Los restos de Antonio Gómez Rodríguez, quien nació en Michoacán, pero residió la mayoría de su vida en Pénjamo yacen en el cementerio municipal del mu
La gaveta número 993 del viejo panteón municipal de Pénjamo alberga los restos de una persona excepcional, aquí yace Antonio Gómez Rodríguez, creador del Escudo Nacional y el cual descansa en una modesta tumba olvidada por la historia de nuestro país.
Su obra sólo amerita un párrafo en la versión oficial del Escudo y Bandera nacionales, publicado en línea por la Unidad de Desarrollo Político y Fomento Cívico de la Secretaría de Gobernación, en Pénjamo, una escuela, una colonia y una calle llevan su nombre.
Michoacano de nacimiento pero avecindado en Pénjamo durante los últimos días de su vida, murió el 21 de Junio de 1970 a los 82 años de edad a consecuencia de un sincope cardiaco, según lo certificó el médico Roberto Navarro Martínez.
El artista Nació en Michoacán el 1 de Junio de 1888 y no fue hasta el año de 1938 cuando llegó a Pénjamo para vivir con sus abuelos en la casa marcada con el número 33 de la calle Miguel Hidalgo de la zona centro de la ciudad.
Llevó una vida tranquila dedicada a la pintura alternada con la producción de frutas y verduras en un huerto familiar
De vida humilde y silenciosa, pero de indiscutible talento, Antonio Gómez, egresado de la antigua Academia de San Carlos vivió sus últimos años entre los penjamenses, ganándose el respeto y reconocimiento de sus contemporáneos, que apreciaban sus dibujos, regularmente de animales, objetos de labranza y ambientación del campo mexicano, hasta su muerte.
Muchos de sus trabajos realizados incluso desde su niñez, se encuentran resguardados en la Biblioteca de la Academia Nacional de Bellas Artes, en la ciudad de México.
El escudo nacional
El “hijo adoptivo de Pénjamo” fue comisionado en el año de 1917 por el entonces Presidente de México, Venustiano Carranza, la elaboración del modelo definitivo y oficial de las armas nacionales.
La propuesta de Gómez consistió en un águila de perfil hacia la derecha, «con las alas abiertas y levantadas, la cola baja y extendida, parada con la pata izquierda sobre un nopal que nace de una peña que emerge de las aguas de la laguna y agarra con la derecha una serpiente de cascabel en actitud de despedazarla con el pico, rodeada por lo bajo de ramas de encina y laurel, entrelazadas por una cinta».
Este escudo es prácticamente el mismo que se conoce hasta la fecha, con algunas variaciones mínimas.
Así la nación mexicana obtenía una versión oficial y única de su Bandera, que ondeó por primera vez en el Palacio Nacional el 15 de septiembre de 1917: en el mismo año en que se promulgó la Constitución Política que hoy nos rige, y en el mismo día en que se festeja el grito de la Independencia.
Olvidado por la patria
A lo largo de la historia han existido voces que exigen sea reconocido el trabajo de Antonio Gómez Rodríguez en las artes del dibujo y la pintura, exigiendo además que sus restos sean exhumados del viejo panteón municipal de Pénjamo y sean depositados en la Rotonda de los Hombres Ilustres, dentro del panteón civil de Dolores en la ciudad de México.
Sin embargo, a cambio de eso, su nombre figura sólo en un párrafo en la Versión Oficial del Escudo y Bandera Nacionales, publicado en línea por la Unidad de Desarrollo Político y Fomento Cívico de la Secretaría de Gobernación, sin que exista alguna biografía oficial sobre su vida y obra.
A 45 años de su muerte, los restos de Antonio Gómez Rodríguez siguen descansando en la gaveta número 993 del viejo cementerio municipal de Pénjamo, una tumba sobria, olvidada y poco visitada.
Sólo aquí su nombre ha sido inmortalizado en una Secundaria General, una colonia y una calle, como homenaje a la persona que logró distinguirnos del mundo con la belleza del Escudo Nacional que forma parte de nuestra bandera actual.