Los Polinizadores y los Jardines para su Conservación – Retos Regionales

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Biol. Rosamond Coates

Estación de Biología Tropical Los Tuxtlas, IB-UNAM

Los polinizadores son animales que se alimentan del néctar o polen de las flores y durante sus visitas transportan accidentalmente polen de una flor a otra, permitiendo la reproducción de las plantas y la producción de frutos. Los polinizadores más comunes pertenecen a diversas especies de abejas, avispas y hormigas (Himenópteros), moscas (Dípteros), escarabajos (Coleópteros) y mariposas (Lepidópteros), sin embargo, aves y mamíferos también pueden ser polinizadores: algunos ejemplos son los colibríes y los murciélagos (Chiroptera).

Casi todas las plantas, silvestres o cultivadas por el hombre necesitan a los polinizadores naturales para reproducirse. Gran parte de los cultivos del mundo dependen de la actividad de estos animales y, en la actualidad, están amenazados, especialmente por el uso de pesticidas.

La polinización natural consiste en la transferencia de polen entre los órganos masculinos y femeninos de las flores sin la intervención del hombre. Es decir, el polen se traslada desde los estambres hasta el estigma de las flores, donde fecunda sus óvulos haciendo posible la producción de semillas y frutos. En este caso, la planta se reproduce al interactuar con los llamados vectores de polinización, los cuales son animales o elementos naturales como el agua y el viento que transportan el polen de flor en flor y las fertilizan.

Un estudio de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN) alerta de la disminución del número y la diversidad de polinizadores silvestres a nivel global, sobre todo en Norteamérica y Europa noroccidental. Según las evaluaciones de este organismo reflejadas en su Lista Roja, entre las especies más amenazadas por la extinción figuran algunos invertebrados vitales en este proceso como las mariposas y las abejas.

Entre los factores causantes de la desaparición de los polinizadores naturales destacan los siguientes:

  • El cambio en el uso de la tierra, la gestión de la agricultura intensiva, el auge de los cultivos transgénicos y la plantación de especies exóticas invasoras.
  • La contaminación ambiental, el cambio climático y el uso de plaguicidas, sobre todo, de insecticidas neonicotinoides.
  • La proliferación de los patógenos que atacan a las poblaciones de abejas criadas en cautividad.

La comunidad científica está preocupada al retroceso de la polinización natural. Un temor razonable porque la agricultura mundial necesita cada vez más a los polinizadores para suministrar alimentos: los cultivos que dependen de estos animales producen hoy un 300% más de cosecha que hace cinco décadas.

La extinción de los polinizadores podría comprometer nuestra salud, ya que perderíamos capacidad para cultivar verduras, frutas o semillas —alimentos imprescindibles para mantener una dieta sana—. Del mismo modo, perjudicaría al desarrollo de medicamentos, biocombustibles, fibras como el algodón o materiales de construcción como la madera. La pérdida de cultivos por la falta de polinización natural afectaría a la economía de muchos países y acabaría con millones de empleos en el sector agrícola y las industrias auxiliares.

Un plan estratégico para frenar la desaparición de los polinizadores naturales que consiste en:

  • Promover el cambio hacia una agricultura sostenible y eliminar las grandes superficies dedicadas al monocultivo.
  • Desarrollar nuevas técnicas agrícolas que combinen los avances científicos con prácticas tradicionales como la rotación de cultivos y el barbecho.
  • Evitar el uso de pesticidas mediante la promoción de una agricultura orgánica y del manejo integrado de plagas.
  • Disminuir el cultivo de transgénicos —organismos modificados genéticamente a través de la aplicación de la biotecnología en la agricultura—.
  • Prestar más atención a la higiene y al control de patógenos en las granjas apícolas. Esto implica una mejora de la normativa sobre el uso y comercio de las abejas productoras de miel.
  • Diversificar los cultivos y rehabilitar los ecosistemas para adaptarse a las consecuencias del cambio climático.
  • Impulsar una gobernanza global que permita una actuación coordinada entre distintos sectores y jurisdicciones, y concienciar a la sociedad de la magnitud del problema.

¿Cómo ciudadanos que podemos hacer?

Para ayudar a los polinizadores, a las plantas y a nosotros mismos podemos crear un “Jardín para Polinizadores” en parques, jardines, huertos, patios o en las ventanas de tu casa. Es importante incluir las plantas que los polinizadores requieren para su dieta (néctar y polen) y otras en donde se puedan reproducir y crecer. Con una selección adecuada de las plantas que siembras puedes generar una contribución importante mejorando el hábitat para hacerlo amigable con los polinizadores. Además, al crear un hábitat adecuado tendrás muchos visitantes que podrás observar de cerca.

El jardín para polinizadores es un espacio en el que se colocan plantas, preferentemente nativas de tu región, que proveen alimento, refugio, agua y espacio para los polinizadores. Según el tipo de polinizadores que desees atraer a tu jardín, será el tipo de plantas que deberás utilizar. Antes de sembrar un árbol o planta infórmate de su crecimiento y cuidados. Las plantas nativas son las que crecen naturalmente en una región y tienen relaciones con su ambiente, suelo, lluvia, temperaturas, viento, y con sus competidores, depredadores, polinizadores y dispersores. Por estas razones son más fáciles de mantener. Por el contrario, muchas plantas exóticas que son importadas de otros lugares, se han escapado de los jardines y causan problemas a las especies locales, como por ejemplo el lirio acuático.

Los jardines para polinizadores son una manera muy disfrutable de contribuir a la conservación y restauración del planeta. Cuidar de plantas sin duda enriquece la vida de una persona, pero sí además son escogidas para servir de alimento para abejas y colibríes, es una contribución importante al entorno.