Políticos kafkianos de Veracruz
Luis Velázquez
El lunes 8 de septiembre, el gobernador de Veracruz se reunió con la prensa en la habitual conferencia del día lunes y a su lado estuvo el diputado federal, Francisco Gutiérrez, quien ganó la elección a la priista Carolina Gudiño Corro por el distrito de Boca del Río, el feudo de los Yunes azules.
El góber anunció (prometer a nadie empobrece) la construcción de lo que llamó un puente escénico para agilizar, dijo, la circulación de unos 30 mil automóviles y autobuses que todos los días ruedan de Boca del Río a Alvarado y viceversa.
La coyuntura, no obstante, recuerda el tiempo aquel de Miguel Alemán Velasco cuando como candidato a gobernador sedujo al ingeniero Alfonso Gutiérrez de Velasco para declinar como abanderado panista a gobernador, lo que le valió el nombramiento como secretario de Comunicaciones, de donde, incluso, fue despedido luego de un huracán que pasara por aquí, mientras el titular de la SECOM siguió tan campante en el Medio Oriente.
Con Francisco Gutiérrez al lado del señor Javier Duarte sólo se confirma la tesis de que los priistas y panistas son iguales en las tentaciones del poder, de tal modo que entre unos y otros pareciera que ningún límite político existiera, y por tanto, y como los Tres Mosqueteros, uno para todos y todos para uno.
Por eso, el politólogo Carlos Ronzón Verónica dice que más allá de la cohabitación del poder se está dando un matrimonio por conveniencia, un maridaje utilitario entre las partes para repartirse las mieles del trono imperial y faraónico.
Y/o en todo caso, unas migajas de la elite priista a los panistas (y también perredistas) kafkianos tipo Gregorio Samsa.
Por ejemplo, Francisco Gutiérrez de Velasco se une al modelo universal de Gerardo Buganza Salmerón, Baruch Barrera, Silva Monge, José Ramón Gutiérrez de Velasco, Rafael Leónides García Bringas, Julio Saldaña Morán y Osiel Castro de la Rosa, entre otros, que luego de profesar una vida del lado del PAN, un partido de derecha, de pronto, sintieron que andaban en el camino equivocado y transfiguraron su ideología en un partido que ni es revolucionario ni tampoco institucional.
“A todos ellos les encanta el billete de una forma cínica y descarada; por eso mismo cambiaron del PAN al PRI como mudar de ropa interior” dice Ronzón.
BUGANZA ABRIÓ LA PUERTA TRICOLOR
Es más, todos los panistas convencidos de la filosofía duartista han encontrado espacios de primer nivel en el gabinete legal y ampliado, rebasando a la militancia priista que desde hace varios sexenios han trabajado en la talacha para fortalecer en sus municipios y distritos al partidazo.
Y sin embargo, nunca, jamás, han sido recompensados ni reconocidos ni estimulados, quizá, acaso, porque les ha faltado un padrino poderoso que les abra la puerta.
Y/o como en el caso, les faltó la estrategia de los panistas para que cuando las decisiones partidistas les fueran desfavorables tiraran la toalla y se bajaran del barco para de inmediato abrazar la causa tricolor.
Ha sido el caso más simbólico de Buganza, por ejemplo, quien luego de que en el año 2004 el PAN lo nominara candidato a gobernador y nunca supiera defender su victoria en los tribunales, y en el 2010 lo dejaran fuera para dar paso a Miguel Ángel Yunes Linares, renunció al PAN y levantó la mano a Duarte asegurando al mundo que de su triunfo en las urnas él se encargaba.
Así, navegó con vientos favorables durante casi cuatro años y medio del duartismo, fue secretario General de Gobierno en dos ocasiones, y titular de la reformada secretaría de Infraestructura y Obra Pública y ahora es candidato independiente de Javier Duarte a la gubernatura.
Pero, además, Buga le abrió las puertas a muchos otros panistas en igualdad de privilegios y canonjías.
Ahora el turno es de Francisco Gutiérrez, el panista a quien los Yunes azules hicieron triunfar en las urnas ante la fidelista Carolina Gudiño.
BIENVENIDO PACO GUTIÉRREZ AL DUARTISMO
Algún teórico dirá por ahí que la lucha política así es cuando se practica con sentido pragmático, pues lo importante es ganar la batalla final.
De entrada resulta inverosímil que de militar en el PAN y/o en el PRD de pronto, zas, asestes un bandazo ideológico de más de 180 grados y pases al PRI.
Claro, tal cual puede darse cuando en la vida caminas sin principios, valores y convicciones, más que el sentido utilitario y patrimonialista del poder político.
Por eso es que a muchos expanistas jamás han importado la escala de valores, más que su propio tabulador, olvidando, inconcluso, que cuando se traiciona una vez se traiciona siempre, y más cuando uno se traiciona a sí mismo.
Las mieles del poder son tan encantadoras como las sirenas de Ulises camino a Itaca que, bueno, el héroe mítico supo resistir.
Por eso, incluso, podemos decir que Andrés Manuel López Obrador es obsesivo, terco, empecinado, impositivo, etcétera; pero nadie duda que se trata del dirigente social independiente más respetado y respetable del país, con un liderazgo social fuera de serie, porque ejerce la política con valores universales por delante.
¡Bienvenido, pues, Francisco Gutiérrez, al duartismo!
Un diputado federal más para la causa priista, y por añadidura, para el éxito empresarial.