Noé Zavaleta
Xalapa, Ver.-Los amplios ventanales del Palacio de Gobierno lucieron cerrados de par en par. No dejaron pasar ni la bruma de la neblina. Afuera en la plancha de concreto, en plena verbena popular, con mayor euforia que en un 15 de septiembre, 20 mil almas –entre universitarios, académicos, empleados administrativos y ex estudiantes de la UV- gritaron consignas contra del gobierno de Javier Duarte de Ochoa.
Una piñata rosa del dibujado animado “Peppa Pig” la cual fue zangoloteada, “arriba, abajo, izquierda, derecha” por alumnos de la facultad de Antropología y Contaduría, emuló el sentimiento de la comunidad universitaria hacía la actual administración priista que está unos meses de culminar.
En las calles, la Atenas Veracruzana, con su tradicional “chipi, chipi”, neblina y frio incluido fue testigo del despertar del monstruo universitario. Ríos de estudiantes en Lomas del Estadio, concentración masiva en Ruiz Cortines con Humanidades y Medicina. Hasta los investigadores y directivos de renombre académico salieron al centro histórico para gritarle a Duarte, “en su cara”, mínimo en la oficina donde despacha, que “la UV no se toca”.
Estimaciones de los organizaciones de la movilización, tienen que a nivel global, fueron más de 51 mil personas las que se sumaron, una protesta histórica, nunca antes un gobierno había reunido a tantas personas al mismo tiempo protestando por sus acciones.
Se tiene que para Xalapa, el mismo reporte de la UV, señala que participaron 20 mil personas, 10 mil en la zona Veracruz-Boca del Río, dos mil en Tuxpan, 4 mil 200 en Coatzacoalcos, mil en Minantitlán, 500 en Acayucan, 5 mil en Orizaba y mil 500 en Córdoba.
¡El que no brinque es Duarte, el que no brinque es Duarte”, fue el grito de batalla con el que los universitarios de los distintos equipos deportivos empezaron a despertar a los contingentes universitarios. Con esa música de viento, taxistas, microbuseros y la señoras que barren a medio día el patio de su casa saludaron y gritaron eufóricos el avanzar de los jóvenes estudiantes.
Un poco más radical, los contingentes de Humanidades: “Duarte ratero, regresa el dinero, Duarte ratero regresa el dinero”. Y sí eso pasaba en las calles, en las redes sociales, las manifestaciones de apoyo a las comunidades universitarias era un hervidero. La etiqueta #TodosSomosUV se volvió viral en pocos minutos.
Algo tuvo que pasar en estos 63 meses de gobierno de Duarte, para que además de la matrícula universitaria y su plantilla laboral, miles de personas se sintieran identificadas con el agravio universitario de la administración priista de no depositar “a tiempo” más de dos mil millones de pesos para infraestructura académica y programas universitarios.
Lo que era una mega-marcha universitaria para exigir tres puntos básicos: Autonomía universitaria (5 por ciento de la ley de ingresos anual), el pronto pago de los dos mil millones de pesos para infraestructura y programas académicos, así como echar atrás la nueva Ley del IPE, terminó convertido en una verbena popular cuyo protagonista fue el repudio al gobierno.
Mariachi para entonar el son de la negra, jaranas y arpas para “echarse” el fandanguito, silbatos para dirigir las consignas en contra de un gobierno corruptos, piñatas que emulaban a Duarte para descargar –al menos en burla- el coraje acumulado en este sexenio y como colofón el discurso incendiario de la rectora, Sara Ladrón de Guevara, cuyos reclamos versaron en tres ejes: “Nos deben recursos, nos deben los desaparecidos y la paz para los violentados”.
Y es que en esta marcha nadie sobra y pocos faltan. Va la rectora cuyo salario es mayor al del gobernador. Van los directivos universitarios y los investigadores, van los administradores cuya camioneta de lujo se quedó en Lomas del Estadio; pero también van los estudiantes de primer semestre, los que están por salir de la carrera y ya andan buscando empleo, los que, desde la mitad de la carrera ya trabajan. El zócalo de Xalapa vio pasar de todo: A los hippies, a los universitarios que vienen del campo, a los que no pueden vivir sin su móvil y sin redes sociales, al universitario de antro y al ratón de biblioteca, a la universitaria que ya es madre soltera y a la que estudia al son de “mientras me caso”.
Al final, una escena fue por demás elocuente de la pluralidad en la marcha: Un investigador de la UV, bigote finamente recortado, saco color kaki de alta costura y mocasines de diseñador, tropezando a empellones, con un mozalbete, con tenis vans sin lavar hace un semestre, la greña agitada -oliendo a perro mojado por la lluvia- y una playera americana, adquirida seguramente en algún tianguis. Ambos gritando a un solo coro: ¡El que no brinque es Duarte!.