domingo, abril 28, 2024

Milpiés vemos…funciones no sabemos

Biól. Martha Madora Astudillo
Estación de Biología Tropical Los Tuxtlas, IB, UNAM
Se les conoce como diplópodos, milpiés, rosquillas o caramuelas, son animales segmentados, es decir su cuerpo está compuesto por un número variable de segmentos, su cabeza posee un par de antenas y mandíbulas con las que fragmentan la materia vegetal en descomposición de la que se alimentan, poseen ocelos (estructuras receptoras de luz que les sirven para “ver”), aunque también hay algunas especies que son ciegas.
Los milpiés como son mejor conocidos, son artrópodos que pertenecen a la clase Diplopoda y que junto con los ciempiés y escolopendras conforman el grupo de los miriápodos, uno de los grupos de artrópodos terrestres más antiguos (aparecieron hace aprox. 450 millones de años).
Los milpiés se diferencian del resto de los miriápodos por poseer dos pares de patas en cada uno de los segmentos de los que se compone el tronco del cuerpo.
¿Pueden llegar a tener mil pies? Aunque con este nombre se le conoce comúnmente a los diplópodos, no se sabe de ejemplares que lleguen a poseer tal cantidad de extremidades caminadoras. En este sentido, el récord lo tiene la especie Illacme plenipes que habita en California y posee 750 patas (375 pares).
Generalmente hembras y machos son muy parecidos, aunque las hembras suelen ser de mayor tamaño. Después de la reproducción las hembras de los milpiés depositan sus huevos en el suelo, donde posteriormente eclosionan los juveniles. Todos los milpiés eclosionan del huevo con un número reducido de segmentos y patas que posteriormente van incrementando mediante mudas (como en todos los artrópodos).
Cuando llega el momento de la muda, los milpiés se internan en troncos podridos, se entierran en el suelo, se sumergen en las acumulaciones de sus excretas, suelo y partículas de material vegetal en descomposición y construyen una cámara de muda, donde permanecen cierto tiempo mientras nuevos pares de patas se forman en los últimos segmentos y así continúan creciendo. El tamaño de los milpiés adultos va desde unos cuantos milímetros hasta alrededor de 30 cm de longitud.
Son de hábitos nocturnos y se les puede observar principalmente durante la época de lluvias. La gran mayoría de estas especies viven en el suelo, hasta aproximadamente a un metro de profundidad de la superficie, en la hojarasca, debajo y dentro de los troncos podridos, bajo rocas, sobre tallos de plantas, en el dosel y en plantas epífitas como las bromelias. Tienen la facilidad de excavar, por ello, la influencia de estos animales en el suelo es de tipo física y química, ya que al perforar el suelo rompen los niveles superiores e incrementan la permeabilidad, la capacidad de retención de agua e influyen en los procesos de transporte de nutrimentos.
A diferencia de los ciempiés que son depredadores, los milpiés son organismos fragmentadores y comen materia vegetal en descomposición, la cual modifican mediante la digestión. Posteriormente, con la expulsión de sus heces liberan componentes nitrogenados, estimulando la acción de las bacterias responsables de los procesos de descomposición del material vegetal. En bosques donde son abundantes, se ha calculado que son responsables del consumo de hasta 31% de la biomasa total de hojarasca producida en un año.
Los milpiés son animales que para muchas personas pueden parecer feos a la vista, por sus formas o colores o generar temor, principalmente por el desconocimiento, sin embargo es indudable la importancia de estos organismos en los distintos ecosistemas donde habitan, por lo que actualmente son considerados como ingenieros del ecosistema junto con hormigas, coleópteros, termitas y lombrices de tierra.
Estos organismos pueden vivir en casi todos los ambientes, desde el nivel del mar hasta los 3000 metros sobre el nivel del mar, en México los estados con mayor número de especies registradas son Veracruz (125) y Chiapas (54). La mayor riqueza de especies se ha encontrado en las selvas tropicales, por ejemplo en una superficie de 400 m2 de selva alta perennifolia de Los Tuxtlas, Veracruz se encontraron 31 especies de milpiés, y sin duda alguna aún hay muchas especies por descubrir.
Otro dato importante es que aunque tradicionalmente a los milpiés se les teme por considerarlos venenosos, en realidad no lo son, ya que no presentan estructuras para inyectar veneno, como ocurre con los ciempiés, que tienen el primer par de apéndices modificados para la inyección de veneno. Sin embargo, algunas especies de milpiés poseen orificios localizados lateralmente denominados ozoporos, por donde secretan sustancias que pueden tener mal olor y producir temporalmente manchas o irritación en la piel y que son usadas como defensa de sus depredadores. Sin embargo las concentraciones de estas sustancias son bajas y hasta ahora, no existen casos de intoxicación causada por milpiés, aun cuando en algunas comunidades rurales de México estos animales son usados como juguetes o mascotas por los niños.

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