Un infierno llamado Veracruz

0
732
  • Del filme cinematográfico de Luis Estrada a la vida cotidiana en el territorio jarocho (muertos, secuestrados, desaparecidos y fosas clandestinas), una aproximación histórica
  • Pero… el gobernador jarocho tomó de El infierno sus frases bíblicas para el discurso de Poza Rica

Luis Velázquez

En la película El infierno, Luis Estrada, director, Damián Alcázar, en papel estelar, con Joaquín Cosío “El cochiloco”, Ernesto Gómez Cruz, don José, el cacique, alcalde y narco, y María Rojo, su esposa, hay un puente que lleva a Veracruz.

Mejor dicho, un par de frases bíblicas al mejor estilo del famoso discurso de Poza Rica expresado por el gobernador.

Aparece en aquella escena donde el hermano del cacique, también señor de horca y cuchillo, ordena a sus pistoleros asesinar a su sobrino, hijo de su carnal con quien disputa la narco/plaza.

Lo matan y cuando están velando el cadáver del muchacho, Ernesto Gómez Cruz, el cacique número uno, ordena a los sicarios de su tribu asesinar a su hermano; pero también a sus sobrinos y de igual manera a sus pistoleros.

Entonces, pronuncia el par de siguientes frases apocalípticas:

La primera:

“Las cosas se están poniendo de la chingada”.

La segunda:

“Correrá mucha sangre”.

Así, la esposa del cacique, María Rojo, remata con otra frase diluviana:

“Y cuando mi marido dice que queremos las cabezas de todos ellos… es que queremos las cabezas de todos ellos”.

Entonces, los sicarios de Gómez Cruz se lanzan “en la noche (más larga) de los cuchillos largos” a una cacería sin cuartel y en efecto, matan a todos.

Simple ajuste de cuentas.

Y, por supuesto, a cada uno lo van decapitando para consuelo de Gómez Cruz y María Rojo.

Y, bueno, como el experto asegura que la historia del mundo se repite cada año aun cuando, claro, suelen cambiar los nombres y lugares, en el discurso de Poza Rica, las frases bíblicas fueron las siguientes:

Una. Pórtense bien.

Dos. Vendrán tiempos peores.

Y tres. Caerán muchas manzanas podridas.

Por tanto, habría de convocarse aquí el epígrafe que en el siglo pasado solían endosar a las películas hacia el final, cuando decía que “todo parecido con la vida real es pura coincidencia”.

Pero, al mismo tiempo, nadie debiera dar la espalda al filme cinematográfico de Luis Estrada, porque entre nosotros se vive un infierno llamado Veracruz.

DE LUIS ESTRADA A JAVIER DUARTE

En El infierno de Luis Estrada, los policías y los políticos y los presidentes municipales y los empresarios han sido cooptados por los carteles de la droga.

Es más, unos y otros son lo mismo. Igualitos. Parecidos, sin que la franja entre las partes se advierta.

Incluso, desde el más bajo nivel social (los polis) hasta el más alto (el agente federal aliado del cacique, narco y alcalde (Ernesto Gómez Cruz) son uña y carne.

Por fortuna y/o por desgracia, vaya usted a saber, el director de la película dejó fuera a los trabajadores de la información donde hay, como dijo el director de la revista Variopinto, Ricardo Ravelo Galo, mucha tela de dónde cortar.

Y más ahora cuando, por ejemplo, en un bar de Orizaba, hacia la una de la mañana, en una ciudad lluviosa, con frío y neblina, un reportero, corresponsal de TELEVER durante siete, ocho años, fue asesinado cuando se echaba unos traguitos con el jefe de la narcoplaza, quien, afirma la tropa reporteril, operaba como su jefecito de prensa, su vocero, su enlace, el que repartía los embutes como parte de la política de comunicación social.

Y es que si Luis Estrada hubiera incluido a los periodistas en su película, entonces, el discurso de Poza Rica tendría más sustento.

De cualquier forma.

Y de cualquier forma, porque la profecía del cacique, alcalde y narco en El infierno de que correrá mucha sangre es la misma derivada del discurso de Poza Rica.

Por ejemplo, desde ese día, un par de trabajadores de la información han sido ejecutados.

Uno, Juan Mendoza, el 2 de julio, 2015, en Medellín, y el otro, Rubén Espinoza, el 31 de julio en la ciudad de México en un multihomicidio que ha dividido al mundo periodístico de los cinco continentes y que, oh paradoja, llevara al intelectual de izquierda, académico en la UNAM y el extranjero, Jorge Germán Castañeda Gutman, amigo de Rubén Aguilar Valenzuela, a defender al gobernador de Veracruz.

Cualquier ciudadano diría, entonces, que el señor Javier Duarte se inspiró en el filme El infierno para lanzar su catilinaria, mejor dicho, su profecía, en Poza Rica que, bueno, se está cumpliendo al pie de la letra.

Las cosas se están poniendo de la chingada, dijo el narco/cacique del filme de Luis Estrada.

Vendrán tiempos peores, advirtió el gobernador.

Correrá mucha sangre, dijo Ernesto Gómez Cruz.

Caerán muchas manzanas podridas, dijo Javier Duarte.