martes, julio 8, 2025

Barandal

  • Sórdida pelea priista
  • Duarte contra los senadores
  • Demasiado odio y rencor

Luis Velázquez

PASAMANOS: Javier Duarte es el gobernador y trepado en la más alta cresta del poder ha aplicado su estilo personal.

Pero otra cosita es que desde el poder haya decidido pelearse con los senadores priistas, Pepe Yunes Zorrilla y Héctor Yunes Landa.

Cierto, se explicaría a partir de que es un joven temperamental y tempetuoso, bipolar, cambiante, influenciable.

Pero los años como subsecretario y secretario de Finanzas y Planeación, y los meses como diputado federal y los años como Jefe Máximo del Priismo eran para formar su carácter y entender que gobernar es sumar, y más cuando desde el altiplano la mística es la unidad.

Más aún: está mirando la tempestad y en ningún momento se vuelve humilde para aceptar la realidad política adversa a sus intereses.

Así, continúa empeñado en imponer candidato a gobernador a uno de los suyos, y por tanto, descarrilar a los senadores cueste lo que cueste, arriesgue lo que deba arriesgar.

Pareciera así el capataz berrinchudo que por herencia recibió una hacienda porfirista para su manejo y su ley es la única que cuenta.

Desde que la sucesión empezó a caminar en el imaginario colectivo y en la percepción ciudadana, incluso, de manera anticipada, ha mantenido su discurso en contra de los Yunes priistas.

Pero además, le vale, como también le vale a los capataces, dueños del sol y de la noche y del destino de los demás.

Fidel Herrera lo impuso como candidato en el año 2010, porque otras eran las circunstancias, por ejemplo, la más importante, el presidente de la república era un panista, y por consecuencia, cada gobernador actuaba como un virrey en su entidad federativa.

Ahora, y no obstante Enrique Peña Nieto en Los Pinos, el señor Duarte solo gobierna para imponer su ley.

BALAUSTRADAS: Desde el poder se enfrentó con los senadores, y lo peor, cada vez sus acciones están encaminadas a la confrontación, sin tregua de por medio.

Durante un tiempo cobijó a Héctor Yunes haciéndole creer que era su favorito, pero en el fondo, se trataba de una argucia, un engaño, una estafa.

Nunca lo fue, a tal grado que cuando Yunes Landa apenas y por ahí toco el asunto de la corrupción política y preconizó la cárcel para “los peces gordos, pillos y ladrones”, de inmediato reaccionó con la caña de pescar para atrapar a los corruptos de El estero, tus familiares, le dijo.

Así, el Jefe Máximo del Priismo quiso proteger a los suyos, parte de su gabinete, sus amigos del primero y segundo y tercer círculo del poder, cuya fama pública está ligada al enriquecimiento ilícito.

Y le valió, en vez de que, y por ejemplo, y sin soñar con peras en el olmo, revisar la declaración patrimonial de cada funcionario de su gabinete que por lo regular está manipulada y cotejar con la realidad para de ser necesario enmendar la plana en un México en el segundo lugar mundial de corrupción política según la encuesta anual de Latinobarómetro.

No obstante, ha sido su estilo personal de gobernar manejar el gobierno de Veracruz como una hacienda.

Por ejemplo, se ha peleado con la mayor parte de actores políticos.

Los presidentes municipales, a quienes ha retenido hasta las participaciones federales, y como en caso del CDE del PRD, que lo han señalado de jinetear los recursos en el mundo bursátil, tal cual lo aplicara Agustín Acosta Lagunes.

Los empresarios, a quienes adeuda los servicios otorgados desde el principio del sexenio.

Los productores, a quienes también han retenido los fondos federales.

Incluso, los 400 millones de pesos del subsidio federal a la Universidad Veracruzana los habría desviado a través, digamos, de la llamada “Operación licuadora” que consiste en canalizarlos a otros programas, a otras regiones, quizá, acaso, a otros bolsillos.

Y le vale.

ESCALERAS: De cara a la elección del candidato priista a gobernador, lo más grave es su pelea con los senadores de su partido, quienes, digamos, se atrevieron a criticar su estilo de ejercer el poder, y por ningún concepto, rencoroso y vengativo, se los perdona, cuando los hechos ahí están, tan inevitables como avasallantes.

Nunca, jamás, en la historia política de Veracruz se había dado una pelea tan sórdida como ahora.

Pero, al mismo tiempo, desigual.

El góber es el jefe máximo de todos los poderes. Por conveniencia tiene de su lado a la mayor parte de actores sociales. Y de paso, el aparato gubernamental para hacer y deshacer.

En tanto, los senadores se cuelgan de sus relaciones antiguas (Luis Videgaray Caso y José Antonio Meade en el caso de Pepe Yunes y Manlio Fabio Beltrones y Alfredo del Mazo González en el caso de Héctor), quienes forman parte del poder federal, y por tanto, jamás ha de olvidarse, en política hay intereses.

Y los intereses predominan en los acuerdos cupulares.

Y más cuando de por medio se atraviesa el billete fácil.

Por eso está claro: si alguno de los Yunes priistas saliera candidato priista a gobernador, el duartismo jugará las contras con el único objetivo de su descarrilamiento.

De tales dimensiones es el rencor y la venganza.

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