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La Dirección de Materiales Educativos de la Secretaría de Educación Pública (SEP), que comanda Marx Arriaga, gastó 87 millones de pesos en la elaboración de una colección de Paulo Freire, pedagogo y educador de origen brasileño, y que la Comisión Nacional de Libros de Texto Gratuitos (Conaliteg) embodegó
Marx Arriaga Navarro, recordado por las críticas que recibió por el rediseño del contenido de los libros de texto gratuitos con errores didácticos, y que en su momento se documentó que ganaba alrededor de 200,000 pesos mensuales (más que el entonces presidente Andrés Manuel López Obrador), denunció a través de redes sociales que la Conaliteg no ha entregado a todas las escuelas la colección libros de Paulo Freire, una colección que, se supone, debe estar en todas las escuelas públicas y privadas del país antes de que termine el año.
En su denuncia, Marx Arriaga acusó a la Conaliteg de tener una “estrategia neoliberal” de priorizar la entrega de material didáctico impreso por 20 empresas con “contratos multimillonarios” y no los 4 millones 320 libros de Freire que la SEP le compró a la editorial Siglo XXI Editores, S.A. de C.V. por más de 87 millones de pesos, dinero que, según Marx Arriaga, proviene de las políticas de ahorro de la Dirección de Materiales Educativos de la SEP, que él dirige.
“Esa colección es única en Latinoamérica. Ningún país ha editado la obra completa de P. Freire y la ha entregado a todas las escuelas públicas y privadas. Si alguien quisiera adquirirla en una librería, tendría que invertir: $5,049 ¡Es indignante que burócratas frenen su entrega!”, acusó el funcionario.
Algunos estados donde no se han distribuido los libros de Freire son Michoacán y Jalisco.
Gasto millonario por orden de Marx Arriaga
Ante el retraso de la llegada de la colección pedagógica de Paulo Freire a todas las bibliotecas de escuelas de México, debido a conflictos internos en la SEP, especialistas afirman que hubiera sido más barato y eficaz distribuir los libros vía PDF, en lugar de gastar millones de pesos en ellos.
Asimismo, señalan que, aunque son buenos libros, con valor intelectual, son difíciles de usar para efectos didácticos dentro de las aulas. Además de que la Secretaría de Educación debe ser plural y no construir una ideología a partir de la teoría de un solo autor.
“Los libros no son malos, pero la intención era llevarlos hacia las escuelas, que fueran los maestros que los adaptaran y que fueran de uso cotidiano, cosa que es muy difícil porque no tenemos muchos maestros lectores. Además, que pudo haber sido mucho más barato y eficaz haberlos impreso en línea, PDF, y haberlos distribuido. La SEP ya tiene los correos electrónicos de todos los docentes. Eso hubiera sido más económico”, afirma el doctor Carlos Ornelas Navarro, profesor de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).
“Son útiles, como lectura, como cultura general, como material de apoyo para la docencia, pero no para usarse dentro del salón de clase”, sentenció.