domingo, septiembre 29, 2024

Estrenará residencia Gabriel Deantes

  • El operador electoral del gobernador dejará “Villa Meona” (cuatro plantas, once baños, dos elevadores y dos salas de cine) para vivir en el Paseo de las Araucarias, esquina Paseo de las Palmas, en el fraccionamiento Las ánimas, de Xalapa
  • En Tamaulipas vendía teléfonos celulares y muebles rústicos en las avenidas y cuando llegó a la capital de Veracruz se dio el lujo de tener un departamento en Miami, donde es vecino de Luis Miguel, con quien echa guiskazos
  • Su primo hermano, Alberto Silva Ramos, director de Comunicación Social del gobierno de Veracruz, le ofreció el paraíso terrenal en la tierra jarocha y aquí se convirtió en el llamado “brother” de Javier Duarte  
  • Ahora es vecino de Miguel Alemán, Ignacio Morales Lechuga y de Ricardo Ahued Bardahuil

Luis Velázquez

Publicado el 18 de agosto de 2014

Fue duro, traumático, el paso del tamaulipeco Gabriel Deantes Ramos de la adolescencia a la juventud.

En los camellones de Tampico, vendía teléfonos celulares. Otros, sus biógrafos priistas, dicen que muebles rústicos.

Pero su primo Alberto Silva Ramos lo rescató. Y lo filtró en el equipo fidelista, más cerca de Javier Duarte.

Un día, se descubrió operador electoral. Al ratito, se denominaba “el brother” del gobernador.

Entonces, soplaron vientos favorables en su vida.

Así, de fajarse de panza al sol en Tamaulipas, quiso, soñó, ha logrado convertirse en vecino de Miguel Alemán Velasco y de los Chedraui y de Ricardo Ahued y de Manolo Fernández, la elite, pues, en el fraccionamiento Las ánimas.

Pero, además, el paraíso. El paraíso en la tierra, porque cada mañana cuando despierte abrirá la cortina y a lo lejos mirará, observará y disfrutará el lago principal, allí donde a un ladito, enfrente, a la orilla, está la residencia de Ignacio Morales Lechuga, el subsecretario de Gobierno de Agustín Acosta Lagunes que terminó de procurador General de Justicia de la nación y embajador de Carlos Salinas en Francia.

En el Paseo de las Araucarias (nombre alucinante), esquina Paseo de Las Lomas, cerquita del súper “Las ánimas”, para los ricos, los pintores todavía dan el último retoque. Trepados en una escalera pintan los techos. En el interior, un arquitecto termina de colocar las cortinas cuyo metro cuadrado vale 12 mil pesos.

La residencia, mansión quedaría mejor, está construida a cuatro plantas en desniveles. Blanca. Totalmente blanca. El color de la pureza. El color de la limpieza en la administración pública. El color de la paz. “Vida, nada me debes. Vida, estamos en paz”, oh mi Amado Nervo, que churrigueresco eras.

Así, “antes de que el gallo cante tres veces”, uno de los duartistas más puros, habrá cambiado de residencia desde su aterrizaje en Xalapa.

Un día, también soñó. Y en grande, caray. Y levantó una residencia de cuatro plantas, en Las Animas, allí por una cuchillita en la prolongación de la avenida Palma Ixcoac, a la que su mismo primazo, Alberto Silva, bautizó con el nombre de “Villa Meona”.

11 baños. Dos elevadores, uno para niños y otro para adultos. Dos salas de cine, una para niños y otra para adultos. Una cancha de fut. Y unos 15 automóviles, en sus mejores tiempos, antes de la Auditoría Superior de la Federación, estacionados en su garaje y en la calle, para lo que se ofreciera.

Pero, bueno, la vida tan generosa que es en el tiempo de las vacas gordas que ha vivido desde su estadía triunfal en Veracruz, lo encaminan al Paso de las Araucarias.

Árboles y palmeras en el frente de su casita blanca, ay “La casita blanca” de Agustín Lara. Una bardita de unos 4 metros de frente para evitar el morbo de la gente. Protección eléctrica de alta tensión en las bardas y jardines para electrocutar a los ladrones. Unos diez mil pesos el costo del metro cuadrado. El paraíso, pues. El mejor espacio urbanístico de Las ánimas, vaya. Por la misma razón vivieron ahí los Chedraui, una de las familias más ricas del país según Forbes.

Pero al mismo tiempo, un búnker. Si en Tampico se jugó la vida cada mañana desafiando el sol que incendiaba su piel, ahora, impenetrable en Las Animas. Y más, para los pobres a quienes Albert Camus llamaba “los desheredados de la fortuna”.

