El gobierno de Tabasco gastará 15 millones de pesos en una de las obras inservibles que la Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano (Sedatu) construyó durante el gobierno de Andrés Manuel López Obrador.
La inversión busca rehabilitar el centro de desarrollo comunitario del municipio de Balancán, un edificio que le costó a la Sedatu más de 20 millones de pesos y que nunca abrió sus puertas ante la gran cantidad de fallas en su construcción.
Román Meyer Falcón, titular de la Sedatu con López Obrador, visitó la obra en 2022 y presumió que ahí funcionarían comercios, talleres, una biblioteca, una ludoteca y hasta un mirador al río Usumacinta. Sin embargo, un año después, las empresas Grupo Edificador Baesgo y Consorcio Constructor Industrial Transnacional del Golfo, contratadas por la Sedatu, entregaron un inmueble defectuoso.
Desde hace unas semanas, la Secretaría de Obras Públicas de Tabasco comenzó a desmontar parte de la estructura metálica que cubre al edificio, a destruir muros de concreto y a realizar adecuaciones.
El gobernador Javier May visitó el centro comunitario de Balancán el pasado sábado 22 de noviembre y asumió la obra como propia, sin explicar que el edificio es parte de un fallido proyecto de la Sedatu que costó más de 20 millones de pesos.
De acuerdo con información del gobierno estatal, los trabajos de rehabilitación durarán dos meses y se contempla intervenir mil 400 metros cuadrados del edificio.
Este centro comunitario fue parte de una inversión de 180 millones de pesos que la Sedatu hizo en Balancán a través de siete proyectos. Tres fueron adjudicados en enero de 2021 a las empresas Consorcio Constructor Industrial Transnacional del Golfo y a Grupo Edificador Baesgo, que ha sido inhabilitada por irregularidades en uno de sus contratos con el gobierno federal.
En junio de 2023, Latinus reveló que en este paquete de obras sobresalían los malos acabados, diseños deficientes, materiales de poca calidad y constructoras que entregaron tarde los proyectos y no respondieron a los ciudadanos encargados de vigilarlas.
La obra que más indignó a los habitantes de Balancán fue la fallida remodelación del estadio de béisbol. La Sedatu destruyó el campo funcional donde se celebraban juegos cada semana y en su lugar entregó un terreno inservible, con desniveles, piedras y un sistema de riego que va por la superficie.