riesgo para el paciente es que se lesiona una zona sana para conseguir el injerto y, en el caso de que sea de donantes, el banco es muy limitado y caro. Esta nueva alternativa nos ofrece otra opción y estamos estudiando sus posibilidades», apunta Oliver.

En Bellvitge ya han hecho 11 intervenciones de este tipo desde el pasado diciembre. Aunque el ensayo clínico implica un seguimiento postoperatorio durante dos años, los médicos ya han detectado que la técnica «facilita el injerto y reduce el tiempo quirúrgico y el daño al paciente». Tras la operación, los pacientes intervenidos han manifestado menos dolor e inflamación que con otras técnicas y la recuperación muscular fue más rápida.

Además de las intervenciones realizadas en Bellvitge, el ensayo clínico se está llevando a cabo en una decena de centros europeos, situados en Reino Unido, Polonia y España. Los hospitales implicados reunirán una muestra mínima de 40 casos para continuar el seguimiento durante los próximos dos años. Los investigadores esperan que, de confirmarse los buenos resultados, la técnica sea aprobada en 2017.

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