sábado, noviembre 16, 2024

El cronista de la muerte

  • Ricardo Ravelo ha entregado a la editorial su séptimo libro. Se llamará “Asesinatos de reporteros: los expedientes”, la historia paso a paso, minuto a minuto, del crimen de los colegas ejecutados en Veracruz
  • A Miguel Ángel López Velasco le dieron 400 tiros

Luis Velázquez

Durante quince meses, el reportero y escritor, Ricardo Ravelo Galo, ha cohabitado con la muerte día y noche. Incluso, ha tenido sueños y pesadillas que lo despiertan sobresaltado, a punto de un síncope.

Encerrado en su cuarto de estudio, ha pasado leyendo y releyendo parte de los expedientes penales de los reporteros asesinados en Veracruz.

Unas ocasiones ha sentido que de pronto, zas, el fantasma de algunos de los diaristas ejecutados se le planta para, digamos, precisar un dato, un hecho, una circunstancia.

Y, lo peor de todo, en la lectura ha redescubierto que si el mundo quedó paralizado con las historias sórdidas de “El pozolero”, Santiago Meza López, aquel sicario del “Teo”, Teodoro García Semental, 2008, encargado de deshacer a las personas con químicos en un tambo, los relatos de los homicidas detenidos en Veracruz son peores en unos casos, más allá de la sorpresa donde el horror fermenta y se anida.

Autor de seis libros, varios best sellers, sobre la delincuencia organizada, tiene listo el séptimo que ha entregado a la editorial. Es la historia paso a paso, momento a momento, de la captura y el crimen de los periodistas y fotógrafos detenidos y ejecutados a partir del primero de junio, 2011, en Veracruz, el primero, Noel López Olguín.

Se trata de un par de libros, de unas 300 páginas cada tomo. Y se llamará, en título provisional por ahora, “Asesinato de periodistas: los expedientes”, pues el relato está escrito, en efecto, desde la mirada de los expedientes penales a los que tuvo exceso, ahora, todos, en poder de la Procuraduría General de la República, pues la Fiscalía de Veracruz se los transfirió y tiró “la papa caliente”.

Será editado al mismo tiempo en México y España. Incluso, la fecha de la presentación está lista para el mes de diciembre, 2015, para que el lector lo obsequie como regalo de navidad.

En sus páginas el lector recorrerá asombrado las circunstancias de la muerte en cada caso.

Por ejemplo:

Si la madrugada del 25 de noviembre de 1984, cuarto año del sexenio de Agustín Acosta Lagunes, el líder de la Unión Nacional de Productores Cañeros, CNC, fue asesinado de 120 balazos, de acuerdo con el expediente, al reportero Miguel López Velasco, Milo Vela, le metieron 400 balazos la madrugada del 20 de junio de 2011.

Sí, señores, 400 tiros.

Por ejemplo:

Mientras los fotógrafos Gabriel Huge, Guillermo Luna y Esteban Rodríguez, fueron levantados al mismo tiempo que Irasema Becerra, secretaria de El Dictamen, uno a uno los fueron llamando a una habitación y los fueron matando.

Luego, aparecerían cercenados metidos los cachitos en unos costales y tirados en un canal de aguas negras del puerto jarocho.

Por ejemplo:

Si el reportero Gregorio Jiménez de la Cruz fue secuestrado el 25 de febrero del año 2014, en la madrugada del día siguiente le cortaron la cabeza y luego lo sepultaron en una fosa clandestina, colocando la cabeza encima de sus nalgas.

Todo, a cambio de 5 mil pesos que su vecina, dueña de un bar donde traficaba carne humana con las migrantes de América Central, le pagó a cada uno de los cuatro sicarios que lo plagiaron; uno de ellos era pareja de una de sus hijas.

LOS DOS TOMOS DE RAVELO

Así, en el primer tomo del libro “Periodistas asesinados: los expedientes” aparecerán las historias más truculentas, narradas por algunos de los criminales, de los siguientes reporteros:

Miguel Ángel López Velasco, asesinado el 20 de junio, 2011.

Su hijo, Misael López Velasco, ejecutado el mismo día, 20 de junio, 2011.

Yolanda Ordaz de la Cruz, decapitada el 26 de julio, 2011.

Regina Martínez Pérez, estrangulada el 28 de abril de 2012.

Gregorio Jiménez de la Cruz, ejecutado el 5 de febrero, 2014.

Evaristo Ortega Zárate, director del semanario Espacio, de Colipa, desaparecido en el año 2010, sexenio de Fidel Herrera Beltrán.

Manuel Gabriel Fonseca, secuestrado y desaparecido el 17 de septiembre de 2011.

Y Sergio Landa Rosado, desaparecido el 23 de febrero, 2013.

En el segundo tomo aparecerán las historias de:

Moisés Sánchez Cerezo, asesinado el 2 de enero, 2015.

Víctor Báez, asesinado el 14 de junio, 2012.

Juan Mendoza, asesinado el 2 de julio, 2015.

Juan Heriberto Santos, baleado el 13 de agosto, 2015, en un bar de Orizaba.

Pero, además, incluirá las historias de otros reporteros del país, entre ellos:

Un par de reporteros de Monterrey, corresponsales de TV Azteca, que transmitieron en vivo y en tiempo real los crímenes de personas secuestradas en Nuevo León y que desde entonces están desaparecidos.

Un reportero del periódico El Imparcial de Hermosillo, Sonora.

Una nueva revelación sobre el asesinato por la espalda en el segundo año del sexenio de Miguel de la Madrid (30 de mayo, 1984), del columnista político más importante del momento, Manuel Buendía, y considerado el primer reportero asesinado por la delincuencia organizada.

