lunes, julio 7, 2025

Barandal

  • El veto de Beto Sosa
  • Bloqueo a Reynaldo Escobar
  • Odio desde el alemanismo

Luis Velázquez

PASAMANOS: Durante muchos meses, el licenciado Reynaldo Escobar Pérez, ex procurador de Justicia, ex secretario General de Gobierno, ex alcalde de Xalapa y ex diputado local, fue alimentado con la posibilidad de formar parte de la Judicatura del Poder Judicial.

Incluso, hasta le ofrecieron fecha en tiempo y forma para la toma de posesión.

Es más, desde adentro del palacio principal de Xalapa trascendieron el hecho y la circunstancia.

De pronto, la fidelínea la fueron posponiendo hasta que de plano, la semana anterior quedó claro: marcha atrás del gobierno de Veracruz al presunto nombramiento.

Y marcha atrás debido a que el presidente del Tribunal Superior de Justicia, TSJ, Alberto Sosa Hernández, se opuso por completo, quizá, acaso, porque sabe que “El jefe Gau” como le llaman sus amigos, posee una capacidad jurídica con teoría y práctica en la barandilla superior al funcionario de marras.

Y, por tanto, significaría un cocuyo en la oscuridad que por sí solo opacaría a los demás.

Más aún, según las versiones Beto Sosa amenazó hasta con renunciar a la presidencia del TSJ con la mitad de los magistrados atrás de él, sembrando el caos y la desolación en uno de los tres poderes políticos, como si de hecho y derecho fuera el único dueño en un país, en un estado de la nación, donde está claro que el jefe máximo es el jefe del Poder Ejecutivo, en tanto los otros poderes, el Legislativo y el Judicial, son apenas, apenitas, unos apéndices más del ejecutivo.

Así, y por alguna razón misteriosa el revire del señor Javier Duarte dejando en ascuas a Reynaldo Escobar, a quien además ni siquiera le dieron la cara, sino por el contrario, existió un enviado especial con tal versión, es decir, el filósofo Enrique Ampudia Mello, el secretario particular del gobernador.

BALAUSTRADAS: Desde hace ratito, el presidente del TSJ mantiene un odio singular en contra de Reynaldo Escobar.

Incluso, su resentimiento lo ha llevado al espacio familiar, pues ha procedido hasta en contra de sus hijas, quienes estudian en la facultad de Leyes de la Universidad Veracruzana.

Político de odios, vive consagrado para el rencor; pero más aún para la venganza.

La historia se remontaría, digamos, al sexenio de Miguel Alemán Velasco, donde Alberto Sosa fue subsecretario jurídico de la secretaría General de Gobierno, a cargo, entonces de la maestra Nohemí Quirasco.

En aquel tiempo, Reynaldo Escobar, presidente municipal de Xalapa, se opuso a que la delegación de Tránsito fuera absorbida por el gobierno de Veracruz como parte de una ambición sin límites para atraer el servicio, empujada por el secretario de Seguridad Pública, el guardaespaldas alemanista Alejandro Montano Guzmán.

Entonces, Alberto Sosa fue comisionado para revirar a Escobar Pérez, que nunca pudo, pues les interpuso una controversia constitucional, que él mismo llevó, y se las ganó en la Suprema Corte de Justicia de la nación.

Y, por tanto, el funcionario alemanista quedó en evidencia ante su jefa inmediata; pero también ante Montano y el propio gobernador.

Desde luego, la delegación de Tránsito quedó en manos del Ayuntamiento; pero Montano la desvalijó por completo, incluido el parque vehicular.

La tensión venía desde antes, cuando el alcalde era Rafael Hernández Villalpando y Reynaldo director de Participación Ciudadana, y como tal recibió la encomienda de tirar toneladas de basura ante el domicilio particular de Miguel Alemán en el fraccionamiento “Las ánimas”.

Así, el odio de Montano en contra de Escobar Pérez se multiplicó, y más cuando, ante una orden de aprehensión en contra de Villalpando, Reynaldo lo sacó en la cajuela de su automóvil ante la cara de los policías judiciales asignados para el espionaje y la vigilancia y los birló a todos.

Tavo Sosa quedó como el hazmerreír jurídico.

ESCALERAS: Quizá por tal antecedente, y con unos 13 años de guardar rencor, el presidente del TSJ se fue a la yugular de Reynaldo y lo bloqueó, presionando, incluso, al gobernador.

Queda, pues, comprobado, desde que fue despedido de la Procuraduría de Justicia, que Reynaldo, como tantos otros, en ningún momento formó parte ni del primer ni el segundo y/o el tercer círculo del poder duartista.

Más aún, si despachó como procurador en los primeros meses, quizá, acaso, se debió porque contribuyó con todo a empujar la candidatura de Javier Duarte en Xalapa, donde de manera sistemática el partido tricolor ha perdido las elecciones.

Pero, además, porque en la campaña del año 2010 cumplió al pie de la letra con las instrucciones superiores de Fidel Herrera, el garante del triunfo duartista en las urnas, para perseguir al panista Miguel Ángel Yunes Linares como candidato a gobernador y en donde el Movimiento de los 400 Pueblos con César del Ángel participó con fervor pornográfico.

Más aún si se considera que también estuvo atrás del libro aquel intitulado “El perro” y, por añadidura, hasta publicó un periódico, Tinta jarocha, que le fue ordenado atrás del mismo objetivo.

Tal cual le han pagado.

Habría, entonces, de recordar la sabia enseñanza de Jorge Uscanga Escobar, ex de todo, menos de gobernador: en política nadie está muerto. Y lo que hoy es mañana puede cambiar. Y en política, los carniceros de hoy serán las reses del mañana.

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