La intérprete mexicana llegará el sábado al Teatro Microsoft de Los Ángeles, para promover su más reciente disco con mariachi, «45 años cantándole a los inútiles».
Los Ángeles, California.
Hace muchos años, el marido de Paquita La del Barrio apareció en medio de una de sus presentaciones luego de dos días de ausencia. Al verlo llegar, la cantante lo increpó desde el escenario.
Su pregunta, ¿me estas oyendo, inútil?, se convertiría en su más conocido remate, que incluye en sus canciones y ha sido celebrado por sus admiradoras a lo largo de su carrera de casi medio siglo. Su repertorio lo complementa con temas de despecho y desamor, que reprochan e insultan a mujeriegos y embusteros, a la vez que levantan el espíritu de las mujeres engañadas o traicionadas.
«Ha sido muy bonito. Me siento muy bien. Le agradezco al público todo lo que me da, los aplausos, los gritos, todo lo que me brinde, las sonrisas, todo es muy bonito para mí. Les agradezco mucho», dijo Paquita famosa por canciones como «Tres veces te engañé», «Rata de dos patas».
La cantante de 68 años es de pocas palabras pero esto no ha sido un impedimento para que se forje una carrera exitosa en la que no se ha limitado al describir a los hombres de reputación turbia con adjetivos como «desecho de la vida» y «maldita cucaracha».
Paquita también busca levantar la autoestima de las mujeres que han sufrido abusos. En «Tres veces te engañé», por ejemplo, habla sobre una mujer sumisa que abre los ojos a la infidelidad de su pareja y le paga con la misma moneda engañándolo en diferentes ocasiones: «la primera por coraje, la segunda por capricho, la tercera por placer».
Su música ha dado ánimo a sus admiradores, que abarrotan sus conciertos, cantan sus temas de memoria y festejan a gritos cada vez que le dedica algún reclamo a alguna de esas ratas de dos patas.
Pese a su fama de verdugo del sexo opuesto, muchos hombres se han rendido ante su música y su cálida personalidad.
«Al principio los hombres decían, ‘¿Para qué voy? ¿Para qué me regañen?’ No iban a los conciertos. Ahora no. Ya entran al aro. Ahora van a conciertos. Van con la novia, con la esposa y se divierten», dijo la intérprete mexicana durante una entrevista reciente con The Associated Press.
«Ya pasaron su etapa», remató soltando una risita.
Sus canciones parecen hablar sobre su vida, una historia de lucha contra la adversidad. Francisca Viveros Barradas fue criada por una tía y de niña era tan pobre en su natal Alto Lucero, Veracruz, que vendía pan de pueblo en pueblo.
Tras terminar la primaria abandonó la escuela para trabajar y a los 15 años conoció a su primera pareja, quien le llevaba 30 años y la haría vivir «un infierno». Al no poder aguantarlo más, dejó su hogar y encargó a sus dos hijos con su madre.
En Ciudad de México vivió en uno de los barrios más peligrosos, Tepito, y conoció a su segunda pareja, con quien tuvo unos mellizos que murieron a las semanas de nacidos. Años más tarde, descubrió que la había engañado durante 15 años con una amante, con la que tuvo una hija. Esto «la motivó a cantar aún con más dolor y sentimiento hacia los hombres», de acuerdo con su biografía oficial.
Su carrera comenzó en un restaurante pequeño, cantando con su hermana de mesa en mesa por propinas. Luego se hizo solista y financió sus primeros discos con su propio dinero.
Tanto sufrimiento, incluyendo la muerte de su segunda pareja en el 2000, la dejó deprimida, algo que dice haber superado. El dolor, sin embargo, a veces la sobrecoge en el escenario y sus admiradoras lloran con ella.
«No puedo evitar que en algunas canciones me salga alguna lagrima. Es algo que no puedo engañar al público ni yo tampoco me puedo engañar. Así soy y ni modo, así nací», puntualizó. «Cuando yo traigo dentro algún problema, inmediatamente se da cuenta la gente porque empieza a llorar. Llorando o no, yo le cumplo al público».