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**Coatzacoalcos 2026-2029: Promesas, Retos y la Realidad de un Nuevo Comienzo**
Por Miguel Angel Cristiani G.
El 2026 ha llegado con el sonido de campanas de esperanza, no solo para Coatzacoalcos, sino para todo el sur de Veracruz. La toma de protesta del nuevo presidente municipal, el Doctor Pedro Miguel Rosaldo García, ha sido un evento cargado de expectativas y promesas. La ceremonia, que reunió a la gobernadora del estado, Rocío García, autoridades locales, empresarios, y ciudadanía, se ha visto envuelta en una aura de cambio, una transformación que, según los discursos, está por venir. Pero, ¿realmente estamos ante el inicio de una nueva era, o simplemente una promesa más que se diluirá en la rutina política de siempre?
Rosaldo García, quien asumió el cargo con la firmeza de quien dice tener la fórmula para devolverle el orgullo a su tierra, llegó al podio ante un público expectante. «Hoy es uno de los días más importantes de mi vida», afirmó con voz segura. Sin embargo, lo que sigue a esas palabras será la verdadera prueba de su liderazgo. La gestión pública en Veracruz, y particularmente en Coatzacoalcos, ha estado marcada por la constante lucha contra la corrupción, el rezago en infraestructura, la violencia y la falta de servicios básicos eficientes. Todo esto, claro está, enmarcado en un contexto histórico de promesas incumplidas por administraciones anteriores.
La figura de Pedro Miguel Rosaldo es una figura conocida en la política local, no por nada ha sido parte activa de esta ciudad, entendiendo sus fortalezas y debilidades. Es hijo de una familia comprometida con el bienestar social de Coatzacoalcos, lo que le ha permitido ganar la confianza de ciertos sectores de la población. Su promesa, sin embargo, va más allá de la tradición familiar: su enfoque está en la «humanización» del municipio y en recuperar su identidad. Quiere que Coatzacoalcos sea «moderno, innovador, y tecnológico», pero sin perder la esencia humana, cercana y fraterna que ha caracterizado a su gente. Un proyecto sin duda ambicioso, pero la cuestión es, ¿es realmente alcanzable?
Es interesante escuchar la alabanza que el presidente municipal tiene hacia la gobernadora Rocío García, con quien ha mantenido una relación cercana y de trabajo desde hace tiempo. La referencia constante a su mentoría, a la «visión compartida» y a la “alianza por la ciudad” parecen sugerir que el futuro de Coatzacoalcos estará ligado estrechamente a la administración estatal. Este es un punto clave: Coatzacoalcos ha sido históricamente un municipio en constante espera de apoyo del gobierno estatal y federal, pero el reto aquí es que los gobiernos locales, aunque respaldados por instancias más grandes, deben también ser autónomos y capaces de generar su propio desarrollo sin depender únicamente de favores ajenos.
Es cierto que Coatzacoalcos posee un alto potencial económico, dado su puerto y la industria petrolera que históricamente ha sido el motor de su economía. Sin embargo, esta potencia no ha sido suficiente para mantener a flote la calidad de vida de los ciudadanos. El rezago social es un tema recurrente. La inseguridad, el desempleo y la pobreza continúan siendo problemáticas que ningún gobierno ha logrado resolver de manera efectiva. La promesa de Rosaldo García de ofrecer «resultados contundentes» es, sin duda, necesaria, pero la clave está en cómo logrará el equilibrio entre el desarrollo económico y el bienestar social.
Rosaldo también mencionó en su discurso algo que resulta pertinente: el “orden humano” será uno de los ejes rectores de su gobierno. Esto nos lleva a cuestionar la capacidad real del nuevo gobierno para mejorar las condiciones sociales y de vida de los ciudadanos. En un municipio con altísimos índices de marginación, donde muchos viven sin acceso a servicios básicos como el agua potable, las promesas de “orden” deben ir más allá de la retórica.
Es positivo que, como parte de su proyecto, el presidente municipal se enfoque en temas como la seguridad, el empleo y la infraestructura. Pero, ¿qué se hará con el sistema de salud? ¿Qué pasará con la educación? El estado de las escuelas y los hospitales públicos es lamentable en muchas partes de Coatzacoalcos. Si no se incluyen estos aspectos dentro del plan de gobierno, cualquier avance en otras áreas será, en el mejor de los casos, incompleto.
El entusiasmo con el que el presidente municipal promete recuperar el “orgullo de Coatzacoalcos” debe ser alimentado por medidas concretas. Y en este sentido, las críticas no deben esperar. Exigir transparencia, rendición de cuentas y eficacia en la implementación de los proyectos es, como siempre, una responsabilidad de la ciudadanía. Si la promesa es que “Coatzacoalcos se va a poner de pie”, entonces es necesario ver resultados que se traduzcan en mejoras palpables en el día a día de la gente.
Es cierto que el discurso de Rosaldo es convincente, sobre todo porque apela a la unidad, al trabajo conjunto y al reconocimiento de las fortalezas de la ciudad. Pero también es cierto que en Veracruz, las promesas políticas son como monedas de cambio. Y esa moneda, por mucho que brille, tarde o temprano pierde su valor si no se respalda con acciones tangibles.
Si hay algo que debe caracterizar a este nuevo gobierno, es la humildad en reconocer los límites, la honestidad para comunicar avances y retrocesos, y la capacidad para adaptarse a las necesidades reales de los ciudadanos. La política no puede ser un escenario para discursos grandilocuentes, sino un campo de acción donde las obras y los resultados son los que definen la diferencia.
En resumen, la toma de protesta de Pedro Miguel Rosaldo García es solo el primer paso. El verdadero trabajo comienza hoy, y dependerá de su capacidad para transformar la esperanza en resultados concretos. Coatzacoalcos necesita más que palabras: necesita acción, y el tiempo para entregarla comienza ahora.
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