PLAZA SANTA CECILIA DE GABRIEL DEANTES

A un ladito de Las ánimas de los ricos está Las ánimas de los pobres. Se conoce como la unidad Indeco-Ánimas, tiempo aquel, parece, de José Luis Lobato Campos como director del Instituto de Pensiones, Rafael Hernández Ochoa gobernador.

Por ahí hay una avenida llamada Araucarias que lleva a la Plaza Santa Cecilia, donde Gabriel Deantes, el llamado brother del góber, también ha pensado en su futuro, ahora cuando la revolución hecha gobierno priista lo favorece a plenitud, sin límites ni restricciones.

La Plaza Santa Cecilia es grande, amplia, bonita, frente a unas araucarias. Con estilo californiano. Se ubica en el Paso de las Araucarias, esquina Tapachula, colonia SIPEH Animas.

Es uno de los negocios de Deantes. Cafetería. Súper. Servicios públicos, a quienes alquila locales. Dos plantas.

Una fuente, pues, de ingresos adicionales nomás para que vean que en ningún momento vive ni ha crecido ni se ha desarrollado cobijado en el poder político sexenal.

EL EDIFICIO DE CUATRO PISOS

Y, bueno, si el contribuyente perspicaz deseara caminar un poquito en su auto, entonces llegaría a la avenida Orizaba, esquina Jesús Reyes Heroles, en la colonia Obrera Campesina, donde Deantes tiene un edificio de cuatro pisos, frente al edificio Hakim. En la mera esquinita para usufructuar el valor de la plusvalía.

Y al contrario de su residencia en el Paseo de las Araucarias, un homenaje al color blanco, el edificio tiende, en partes, a lo sombrío, mezclado y entremezclado con el color blanco y azul. Todo de él y para él. Sus ahorritos de su paso por SEFIPLAN y la SEV. En tres años y nueve meses. Un político ahorrador, pues, que hace sangrar el dinerito de la quincena. La quincena para vivir “con la justa medianía” como decía Benito Juárez. Y/o como afirmaba Luis Donaldo Colosio, el mártir priista del siglo XX, “con valores éticos”.

Desde allí, por ejemplo, ha operado en materia electoral. Operó los comicios municipales, locales y federales.

Un día, un compañero de oficina le dijo que como sólo sabía vender celulares en la calle, estudiara para capitalizarse. Y descubrió su magia electoral. Ganó todas las elecciones. Menos una, la más importante, la de Enrique Peña Nieto para presidente de la república.

Pero, bueno, la vida es así de misteriosa y mágica. Se gana y se pierde.

Cierto, perdió la elección. Pero su racha va pa’arriba. Ascendente. Las vacas gordas lo persiguen.

Un día, trepó en su facebook una foto de lujín. Estaba en Miami, en un departamento de su propiedad. Tomando trago. Whiskazazo en mano. Platicando, oh Dios, con Luis Miguel, el cantante de “La chule”, su vecino, mientras al fondo unas mujeres nadaban en una alberca.

El otro día, la diputada local, Ana Guadalupe Ingram dijo: “Fidel Herrera es un pinche viejo cabrón”.

Luego, más adelantito diría con ardor pasional: “Gabriel Deantes es mi hermano”.

-Pero no se parecen, diputada.

-Es mi hermano.

-Ajá.

PERDONADO Y CON POSIBLE FUERO CONSTITUCIONAL

Por eso, cuando el gobernador lo cesó, junto con Édgar Spinoso Carrera, a 8 columnas por culpa de la quisquillosa Auditoría Superior de la Federación al descubrir irregularidades por más de 6 mil millones de pesos, Javier Duarte declaró a la prensa: “Traicionaron mi confianza”.

Y, bueno, traicionar es un verbo muy canijo.

Luego, pasados los días, olvidado acaso el escarnio público, Deantes, como Spinoso, fueron rehabilitados.

Ahora, parece que alistan maletas para la candidatura a diputados federales. Spinoso, por el distrito de Martínez de la Torre. Y Deantes, por la vía pluri. Es decir, sin hacer campaña, sin gastar un centavo y sin exponerse a una derrota en las urnas. Como quien dice, “el brother”.

Así, y todavía sin dar salida al pendiente con la Auditoría Superior de la Federación, Deantes, y Spinoso serán blindados con el fuero constitucional.

Al lado de ellos, en el Congreso de la Unión, parece, también estará Adolfo Mota Hernández, el secretario de Educación que nunca, jamás, detectó ni pudo olfatear que el dinerito federal se estaba yendo por otro lado, como lo denunciara el presidente de la Fundación México, el hijo de Claudio X. González, el dueño de la Kimberly Clark de Orizaba y socio de Televisa…

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