Y la historia del reportero Pedro Canché, de Quintana Roo, el primer preso político que por su activismo social envió a la cárcel el gobernador Roberto Borge.

“¡YA DEJA DE CHINGAR!”

Ravelo obtuvo retazos, así les llama, de los expedientes penales en la Procuraduría General de la República.

Y aun cuando sólo fueron retazos, le facilitaron las partes sustanciales que como reportero buscaba y que responden a la yugular de la historia.

Incluso, en cinco ocasiones (dos con el Fiscal Luis Alberto Bravo Contreras y con el gobernador) intentó conseguir una copia de los expedientes; pero siempre se los negaron.

En una primera ocasión, como en las otras dos, estuvo de hecho y derecho cazando al señor Javier Duarte en la ciudad de México cuando se trasladara a un evento público.

“Está en investigación. No se puede” le dijo Duarte.

Ravelo insistió. Y Duarte se mantuvo en su postura:

“¡Ni lo pienses!”.

En una segunda ocasión el diálogo fue el siguiente:

El góber le dijo:

“No es un tema del periodismo, sino de la justicia”.

Ravelo reviró:

“Es un tema de la sociedad”.

Duarte le reviró:

“Es un tema de la PGR. Ella deberá resolver”.

Ravelo:

“Pero es importante para la sociedad”.

Duarte:

“¡No!, es un tema de la PGR”.

Ravelo:

“Es un tema que importa”.

Duarte:

“¡Ya deja de chingar!”.

HORAS NALGA Y MUCHOS LITROS DE SALIVA

La vida, no obstante, ha enseñado a Ravelo que el trabajo del reportero es como el trabajo de un pescador, que tira la caña al mar y sólo con la paciencia más profunda, inalterable, esperando a que el pez caiga en la trampa una hora, dos horas, tres horas, habrá pescado para comer al mediodía.

Incluso, un día se lo dijo don Julio Scherer García, el director fundador de Proceso, llamado el Francisco Zarco del siglo XX por el escritor Carlos Fuentes Macías.

Ravelo le preguntó cuál era su secreto, su estrategia, para conseguir grandes exclusivas.

“¡AY, don Ricardo, el trabajo de un periodista investigador es de horas nalga y muchos litros de saliva!”.

Horas/nalga haciendo antesala, platicando con la fuente informativa, esperando como el pescador que el pez pique la caña.

Y horas/saliva, para convencer a la fuente informativa de confiar la información. Y pasar un expediente, aunque sea un retazo, un retacito.

GOBIERNAN LOS POLÍTICOS Y LOS NARCOS

En el epílogo de los días que ha vivido, Ricardo Ravelo es puntual:

La investigación judicial nunca dilucida las razones de los presuntos nexos de algunos de los reporteros asesinados con los narcos.

Por ejemplo, dice: “Si fueron obligados y/o actuaron así por voluntad propia”.

Más todavía: incluso, sin descartar una intención política atrás.

Es más, hasta pudiera establecerse una hipótesis, sin caer en la especulación, en el sentido de que “nos gobiernan los políticos; pero también los narcos”.

TIENDE A DESINFLARSE CASO DE REGINA MARTÍNEZ

En la mirada del reportero nacido en Carlos A. Carrillo, Veracruz, de donde salió huyendo antes de convertirse en un obrero más del ingenio San Cristóbal, el caso más difícil de todos ha sido el de Regina Martínez, corresponsal de Proceso, a la que degollaron, según se afirma, unos adictos, gays y enfermos de SIDA, que eran sus amigos.

Pero, además, cuando por un lado la Procuraduría de Justicia decretó que uno de los detenidos, ya sentenciado a 38 años de cárcel, fue exonerado por el Tribunal Superior de Justicia y luego vuelto a detener, en tanto el otro cómplice sigue prófugo.

Más aún porque una línea de investigación periodística nunca fue rastreada, como fue el caso de la reportera denunciando la asombrosa riqueza de Alejandro Montano Guzmán, quien de escolta de Miguel Alemán Velasco fue ungido súper secretario de Seguridad Pública.

Es más, dice el maestro de periodismo y de la literatura periodística, sin don Julio Scherer García y su peso moral y autoridad ética en Proceso, “el caso de Regina Martínez tiende a desinflarse”.

TAREA DEL REPORTERO, CUESTIONARSE A SÍ MISMO

Ravelo convoca al periodista, quien era jesuita, Francisco Fe Álvarez, primo de Scherer, muchos años a su lado subdirector de Proceso.

Según don Francisco, antes de ser reportero cada quien (pero también en la empresa periodística) habría de preguntarse lo que desea y espera de la vida.

Y, a partir de ahí, cada quien decidir si abraza el apostolado reporteril, que en su esencia significa una vida limitada, llena de sacrificio, cuando sólo se busca contar lo que se ve y vive, con toda la crudeza de los hechos.

De algún modo era lo mismito que don Manuel Buendía aseguraba diciendo que “cuando se está ante un reportero que para escribir utiliza Montblanc y viste con ropa y zapatos de marca y llega a la cita en un automóvil de lujo se está ante un reportero bajo sospecha”, pues el simple salario de un trabajador de la información nunca alcanza para tales satisfactores.

Y por eso, y además, ante la inexperiencia y desear tragarse la vida de un bocado y el delirio de grandeza, el reportero suele escuchar el canto de las sirenas camino a Itaca provenientes tanto del narcotráfico como de los políticos…

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